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LEER POR LEER : UN PORVENIR PARA LA LECTURA

por Armando Pretrucci. Guglielmo Cavallo, Roger Chartier en Historia de la Lectura en el mundo occidental

Un porvenir para la lectura, entendida como una actividad cultural o de deleite para el hombre alfabetizado, está asegurado, en la medida en que es cierto que en el futuro próximo continuará la otra actividad comunicativa fundamental, propia de las sociedades alfabetizadas: la de la escritura. Hasta que dure la actividad de producir textos a través de la escritura (en cualquiera de sus formas), seguirá existiendo la actividad de leerlos, al menos en alguna proporción (sea máxima o mínima) de la población mundial.

Por otra parte, no parece que puedan surgir serias dudas sobre la continuidad en un futuro más o menos cercano de la producción de la escritura por parte de las clases culturales de la sociedad humana. Nuestro mundo produce actualmente, con funciones muy diferentes, una cantidad de escritos mucho mayor de cuanto se producía a principios o mediados de este siglo y de cuanto se haya producido nunca en los siglos pasados; en la mayoría, sino en la totalidad de los casos, se trata de escritura destinado a cualquier actividad de lectura inmediata o distanciada en el tiempo, limitada o difundida socialmente. No vemos de qué modo o por qué esta actividad esencial para el desarrollo de importantes funciones burocráticas, informativas y productivas, podría o debería dejar de existir. En definitiva, los hombres (o algunos de ellos) continuarán leyendo mientras haya hombres (los mismos u otros) que sigan escribiendo para que cuanto escriban sea leído por alguien; y todo ello nos hace pensar que esta situación continuará existiendo al menos durante algún tiempo.

Según Robert Pattison, «La literacy de la época de los faraones en adelante no ha padecido estragos, sino solamente cambios»; y podemos presuponer que seguirá cambiando sin desaparecer.

De modo que no es ésta la cuestión que puede interesar al historiador-profeta o al analista de los comportamientos socioculturales de masa. La pregunta que nos interesa es más sutil: ¿cuál será en el futuro próximo la actividad de lectura de los hombres?, ¿cuánto se extenderá socialmente y sobre qué tratará?, ¿Qué importancia y qué funciones tendrá en la sociedad?, ¿la demanda de lectura crecerá o disminuirá? Y cómo se comportarán con respecto a esto las diversas áreas socioculturales del planeta? Y por último, ¿es verdad lo que se ha afirmado recientemente, es decir, que «la actividad de leer se retrae en la misma medida en que la operación de leer se universaliza?».
 

LO QUE SE LEE, DÓNDE SE LEE

Los historiadores nunca han sido buenos profetas; ellos tienen, como sabemos, numerosas dificultades para investigar e interpretar el pasado y tienen aún más para adivinar el futuro; así pues, nadie puede pedirles que se transformen en videntes.

A pesar de ello, si es lícito aventurar algunas previsiones sobre los comportamiento humano en un sector complejo como el de la culturización, es posible hacerlo sólo partiendo del análisis de los datos relativos a la situación de la alfabetización, de la producción y de la demanda de textos, y de la circulación de publicaciones en el mundo en la última década.

Debemos aclarar en primer lugar que un problema como el que hemos expuesto al principio -y que es el núcleo de este trabajo- no puede afrontarse desde una óptica limitada a los países desarrollados de Europa y de América, sino con una perspectiva a nivel mundial; bien porque el porvenir de la lectura está en juego no donde ésta es una práctica habitual y consolidada, sino allí donde no lo es, bien porque las novedades de la demanda, de la oferta, de los usos y prácticas de la lectura sólo pueden proceder de las situaciones de frontera, allí donde la lectura, de la mayoría y de la elite, ahora se está formando y difundiendo, en situaciones socioculturales absolutamente nuevas respecto al pasado y respecto a los países  de antigua alfabetización. Y en el fondo, o sobre todo, también porque, como ha escrito recientemente un historiador de la literatura con resuelta sinceridad:
 

De ahora en adelante a los intelectuales más rigurosos o sólo más honestos no les será suficiente dar cuenta del privilegio occidental: deberán medirse con el otro, con alguien diferente al que no siempre será posible exorcizar invocando la locura y la barbarie del atraso.
 
