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DE LOS AUTÓMATAS

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HISTORIA DE LOS AUTÓMATAS

Los primeros autómatas

Edad Media y Renacimiento

El esplendor del Siglo XVIII

Última época: 1848-1914

Autómatas de China y Japón

TIPOS ESPECIALES DE AUTÓMATAS

AUTÓMATAS EN LA FICCIÓN

VIDEOS SOBRE AUTÓMATAS

 

 

Autómata, del latín automăta y este del griego automatos (αὐτόματος), espontáneo o con movimiento propio. Según la RAE, máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado. Según el diccionario Larousse, un autómata es una máquina que, por medio de la mecánica, neumática, hidráulica, eléctrica o electrónica, es capaz de imitar los actos de los cuerpos animados.  Un equivalente tecnológico en la actualidad serían los robots autónomos.

El mundo de los autómatas es tan amplio como su definición. En términos bíblicos podríamos considerar al hombre como el primer autómata, creado del barro por Dios, aunque con la diferencia de poseer libre albedrío que le permite decidir por sí mismo. Esa distinción ha hecho que el ser humano haya querido imitar el acto de la creación desde el mismo inicio de su historia, construyendo mecanismos artificiales para todo tipo de fines desde científicos, de investigación, para agilizar sus tareas o por mero entretenimiento.

 

HISTORIA DE LOS AUTÓMATAS

Vídeo "Autómatas en la Antiguedad 1"

Vídeo "Autómatas en la Antiguedad 2"

LOS PRIMEROS AUTÓMATAS

Antiguamente, se creaban artefactos capaces de realizar tareas diarias y comunes para los hombres, o bien, para facilitarles las labores cotidianas; se daban cuenta de que había tareas repetitivas que se podían igualar con un complejo sistema, y es así como se comienza a crear máquinas capaces de repetir las mismas labores que el hombre realizaba.

    Pero no todos estos artefactos tenían una utilidad, algunas máquinas solamente servían para entretener a sus dueños, y no hacían nada más que realizar movimientos repetitivos ó emitir sonidos. Cabe mencionar que los árabes fueron unos maestros en la construcción de autómatas y en la precisión de sus cálculos, y como ejemplo de ello, se puede mencionar que inventaron el reloj mecánico, así como sus grandes aportaciones a la astrología. También los ingenieros griegos aportaron grandes conocimientos a los autómatas, aunque su interés era más bien hacia el saber humano más que hacia las aplicaciones prácticas.

    Los primeros autómatas que aparecen en la historia son ingenios mecánicos más o menos complicados que desarrollaban un programa fijo, que no empleaban necesariamente la noción de realimentación.

 

Históricamente los primeros autómatas se remotan al Antiguo Egipto donde las estatuas de algunos de sus dioses o reyes despedían fuego de sus ojos, como fue el caso de una estatua de Osiris, otras poseían brazos mecánicos operados por los sacerdotes del templo.

Otras, como la de Memon de Etiopía emitían sonidos cuando los rayos del sol los iluminaba consiguiendo, de este modo, causar el temor y el respeto a todo aquel que las contemplara. Fue construida en el año 1500 a. C. por Amenhotep, hermano de Hapu.

Esta finalidad religiosa del autómata continuará hasta la Grecia clásica donde existían estatuas con movimiento gracias a las energías hidráulicas. Esos nuevos conocimientos quedan plasmados en el primer libro que trata la figura de los robots Autómata (año 62) escrita por Herón de Alejandría (10 dC -70 dC) donde explica la creación de mecanismos, muchos basados en los principios de Philon o Arquímedes, realizados fundamentalmente como entretenimiento y que imitaban el movimiento, tales como aves que gorjean, vuelan y beben, estatuas que sirven vino o puertas automáticas todas producidas por el movimiento del agua, la gravedad o sistemas de palancas.

 

También cabe destacar su “The automaton theatre” sobre su teatro de marionetas mecánicas que representaban la Guerra de Troya. Todos ellos fueron diseñados como juguetes, sin mayor interés por encontrarles aplicación. Sin embargo, describe algunos como un molino de viento para accionar un órgano o un precursor de la turbina de vapor.

