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UNA INTERNET DE BABEL. LECTORES Y BUSCADORES.

Usuarios condenados a buscar en la red.

N.Quiroga en tapera.info

 

En la actualidad, la simbiosis, un tanto forzada, de dos grandes proyectos atraviesa una larga serie de representaciones sobre Internet. Por un lado, está el proyecto que podríamos identificar como enciclopédico; y, por el otro, el vinculado al consumo. El proyecto enciclopédico nos recuerda el argumento borgeano del cuento La biblioteca de Babel (1): una biblioteca que contiene todos los libros posibles. Frecuentemente solemos escuchar y leer comparaciones de esa naturaleza. En general, todas ellas tienden a concebir a Internet como un ámbito en el que puede hallarse “toda” (2) la información. Una serie imprecisa de multiplicadores hace aún más impactante el efecto de vastedad: aumento de las páginas web, aumento de las conexiones, desarrollo de software, velocidad de transmisión de datos, etc.

La analogía con el argumento borgeano tiene sus límites, pero se funda en un comportamiento propio de los lectores/internautas. En el caso del cuento de Borges, una sencilla ecuación sobre los signos del abecedario agota todos los recursos de la imaginación alfabética, y nos destina a eso que ya es un lugar común: fatigar los anaqueles .

En el caso de Internet-aún si no existe cifra y la vastedad es antes que certeza parte de la mitografía- la tarea de buscar mantiene su protagonismo. Buscar información (cómo, dónde) se ha convertido en la principal actividad asociada a este tipo de interactividad. Lo cual tiene fuertes implicancias, especialmente cuando la idea de “fatigar los intersticios” no se corresponde con los atributos más soñados de la interacción “virtual”.

Buscar es el efecto más poderoso del sueño enciclopédico, pero también el más paradójico. ¿Qué hacer con la inmanente velocidad del medio, si no podremos jamás visitar las miles y miles de páginas que nos arroja una búsqueda de la palabra “Borges”? El delirio clasificatorio que ronda al cuento de Borges se manifiesta en la Red como la vía regia para operar sobre las necesidades del consumidor. La bisagra entre el proyecto enciclopédico y el proyecto del consumo en torno a Internet la construyen los buscadores, metabuscadores, categorizadores, y editores de la información existentes.

El proyecto del consumo -que no será revisado aquí sino superficialmente-, puede rastrearlo cualquier internauta con cierta antigüedad: la dura batalla entre las empresas “brick and mortar” y las puntocom, y sus permutaciones, puede estar ametrallándonos con cifras inestables, pero de hecho está afectando los comportamientos de los internautas: paulatinamente los regímenes de organización del caos informativo tienden a hacer de muchos cuadrantes de Internet grandes tiendas autorizadas. La búsqueda de un autor (digamos “Newton”), en la actualidad, nos devuelve cada vez más enlaces de sitios de subscripción de pago, pay per view, librerías, etc., y menos de una imaginada información académica, de acceso libre, gratuito y rápido ( 3). El proyecto que aquí llamamos, ineficazmente, “del consumo” apunta más bien a grillar el espacio (que definimos como virtual porque nos resulta cada vez más inasible), en una retícula de hipermercado. La idea no es descabellada: los hipermercados tienen efectivamente una grilla que obliga a los clientes a circular en un sentido y no en otro.

Un informe de hace 3 años sobre el futuro de los buscadores revisaba los mecanismos de búsquedas de muchos de ellos ( 4). El resultado insiste en parecerse a un análisis de política editorial en el que los sujetos que intervienen son: autor (sitios web) - editor (buscador) - y consumidor (opinión y/o número de lectores). Cualquiera que esté familiarizado con los agentes vinculados al mundo del libro, reconocerá la pertinencia de las analogías con dicho universo.

Al parecer, las formas de clasificación con las que operan la mayoría de los buscadores pueden diferenciarse de acuerdo al polo que refuerzan. Así, existen:

1) buscadores que vinculan sitios web con lo que sus autores informan (una especie de atención al prólogo o a los metatags);

2) buscadores que jerarquizan la información que recolectan de la Red (una especie de productores de contratapas y catálogos o directorios); y

3) buscadores que ponderan los sitios web de acuerdo a la cantidad de visitas o a la opinión de expertos o idóneos (suerte de críticos o estadistas de los top-ten). Pululan, además, formas híbridas sobre las típicas.

Lo curioso de todo este banquete “a la Linneo” es que se monta sobre dos pseudoparadojas muy sugerentes. En primer lugar, el exiguo porcentaje de rastreo e indexación de los buscadores, sobre un hipotético total de sitios webs (5) . En segundo lugar, la referencia a una audiencia que se contenta con examinar un número limitado de sitios, resultado de una búsqueda ( 6). Esta certeza obliga a los creativos a profundizar las herramientas que guían al consumidor: ranking de páginas, búsquedas avanzadas, búsquedas diferenciadas por soporte (tipos de archivos que deseamos hallar), etc ( 7).

La conjunción de estas dos cuestiones golpea tanto sobre el proyecto enciclopédico, como sobre el del consumo. La mediación de los buscadores, a la luz de aquellas, se torna limitada y dirigida. Curiosamente, sin embargo, las exigencias de los usuarios parecen apuntar a un incremento de velocidad de búsqueda, antes que a filtrados menos monolíticos y desligados de las grandes marcas del business ( 8 ). No conozco investigaciones en torno a este tema, que considero fundamental. Se trata de indagar sobre el comportamiento de los internautas más allá de la pasividad con la que las tecnometrías tienden a considerarlos. Esta pasividad halla en la acción “buscar” su más pasmosa expresión. Y, sin lugar a dudas, revela la desconexión con los proyectos enciclopédicos anteriores al mundo digital, los cuales apuntaban a la construcción de palacios sapienciales, antes que a fantásticas visitas guiadas.