Los datos de los que disponemos, y que provienen de las investigaciones de la UNESCO, presentan un cuadro que está modificándose rápidamente y que está muy diversificado en las diferentes áreas del globo, del cual resulta lo siguiente:

a) El proceso de alfabetización está en lento crecimiento en términos de porcentaje, pero el número de los analfabetos es cada vez mayor en términos numéricos y ya ha superado los mil millones. En 1980 había una tasa de analfabetismo del 28,6 por ciento, correspondiente a 824 millones de individuos; en 1985 el porcentaje había descendido ligeramente al 28 por ciento, pero el número total llegó a 889 millones. Las áreas en las cuales el analfabetismo estaba más difundido están localizadas sobre todo en África (en algunos países árabes y en otros de economía fundamentalmente rural), en América Latina (Guatemala, Ecuador, Perú, Haití y Bolivia), en Asia sobre todo entre los países musulmanes (Pakistán, Afganistán y Arabia Saudí). Aparte de estos casos extremos, un problema de analfabetismo extendido está presente en casi todos los países africanos, en gran parte de los latinoamericanos y en numerosos países asiáticos. Además, también en muchos de los países llamados desarrollados, están presentes altos porcentajes de analfabetismo de regreso y de analfabetismo primario de origen exterior, situado especialmente en las grandes áreas urbanas. Aparte, tenemos el caso de Estados Unidos, donde la difusión social del analfabetismo entre negros, latinoamericanos y empleados urbanos es muy importante y ha dado lugar en la dos últimas décadas a encuestas y a campañas de alfabetización, que prácticamente no han obtenido resultados.

b) Las causas de la permanencia del analfabetismo en grandes áreas del mundo no dependen sólo del bajo nivel económico, sino también de razones políticas e ideológicas. Existen regímenes que no han acogido de buen grado el desarrollo de la educación de masas (por ejemplo, Haití, Perú); otros países, como los musulmanes, en donde la educación de la mujer está bloqueada; efectivamente, una de las consecuencias del analfabetismo femenino, característico de los países que viven con una fuerte ideología religiosa, es un desarrollo demográfico incontrolado, que a su vez contribuye a mantener altas las tasas de analfabetismo general. Las únicas campañas logradas de alfabetización social son las de algunos países (como Cuba, Vietnam y la Nicaragua sandinista) que, con el modelo soviético, han implicado a las mujeres en el proceso educacional y han apoyado campañas de control de natalidad.

c) La producción de libros crece vertiginosamente en todo el mundo, tanto en los dos países gigantes, EE UU  y URSS (al menos hasta 1989), como en Europa, como en los países pertenecientes a otras áreas (pero sólo a partir de la última década). En 1975 fueron producidos en el mundo 572.000 títulos; en 1980 715.000; en 1983, 772.000. A principios de los ochenta, Europa, con un 15 por ciento de la población, producía aún el 45,6 por ciento de los libros; la URSS, con el 8,1 por ciento de la población, el 14,2 por ciento y Estados Unidos, con el 7,5 por ciento de la población, el 15,4 por ciento. Este cuadro está destinado a cambiar en el futuro, pero no de un modo radical, ni excesivamente rápido.

d) Por lo que respecta a la prensa, en 1982 se producían en todo el mundo 8.220 periódicos, de los cuales 4.56o en los países desarrollados (en USA, 1815). Era muy abundante la circulación de ejemplares en países con una antigua tradición de lectura y de información: en Gran Bretaña se contaban 690 ejemplares por cada mil habitantes; en Japón, 751; en Suecia y en Alemania del Este, 496; y en Francia, 205.

e) Los préstamos de libros efectuados en las bibliotecas públicas proporcionan datos análogos. Según el cómputo de 1980, Estados Unidos está en cabeza con 986 millones de volúmenes, seguidos de la URSS, con 665 millones, y por Gran Bretaña, con 637; lo que quiere decir que, dado el porcentaje de población, este último es el país en el que la circulación librera por la vía del préstamo es la más alta del mundo. Le siguen Francia con 89 millones, Dinamarca con 79 y Suecia con 77; pero para estos dos últimos países valen las mismas consideraciones que hemos planteado para Gran Bretaña.

Aparte de fenómenos recientes, relacionados sobre todo con positivas evoluciones políticas de áreas o países de América Latina, en África o en Asia, es, pues, evidente que la mayor producción y la más difundida circulación de libros y de periódicos se sitúan en los países más alfabetizados y los más poderosos económicamente; y, en particular, en algunos países europeos con una tradición cultural antigua. Las áreas en las que la circulación de textos escritos es menor o ínfima con aquéllos no sólo débiles económicamente, sino también donde la presión demográfica es más fuerte y se mantiene a la mujer al margen del proceso educacional.

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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