   

También se diseñan ingeniosos mecanismos como la máquina de fuego que abría puertas de los templos o altares mágicos, donde las figuras apagaban el fuego de la llama.

Aunque Heron es el primero en recopilar datos sobre los autómatas otros anteriores a él realizaron sus aportaciones como es el caso de Archytas (428 aC- 347 aC) inventor del tornillo y la polea y famoso por su paloma mecánica capaz de volar gracias a vapor de aire en propulsión. Se trataba de un pichón de madera suspendido de un pivote, el cual rotaba con un surtidor de agua o vapor, simulando el vuelo.

O el terrible sistema descrito por Polibio (200aC-118aC) y utilizado por Nabis, tirano de Esparta, que consistía en un artilugio con forma de mujer con clavos en su pecho y brazos y que abrazaba mortalmente a todo aquel que incumplía sus pagos.

Y otros aún más antiguos, pero de más difícil autentificación, como el mítico Trono de Salomón, descrito en la Biblia y otros textos árabes como un árbol de bronce con pájaros cantores, leones y grifos mecánicos además de ser móvil, pudiendo elevarse desde el suelo hasta el techo.

En Roma existía la costumbre de hacer funcionar juguetes automáticos para deleitar a los huéspedes. Trimalco ofreció en su famoso banquete, pasteles y frutas que arrojaban un chorro de perfume cuando se hacía una ligera presión sobre un priapo de pasta, en cuyo regazo estaban colocados pasteles y frutas.

Entre el 220 y 200 a. C., Filon de Bizancio inventó un autómata acuático y la catapulta repetitiva.

 

EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO

La Edad Media supone un paso adelante en la creación de autómatas después de una época romana sin ninguna aportación importante. El problema es que en muchos casos la falta de fuentes o la poca consideración que se le ha dado a esta época ha hecho que muchos inventos y artilugios producidos en este período hayan quedado en el olvido.

Nacido en 1206 en Baviera, teólogo, filósofo y hombre de ciencia Alberto Magno es una de las figuras decisivas del pensamiento medieval. Se le han atribuido a lo largo de la historia multitud de obras tanto de carácter mágico como de creación de seres artificiales. En concreto dos, una de las llamadas “cabezas parlantes”, de las que se hablará más adelante, y de un autómata de hierro que le servía como mayordomo y en el que trabajó treinta años de su vida, era capaz de andar, abrir la puerta y saludar a los visitantes aunque otros autores afirman que además podía hacer más tareas caseras. Otra versión (que también se cuenta en la historia de la cabeza parlante) narra que Santo Tomás de Aquino, discípulo suyo, al ver aquel ser decidió destruirlo ya que estaba convencido de que la mano del Diablo había influido en su creación.

De esta época data la cabeza con forma de hombre de Roger Bacon (1214-1294), hecha de latón y que podía responder a preguntas sobre el futuro.

Si hablamos de avances científicos y tecnológicos debemos hablar del mundo árabe y de Al-Jazari (1260) uno de los más grandes ingenieros de la historia. Inventor del cigüeñal y los primeros relojes mecánicos movidos por pesos y agua entre otros muchos inventos de control automático, estuvo también muy interesado en la figura del autómata creando una obra del mismo nombre (también llamada El libro del conocimiento de los ingeniosos mecanismos) y considerada una de las más importantes sobre historia de la tecnología. Dentro de esta vertiente cabe destacar su complejo reloj elefante, animado por seres humanos y animales mecánicos que se movían y marcaban las horas o un autómata con forma humana que servía distintos tipos de bebidas. Existe un ejemplar (a tamaño real) del complejo reloj elefante en el gigantesco centro comercial "Ibn Battuta", en dubaï.

  

  

En el año 1235, Villard d’Honnecourt escribe un libro de esbozos que incluyen secciones de dispositivos mecánicos, como un ángel autómata, e indicaciones para la construcción de figuras humanas y animales.

Otro ejemplo relevante de la época fue el Gallo de Estrasburgo que funcionó desde 1352 hasta 1789. Este es el autómata más antiguo que se conserva en la actualidad, formaba parte del reloj de la catedral de Estrasburgo y al dar las horas movía el pico y las alas.

