Real Academia
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BIBLIOFILOS CÉLEBRES
BIBLIOFILOS ESPAÑOLES
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EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO
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Alfonso X
el Sabio |
(1221-1284) Poeta en gallego y patrocinador de obras capitales
en castellano: hasta nuestros días han llegado códices suyos como las
Cantigas, el Lapidario y el Libro de los juegos. Muchos de ellos se
conservan en la Biblioteca del Monasterio del Escorial. |
Juan
Fernández de Heredia |
(1310-1396) Fue escritor, mecenas, político y diplomático
aragonés al servicio de Pedro IV de Aragón y gran maestre de la Orden de
San Juan de Jerusalén.
Heredia fue el patrocinador de un escritorio similar al que en
Castilla produjo Alfonso X El Sabio. La mayor parte de su obra manuscrita
fue a parar a manos de don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana,
mientras que otros ejemplares recayeron en la biblioteca de Benedicto XIII,
el "Papa Luna". Finalmente se conservan en su mayoría en la Biblioteca
Nacional y escurialense, donde acabaron llegando desde las colecciones
reales. Toda su obra fue vertida en su redacción definitiva al aragonés. |
Pedro de
Luna (Benedicto XIII) |
(1329-1423) Llegó a reunir 2000 volúmenes, que se dispersaron
poco después de su muerte. |
Iñigo López
de Mendoza (Marqués de Santillana) |
(1398-1458) Político, militar y poeta, hombre de gran cultura y
gran admirador de los clásicos. En su palacio de Guadalajara logró reunir
una importante biblioteca, parte por compra de códices procedentes de
otras, y parte por encargo personal, principalmente a talleres
florentinos.
Bastantes de sus libros pasaron a sus descendientes, los duques
del Infantado, y desde 1886 se conservan en la Biblioteca Nacional. |
Lope de
Barrientos (Obispo de Cuenca) |
(1382-1469) Fue uno de los clérigos más importantes de la Corona
de Castilla. Mandó a la hoguera los libros de Enrique de Villena, con fama
de nigromante. |
Enrique de
Villena |
(1384-1434) Enrique de Aragón, “el nigromántico”, fue Maestre de
la Orden de Calatrava y cultivó la poesía, la medicina, la astronomía y la
teología. Parce ser que no perdió todas sus obras en la hoguera y pudo
rescatar parte de ellas. |
Pedro
González
(I Cardenal
Mendoza) |
(1428-1495) Hijo del Marqués de Santillana. Tuvo una rica
biblioteca de la que se conservan algunos ejemplares en la BN; otros los
donó al Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, con orden de que
“fueran ligados con férreas cadenas”. |
Reina
Isabel la Católica |
((1451-1504) Reina de Castilla y León, y reina consorte de
Sicilia y Aragón, fue la primera bibliófila española. Formó una gran
biblioteca, que se conserva en su mayor parte en El Escorial, aunque
quedan algunas obras litúrgicas en la Capilla Real de Granada, y su
Breviario, que está en la BN. |
Rey Alfonso
el Magnánimo |
(1416-1458) Alfonso V de Aragón o Alfonso I el Sabio, fue rey de
Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña, Nápoles y conde de
Barcelona. Fue un genuino príncipe del Renacimiento ya que desarrolló un
importante mecenazgo cultural y literario que le valió el sobrenombre de
“el Sabio” y que convertiría a Nápoles en el foco principal de la entrada
del humanismo renacentista en el ámbito de la Corona de Aragón. Fruto de
este mecenazgo fue un círculo de poetas de cancionero cuya obra recoge el
Cancionero de Stúñiga.
Su devoción hacia los clásicos fue excepcional. En sus propias
palabras dijo: “los libros son, entre mis consejeros, los que más me
agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que
debo hacer". Se cuenta que concertó la paz con Cosme de Médicis a
cambio de un códice de Tito Livio. |
Hernando
Colón |
(1489-1539) Segundo hijo de Cristóbal Colón, fue bibliógrafo y
cosmógrafo. Dedicó su tiempo y su fortuna a reunir una de las más grandes
bibliotecas del Renacimiento. Así, entre 1509 y 1539 recorrió gran parte
de Europa buscando obras impresas y manuscritas para su colección, una
biblioteca de corte universal que sirviese de instrumento de trabajo a los
estudiosos e investigadores. Pero no solamente compraba libros, sino que
también los leía, los catalogaba y los resumía. Además anotaba el precio
de cada uno, dónde lo compró o quién se lo regaló.