La tendencia a buscar información caracteriza a Internet con rasgos inmanentes que como espacio dinámico no posee. Dicha tendencia impacta además en el mundo de los educadores, quienes se encargan de reproducirla. La gloria de una educación vinculada a los avances tecnológicos parece resumirse a cursos que acentúan la formación de usuarios (que explotan todos los recursos), en lugar de considerar a las redes digitales como ámbitos de debate, publicación y revisión de producciones específicas. Algunas excepciones merecen, sin embargo, ser subrayadas.

Robert Darnton ( 9), un reconocido historiador americano, comparando a Internet con la Ciudad de Dios agustiniana, ha sugerido recientemente formas de utilizar el libro electrónico (e-book) para complejizar el formato tradicional del libro. Con ese criterio, los trazos que un libro sintetiza y, en alguna medida, simplifica los caminos que los historiadores construyen en su investigación de archivo pero que no están expuestos cuando escriben artículos o libros, pueden incluirse a través del soporte e-book. Podríamos decir: de la caja de zapatos con fichas, pasando por la base de datos relacional, a la publicación de los resultados y los caminos de la investigación.

No se trata, claro, de negar los aspectos productivos del “buscar”, sino más bien, de reconsiderarlo bajo las tenazas del proyecto del consumo, y de una perspectiva enciclopédica que abunda en falacias y contradicciones. En un espacio en el que cada vez más tendemos a percibir la producción como propia de diletantes o autodidactas (peligrosos) con tiempo libre, las políticas educativas deberían inclinarse por recuperar el afán enciclopédico y desmitificar la suficiencia de los instrumentos de mediación, y el presupuesto de que el tiempo de aprendizaje, de acceso al conocimiento, puede medirse en kilobytes por segundo.

Notas
(1) http://rehue.csociales.uchile.cl/rehuehome/facultad/_
publicaciones/autores/borges/borges_n1.htm
(2) Aunque existe un sobreuso de la metáfora, las inferencias que se hacen a partir de ellas son diferentes e incluso antagónicas. De todas formas, debemos subrayar que -desde que Umberto Eco instaló la figura, allá por 1981- una gran cantidad de escritos sobre el tema, luego de proponer la similitud, retoma asuntos vinculados al volumen y autoridad de la información, y en muchos casos vuelven sobre el tema de los buscadores en la red. Algunas páginas para revisar son:

* Entrevista a Ignacio Ramonet. Rémy Fière (16/04/1999). “Sur l’Internet, «une rumeur et une info se valent »”. http://www.liberation.fr/multi/cahier/articles/sem99.16/cah990416h.html
* Christopher Rollason: “Borges’ ‘Library of Babel’ and the Internet”. http://www.themodernword.com/borges/borges_papers_rollason2.html
* Froilán Fernández: “Borges binario” publicado en El Nacional (29/08/1999). http://www.analitica.com/bitblioteca/froilan/borges.asp
* Froilán Fernández: “La web cuenta su propia historia”. http://www.el-nacional.com/tecnologia/ciberespacio1.htm
* Roberto Hernández Montoya: “Breve teoría de Internet”. Versión 16,311. (14/04/2000). http://www.analitica.com/bitblioteca/roberto/teoria.asp
*Paula Greco: “Borges extiende su obra en el mundo ilimitado de la Red”.LA NACIÓN (15/06/2001). http://www.lanacion.com.ar/01/06/15/dq_312753.asp
* MARIA COPANI: “El mundo de la cultura.com” (23/07/2000). Este texto es una especie de máquina de reproducir mitos. http://www.clarin.com/suplementos/zona/2000-07-23/i-00301e.htm
* Alejandro Teruel: “La Telaraña de Babel: Reflexiones sobre el Futuro Informático” (10/10/2000). http://www.ldc.usb.ve/~teruel/entremeses/entremeses.html
* António Fidalgo: “A Biblioteca Universal na Sociedade de Informação”. http://www.ubi.pt/~comum/fidalgo-biblioteca.html
* Susana Haydu: “Borges y CIBERLETRAS”. http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v1n1/intro_01.htm
* Revista Surf - Argentina. http://www.isurf.com.ar/99-08-agosto/not_bor.htm
( 3) Danny Sullivan: “The End For Search Engines?”.
The Search Engine Report, (06/02/2001). http://searchenginewatch.com/sereport/01/02-theend.html
( 4) Mark Frauenfelder: The Future of Search Engines. The Industry Standard Magazine.(25/09/1998). http://www.thestandard.com/article/0,1902,1826-0,00.html
( 5) Ashley Dunn: “Search engines finding less on growing Web”. Los Angeles Times (08/07/1999). http://seattletimes.nwsource.com/news/nation-world/html98/inet_19990708.html
Susan Feldman: “New Study of WWW Search Engine Coverage Published”. (12/07/1999). http://www.infotoday.com/newsbreaks/nb0712-1.htm
( 6) “Average surfer gives up after 12 minutes”, (12/01/2001). http://www.europemedia.net/shownews.asp?ArticleID=1105
( 7) Kevin Elliott: “Tasty New Search Engines” (16/07/2001). http://websearch.about.com/library/weekly/aa071601a.htm
( 8 ) http://industrytrends.w1ctech.com/main.php
( 9 ) Robert Darnton: “A historian of books, lost and found in cyberspace”, The Chronicle of Higher Education, Washington; (12/03/1999).

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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