Leonardo Da Vinci (1452-1519), hombre por excelencia del Renacimiento diseñó al menos dos autómatas de los que se tenga constancia. El primero se considera también uno de los primeros con forma completamente humana, vestido con una armadura medieval. y fue diseñado alrededor del año 1495, aunque como muchos otros inventos de Leonardo no fue construido. Este mecanismo fue reconstruido en la actualidad según los dibujos originales y podía mover los brazos, girar la cabeza y sentarse. El segundo, mucho más ambicioso, se trató de un león mecánico construido petición de Francis I, Rey de Francia (1515) para facilitar las conversaciones de paz entre el rey francés y el papa León X , el animal, mediante diversos trucos de artificio, anduvo de una habitación a otra donde se encontraba el monarca, abrió su pecho y todos pudieron comprobar que estaba lleno de lirios y otras flores, representado así un antiguo símbolo de Florencia (el león) y la flor de lis que Luis XII regaló a la ciudad como señal de amistad.

  

Juanelo Turriano fue un gran ingeniero del siglo XVI que trabajó en España a las órdenes de Carlos V como relojero de la corte. Inventor de multitud de mecanismos, siendo el más famoso el llamado “artilugio de Juanelo” una obra de ingeniería capaz de llevar el agua desde el Tajo al Alcázar de Toledo, aunque jamás le pagaron por aquella obra. En esa ciudad se le atribuye a Juanelo Turriano la creación de un autómata (entre otros muchos como danzarines, guerreros o pájaros voladores) llamado “El Hombre de Palo” (del que queda constancia en el nombre de una calle de Toledo), un sirviente autómata que se diferenciaba del resto por estar hecho de madera y que recorría las calles pidiendo limosna para su dueño haciendo una reverencia cuando la conseguía. Otros autores más conservadores solo consideran a este autómata un muñeco de palo estático, que se colocó en la ciudad para recoger fondos para la apertura de un hospital.

En su laboratorio de Nuernberg, en 1533, el erudito Johann Muller también conocido como el Regiomontano, supuestamente creó una mosca de hierro y un águila artificial, las cuales podían volar. Supuestamente lo hacían con propulsión de vapor.

En Inglaterra, en 1543, John Dee crea un escarabajo de madera que podía volar.

En 1560 se construyo un monje de madera de aproximadamente 30 cm de altura, con un mecanismo de uniones y palancas. El propósito de este títere se desconoce, así como su tiempo de desarrollo. Pero aun con nuestras herramientas contemporáneas probablemente tomarían meses para que este complicado mecanismo funcionara. Un experto en labrado histórico le tomaría aproximadamente un año, pero podrían ser dos años de prueba y error. Esto demuestra que la creación de autómatas siguió durante el obscurantismo.

  

En 1649, cuando Luis XIV era niño, un artesano llamado Camus (1576-1626) construyó para él un coche en miniatura con sus caballos, sus lacayos y una dama dentro y todas las figuras se podían mover perfectamente. Salomón de Camus también construyó fuentes ornamentales y jardines placenteros, pájaros cantarines e imitaciones de los efectos de la naturaleza.

Uno de los más famosos casos de creación de un autómata humano, pero también donde es más difícil separar la historia de la ficción, es la historia de René Descartes (1596-1650) y su hija autómata. Una de las principales ideas cartesianas era la consideración de todos los animales como complejos autómatas, seres privados de todo estado mental, que solo actuaban por supervivencia y que en la práctica su carne y huesos funcionaban como la mecánica de un artilugio. Pero cuentan que tras la muerte de su hija ilegítima Francine, de cinco años de edad, se sintió tan deprimido que se propuso construir una muñeca autómata lo más parecida a la fallecida uniéndose tanto a aquella figura que según describen la trataba como “mi hija Francine”. Su inseparable unión hizo que la llevara de viaje cruzando el mar de Holanda. La tenía guardada en un cofre dentro de su camarote. El capitán del barco, intrigado por su contenido, consiguió entrar en el camarote y abrir el cofre. Cuál fue no su espanto al comprobar que aquella muñeca se levantaba y movía. El capitán, horrorizado, la tiró por la borda. Entonces Descartes, que solía destacarse por su mal humor, mató al capitán y lo tiró por la borda, al igual que había hecho con la muñeca.

Según P. Labat, el general de Gennes construyó en 1688 un pavo real que caminaba y comía.

 

EL  ESPLENDOR DEL SIGLO XVIII

Con la entrada en el siglo XVIII y los consiguientes avances en materia de relojería se llega a la que se considera la época donde mejores y más perfectos autómatas se realizaron de la historia. Su desarrollo, dominado por el carácter científico, ponía de relieve la obsesión por intentar reproducir lo más fielmente posible los movimientos y comportamientos de los seres vivos.

Nacido un 24 de febrero de 1709, Jacques de Vaucanson, excelente relojero pero con amplios conocimientos de música, anatomía y mecánica, quería demostrar mediante sus autómatas la realización de principios biológicos básicos, tales como la circulación, la digestión o la respiración. Sobre esta última función versó su primera creación “El Flautista” figura con forma de pastor y de tamaño natural que tocaba el tambor y la flauta con un variado repertorio musical. Vaucanson lo presentó en la Academia de Ciencias Francesa cosechando un gran éxito. Más tarde, en 1738, crea su segundo autómata llamado “El Tamborilero” como una versión mejorada del primero. En esta ocasión la figura tocaba la zampoña de Provenza y el tamboril con veinte melodías distintas.

El tercero y más famoso fue “El pato con aparato digestivo” transparente y compuesto por más de cuatrocientas partes móviles y que batía las alas, comía y realizaba completamente la digestión imitando al mínimo detalle el comportamiento natural del ave. Sir David Brewster en un escrito de 1868, describe este pato diciendo que es "la pieza mecánica más maravillosa que se haya hecho". El pato alargaba su cuello para tomar el grano de la mano y luego lo tragaba y lo digería. Podía beber, chapotear y graznar, y también imitaba los gestos que hace un pato cuando traga con precipitación. Los alimentos los digería por disolución y se conducía por unos tubos hacia el ano, donde había un esfínter que permitía evacuarlos.

  

También construyo muchos objetos útiles para la industria como una silla para los tejedores, pero eso suscito el disgusto de los manufactureros de seda franceses, quienes lo amenazaron de muerte.

Pasados los años, Vaucanson, cansado de su propia obra, vendió las figuras en 1743.

Inventor del siglo XVIII, Friedrich von Knauss (1724-1789) fue el creador de uno de los primeros autómatas escritores. Esta compleja creación la formaba una esfera sostenida por dos águilas de bronce, en ella la figura de una diosa sirve de musa al autómata que con su largo brazo escribe en una hoja en blanco lo que previamente se le ha ordenado realizar. El sistema de funcionamiento es capaz de hacer que el autómata moje la pluma en el tintero para poder escribir, y cuenta con un sistema para pasar la página cuando esta ha quedado escrita.

Los Maillardet (Henri, Jean-David, Julien-Auguste, Jacques-Rodolphe) entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, construyen un escritor-dibujante, con la forma de un chico arrodillado con un lápiz en su mano, escribe en inglés y en francés y dibuja paisajes. Construyen un mecanismo "mágico" que responde preguntas y un pájaro que canta en una caja.

     

Posiblemente el mejor y más conocido creador de autómatas de la historia. Pierre Jaquet-Droz suizo nacido en 1721 es el responsable de los tres autómatas más complejos y famosos del siglo XVIII. Sus tres obras maestras (La Pianista, El Dibujante y El Escritor) causaron asombro en la época llegando a ser contemplados por reyes y emperadores tanto de Europa como de China, India o Japón.

El primero de ellos, “La Pianista”, es un autómata con forma de mujer que toca el órgano, con la particularidad de que es la propia figura la que interpreta las obras pulsando las teclas con sus dedos sin tener el sonido pregrabado o procedente de otro lugar. Compuesta por 2.500 piezas podía mover los ojos dirigiendo la mirada del piano a los dedos, inclina el cuerpo, respira y al finalizar cada tema hacía una reverencia.

  

El Dibujante, por otra parte, estaba compuesto por unas 2.000 piezas, tenía forma de niño sentado en un pupitre y podía realizar hasta cuatro dibujos distintos, pasando por todos los pasos del dibujo académico (esbozo con lápiz, repaso de las líneas, sombreado y retoques finales). Al igual que el anterior imita el comportamiento mientras realiza la tarea moviendo los ojos, las manos o incluso soplando en el papel para eliminar los restos del polvo del lápiz. Los cuatro dibujos que podía realizar el autómata eran un retrato de Luis XV, una pareja real, un perro y a Cupido subido encima de una carroza tirado por una mariposa.

  

El último, y más complejo de los autómatas, es “El Escritor” mecanismo compuesto por más de 6.000 piezas y seis años de trabajo. Este diseño es la evolución de uno anterior construido por los Maillardet, también con forma de niño, y que podía escribir en inglés y francés y realizar algunos dibujos. La versión de Jaquet-Droz podía escribir utilizando la pluma gracias a una rueda integrada en su mecanismo interno donde se seleccionaban los caracteres uno a uno pudiendo escribir así pequeños textos de unas cuarenta palabras de longitud. Como los anteriores, realizaba movimientos propios de un ser humano como mojar la tinta y escurrir el sobrante para no manchar el papel, levantar la pluma como si estuviera pensando, respetando los espacios y puntos y aparte, además de seguir con la mirada el papel y la pluma mientras escribe.

  

Los tres autómatas se pueden contemplar en el Musée d'Art et d'Histoire de Neuchâtel, Suiza.

La fama de los autómatas de Von Knauss y Jaquet-Droz llevó a muchos ilusionistas y prestidigitadores a incorporar trucos con autómatas en sus espectáculos. Es el caso de Jean Eugène Robert-Houdin que creó varios autómatas que, aunque mecánicos, estaban más cerca del mundo de la magia. Cabe destacar un busto cantante donde se mostraba un sistema de engranajes con el que se decía que la figura cantaba, aunque la realidad es que detrás de ese mecanismo se encontraba una cantante auténtica. También fue responsable de un autómata escritor que dibujaba lo que el público le pedía o el truco del autómata llamado “El Pastelero del Palais Royal” que traía al mago todos los platos y bebidas que este le pedía, entre otros muchos.

El trompetista mecánico fue construido por Friedrich Kaufmann en 1810. Este fue un ejemplo de un programa montado en un autómata para tocar una melodía, tal como los órganos europeos callejeros. Las muescas montadas en el tambor activaban las válvulas que dejaban pasar el aire por doce lenguas. Estas producían un tipo de sonido modulado. Este sonido seria emulado por una trompeta para que sonara como una. El tambor era echado en marcha por un mecanismo de resortes a los que tenía que dárseles cuerda. La altura de este autómata era de alrededor 180cm.

  

De estas fechas data el famoso autómata de la catedral de Burgos, el Papamoscas, cuya misión es la de tocar las campanas señalando la hora: lo hace moviendo su brazo derecho (con el que mueve, a través de una campana, un badajo) al mismo tiempo que abre y cierra la boca. Si bien el mecanismo actual es del siglo XVIII, sustituye a un artilugio parecido de fecha anterior.

 

ÚLTIMA ÉPOCA: 1848-1914

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se siguieron creando autómatas de todo tipo, pero la realidad es que no fueron tan elaborados como sus antecesores y estuvieron más guiados al mundo del espectáculo. Entre los más importantes caben destacar “La pareja” de Alexander Nicolas Theroude,

     

los autómatas animales de Blaise Bontems,

      

las figuras que realizaban pequeños trucos de magia o la encantadora de serpientes de Roullet & Decamps,

     

     

el fumador turco de Leopold Lambert,

     

los escarceos con el mundo de los autómatas de científicos como Nikola Tesla y su robot sumergible con mando a distancia o el autómata caminante de George Moore con forma humana y movido por la fuerza del vapor que podía recorrer distancias a casi 9 millas a la hora.

Incluso Thomas Alva Edison construyó en el año 1891 una muñeca que hablaba,

así como los trabajos de Vichy,

  

o Jean Marie Phalibois.

     

     

Finalmente, con el estallido de la Primera Guerra Mundial la industria de los autómatas desaparece y no renacerá hasta la llegada de los modernos robots.

 

AUTÓMATAS EN CHINA Y JAPÓN

     

La cultura asiática, especialmente China y Japón, ha tenido una gran tradición de autómatas que se ha mantenido desde tiempos muy antiguos hasta la actualidad.

Ya en el año 2000 a. C. se cuentan leyendas chinas sobre autómatas. Como la creada por el hijo del rey Tach`uan, hecho de madera, y tan semejante al hombre que confundían a todos los que lo veían, hasta que descubren su naturaleza y es destruido.

King-su Tse, en China, en el 500 a. C. inventa una urraca voladora de madera y bambú y un caballo de madera que saltaba.

En tiempos más cercanos se habla de varios emperadores chinos que, curiosos por estos inventos, apoyaron la creación de todo tipo de autómatas, desde los que poseían forma animal (pájaros, caballos, gatos, monos etc.) hasta otros con forma humana y que andaban, bailan o tocaban instrumentos.

En el año 206 a. C., fue encontrado el tesoro de Chin Shih Hueng Ti por el primer emperador Han y que consistía en una orquesta mecánica de muñecos.

En el año 335 d. C., Hsieh Fec construye un carro con cuatro ruedas con la figura de Buda, hecha de madera de sándalo.

En el año 700 d. C., Huang Kun construyó barcos con figuras de animales, cantantes, músicos y danzarines que se movían.

En el 770 d. C., Yang Wu-Lien construye un mono que extiende sus manos y dice “¡Limosna! ¡Limosna!”, guardando su recaudación en una bolsa cuando alcanza un peso determinado.

El príncipe Kaya, hijo del Emperador Kannu, construye en el año 840 una muñeca que derrama agua.

En el 890, Han Chih Ho fabrica un gato de madera que caza ratas, y moscas tigre que bailan.

En 1662, se abre en Osaka el teatro Takedo de autómatas.

En el Japón de los siglos XVIII y XIX los autómatas consiguieron un alto grado de importancia y complejidad. Se les llamaba “karakuri”, que se podría traducir como “aparatos mecánicos para producir la sorpresa en una persona” y distingüían tres tipos de figuras: las “Butai Karakuri” que se usaban en el teatro, las “Zashiki Karakuri” más pequeñas y con las que se jugaba en las habitaciones y las “Dashi Karakuri” que se utilizaban en las festividades religiosas. Su mayor tarea era la representación de mitos y leyendas tradicionales aunque existían de todo tipo como algunos que servían el té o lanzaban flechas con un arco. Ya entrados en el siglo XX y XXI vemos como la tradición del karakuri se mantiene en los modernos robots japoneses, con la creación de complejísimos robots antropomorfos como ASIMO, QRIO o Repliee Q1 o mascotas robóticas como Aibo, descendiente directo de los autómatas animales de siglos pasados.

  

  

 

TIPOS ESPECIALES DE AUTÓMATAS

Cabezas y máquinas parlantes

     

Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro. La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes. Uno de los ejemplos más famosos es la cabeza con forma de hombre de Roger Bacon (1214-1294), hecha de latón y que podía responder a preguntas sobre el futuro; la de Alberto Magno con forma de mujer; la de Valentín Merbitz que decían que hablaba varios idiomas, otros dicen que gracias a un ventrículo; la cabeza parlante del Papa Silvestre II que respondía aleatoriamente “sí” o “no” a las preguntas que se le hacían; o la figura de la santa que hablaba de Athanasius Kircher, además de su libro “Misurgia Universalis” donde describe con detalle la creación de figuras que pueden mover los ojos, labios y lengua.

En cualquier caso, la mayoría de ellas conseguían la “voz” a través de diversos sistemas. El primero con base documental en conseguirlo fue Kratzenstein que con un sistema de tubos de órgano podía reproducir las vocales. Más tarde Wolfrang von Kempelen explicaba en una de sus obras como fabricar y manipular una de estas máquinas para que puedan pronunciar algunas frases breves a través de una especie de fuelle por el que pasaba el aire y se modulaban los sonidos. O las creadas por Abate Mical, de tamaño natural y que, exhibidas de dos en dos, se contestaban la una a la otra. Ya en el siglo XIX Joseph Faber ideó la versión más perfecta de estas máquinas, bautizada como Euphonia, que se utilizaba como el órgano de una iglesia y que podía desde recitar el alfabeto a responder preguntas, susurrar o reír.

Jugadores de ajedrez

Wolfgang von Kempeler inventor, como se ha señalado anteriormente, de una de las primeras máquinas parlantes fue también creador de uno de los más famosos autómatas de la historia, que a su vez, fue uno de los mayores fraudes de su tiempo pero que, a pesar de ello, impulsó la creación de autómatas jugadores de ajedrez hasta casi nuestros días. Hablamos de El Turco.

     

Construido en 1769, “El Turco” estaba formado por una mesa donde estaba colocado un maniquí con forma humana vestido con ropajes árabes. Una puerta en la parte frontal se abría y dejaba ver el supuesto mecanismo de funcionamiento del autómata. Este jugador fue una de las mayores atracciones de la época ya que, según contaban, era invencible. Viajó a lo largo de Europa aún después de la muerte de su creador, pasando a manos de Johan Maezel, llegando a derrotar al mismísimo Napoleón Bonaparte durante la campaña de la Batalla de Wagram. Después de viajar por Estados Unidos aterriza en Cuba donde muere William Schlumberger, ayudante de Maezel, y posible encargado de introducirse dentro del autómata para jugar las partidas, ya que después de esta muerte “El Turco” dejó de exhibirse hasta acabar destruido en 1845 en el gran incendio de Filadelfia. Más tarde se dijo que, a lo largo de su historia, el autómata había tenido varios operadores que movían el mecanismo gracias a un tablero de ajedrez secundario. Cada pieza del tablero principal contenía un imán, así el operador podía saber que pieza había sido movida y dónde. El operador hacía su movimiento mediante un mecanismo que podía encajarse en el tablero secundario, indicando al maniquí donde mover.

La fama de este autómata hizo que se crearan otras muchas réplicas con el mismo truco de funcionamiento, algunas de ellas en el siglo XIX como es el caso de “Ajeeb” presentado por Charles Hooper en 1868 o “Mephisto” nacido en 1876 consiguiendo ganar un torneo de ajedrez en Londres sin que nadie se percatara del artificio.

Sin embargo, sí existió un autómata cuyo funcionamiento era totalmente real. Su creación se debe al español Leonardo Torres Quevedo, ingeniero y matemático, inventor de “El Ajedrecista” presentado en la feria de París de 1914. Funcionaba utilizando unos electroimanes bajo el tablero, jugando automáticamente hasta el final con un rey y una torre contra un rey desde cualquier posición sin ninguna intervención humana.

  

Así, podemos considerar a estos autómatas, tanto los falsos como los reales, como pioneros de los modernos juegos de ajedrez informáticos y de ordenadores como Deep Blue que mantienen el mismo espíritu y objetivos que sus predecesores: Conseguir que una máquina pueda vencer a la mente humana.

 

AUTÓMATAS EN LA FICCIÓN

En la mitología

  • Prometeo, según la mitología griega, creador del ser humano.
  • Pygmalion, ser de la mitología griega que esculpió la estatua de una joven a la que llamó Galatea, tan hermosa que se enamoró de ella, deseando que tuviera vida.

  • Hefesto ser mitológico que creó mujeres mecánicas construidas en oro que le ayudaban en sus labores de herrería.
  • Los Argonautas, crearon un perro autómata para que custodiara su nave.
  • El Gigante de Talos, hecho de bronce.

  • El Golem, según el folclore judío, ser creado de arcilla por el rabino Löw introduciéndole en la boca el shem, una inscripción mágica en hebreo que contenía el nombre de Yahveh.

En la literatura

  • En el Satiricón de Petronio se describe un esclavo con esqueleto de plata articulado que sirve los platos y las bebidas.

  • Don Quijote de La Mancha, en el capítulo 62 de su segunda parte, habla de una cabeza parlante que Don Quijote encuentra en su camino y que cree hecha por medio de la brujería, cuando en realidad era un truco de feria.
  • En El Hombre de Arena E. T. A. Hoffmann habla de Nataniel y su amor por la autómata Olimpia. Su fin será el suicidio al descubrir la verdadera naturaleza de su amada.
  • Frankenstein, obra escrita por Mary Shelley en 1818 y que cuenta la historia del Doctor Frankenstein, obsesionado con crear un ser vivo a partir de diferentes partes del cuerpo de cadáveres diseccionados.

  • El jugador de ajedrez de Maezel de Edgar Allan Poe donde intenta descifrar el auténtico funcionamiento de El Turco.
  • El Maestro Zacarías, de Julio Verne cuenta la historia de un relojero que transfiere su alma a sus autómatas.

  • La Eva Futura de Villiers de L´Isle Adam describe a Hadaly, la mujer artificial ideal pero a la vez critica los excesos de las invenciones tecnológicas representadas por Edison.
  • Las Aventuras de Pinocho de Carlo Collodi con la historia de Gepeto y su marioneta de madera que cobra vida gracias a la intervención de un hada madrina.

  • Los Robots Universales de Rossum, escrita en 1920 por el checo Karel Capek y primera obra donde es utilizado el término moderno "robot"

En el cine

  • Metrópolis (1927) dirigida por Fritz Lang, donde el científico Rotwang CA crea un robot antropomorfo con forma de mujer (o gynoide).
  • El Mago de Oz (1939) dirigida por Victor Fleming, donde aparece el personaje el hombre de hojalata, que viaja a Oz en busca de un corazón.

  • 2001: Una odisea del espacio (1968) dirigida por Stanley Kubrick, en la que aparece el personaje HAL 9000, una computadora con inteligencia artificial que eventualmente enloquece, intentando matar a los tripulantes de la nave Discovery.
  • Westworld (1973) dirigida por Michael Crichton y protagonizada por Yul Brynner, donde los robots de un parque temático que simulaba el antiguo oeste americano se rebelan en contra de los visitantes.

  • Las mujeres perfectas (1975 y remake en 2004). En la ciudad de Stepford los hombres han sustituido a sus mujeres por autómatas que obedecen todas sus órdenes.
  • Blade Runner (1982) dirigida por Ridley Scott, donde aparecen los “Replicantes”, idénticos a seres humanos pero con una esperanza de vida limitada, utilizados como trabajadores.

  • Terminator (1984) dirigida por James Cameron. En el futuro las máquinas han esclavizado al hombre y envían al pasado a un autómata de apariencia humana para que elimine a la futura madre del que será líder de la rebelión contra las máquinas.
  • Eduardo Manostijeras (1990) dirigida por Tim Burton, cuenta la historia de Eduardo, un autómata con unas afiladas cuchillas por manos, que quedó incompleto al morir prematuramente su creador.

  • Toy Story (1995) dirigida por John Lasseter, recupera el mito de que los seres inanimados, como los juguetes, tienen vida propia en ausencia de sus dueños.

  • Inteligencia Artificial (2001) de Steven Spielberg, narra la historia de David, un robot único en su género capaz de amar.

 

VIDEOS SOBRE AUTÓMATAS

LA AUTÓMATA NANCY

JOUEUSE DU TYMPANON

ARPISTA DE VICHY

MAGO CHINO

AUTÓMATAS

AUTÓMATA ACORDEONISTA

ANDROIDES DE JAQUET-DROZ

ELEFANTE-RELOJ DE AL JAZARI

AUTÓMATA DE MAILLARDET

DEMOSTRACIÓN DE AUTÓMATAS DE MAILLARDET

AUTÓMATAS CLÁSICOS

YUMIHIKI-DOJI KARAKURI NINGYO

AUTÓMATAS JAPONESES DEL SIGLO XIX

KARAKURI NINGYO

 

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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