La Biblioteca Colombina –o Hernandina como quiso llamarla
su creador- llegó a alcanzar los 16.000 volúmenes, de los cuales
–desgraciadamente- sólo ha llegado hasta nosotros una quinta parte, entre
ellos 1.250 incunables y 636 manuscritos, que se conservan en la Catedral
de Sevilla. La gran colección de grabados se dispersó, posiblemente para
pagar deudas.
Se calcula que llegó a poseer la mitad de todos los libros
impresos hasta la fecha de su muerte.
Hernando dejó dispuesto en su testamento que todos sus libros
llevasen una nota a modo de ex libris: «Don Fernando Colón, hijo de Don
Cristobal Colón, primer Almirante que descubrió la India, dejó este libro
para uso e provecho de todos sus prójimos, rogad a Dios por él». |
Marqués de
Cenete |
(1470-1523) Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, hijo del Cardenal
Mendoza, fue hombre de educación culta y refinada. Su biblioteca poseía en
1523 la nada despreciable cifra de 631 títulos, excepcional en la época. |
Diego
Hurtado de Mendoza |
(1503-1575) Poeta y diplomático español. Fue cronista de la
sublevación de los moriscos, y presunto autor del Lazarillo de Tormes.
Durante su actividad diplomática en Italia reunió una excelente biblioteca
humanística, sobre todo de manuscritos griegos. Codiciada su biblioteca
por Felipe II, tuvo el rasgo de legársela a pesar de su poca simpatía por
el rey. |
Benito
Arias Montano |
(1527-1598) Fue humanista, hebraísta, biólogo y escritor
políglota. Dirigió la Biblia Políglota de Amberes o Biblia Regia. |
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SIGLO XVII |
Diego
Sarmiento de Acuña (Conde de Gondomar) |
(1567-1626) Noble y diplomático español, caballero de la
orden de Calatrava, Señor de las Villas y Casa de Gondomar, I conde de
Gondomar y embajador de España en Inglaterra entre 1613 y 1622. Fue el más
avisado y experto embajador español de la Edad Moderna, merecedor de
epítetos como el "Embajador de España" y el "Maquiavelo español".
Amigo personal de Jacobo I de Inglaterra, tuvo un papel muy destacado en
la política inglesa del período, en especial en el mantenimiento de la paz
entre Inglaterra y España, liderando la facción católica y pro-española de
la Corte inglesa.
Erudito y bibliófilo, reunió una de las más importantes
bibliotecas privadas del siglo XVII.
El conde hizo
uso de comitivas para encontrar libros fuera y dentro de España. Compró
mucho en el extranjero ya que estuvo varios años como embajador fuera de
España. Compró muchos libros para su biblioteca sita en Valladolid.
Su colección
libraria se hizo muy famosa.
Muerto el
Conde, sus sucesores y los encargados de la biblioteca controlaron los
fondos que eran de unos 15.000 volúmenes. A la muerte del Conde muchos
libros desaparecieron aunque muchos de esos volúmenes eran repetidos. Se
perdió entre 1/3 de esos 15.000 volúmenes. Conocemos este dato por un
índice e inventario de la biblioteca.
Lo que quedó
de los libros permaneció en Valladolid hasta el siglo XVIII. El Marqués de
Malpica, sucesor del título vendió la biblioteca a Carlos III y los fondos
pasaron a la Biblioteca de Palacio. Otra parte del fondo fue a parar a la
Biblioteca Nacional y otra pequeña parte a la Real Academia de la
Historia.
Actualmente se encuentra en la Real Biblioteca un fondo de
impresos y manuscritos del que forma parte también una colección de más de
dieciocho mil cartas privadas con noticias valiosas sobre vida cotidiana y
relaciones internacionales europeas en la primera mitad del XVII. Bien
representadas materias como historia, poesía (con valiosísimos cancioneros
manuscritos), teoría política y antigüedades. Piezas manuscritas
emblemáticas, como el fragmento de La Celestina, el fondo de manuscritos
teatrales del Siglo de Oro y la Anacephaleosis ilustrada de Alonso de
Cartagena. Entre la colección de impresos es notable la presencia de libro
inglés antiguo, poco habitual en las librerías nobiliarias españolas del
XVII. |
Gaspar
Galcerán de Pinós y Castro (Conde de Guimerá) |
(1584-1638) Historiador y anticuario español, fue un erudito y
coleccionista aficionado a las monedas y las antigüedades como Vincencio
Juan de Lastanosa , en cuyo círculo de intelectuales se movió. Entró en
contacto con él con poco más de 20 años (se conservan una cincuenta cartas
escritas por Guimerá al joven Lastanosa). Juntó una importante biblioteca
y una gran colección de manuscritos, medallas e inscripciones. Tras la
muerte del Conde, el mecenas oscense heredó algunos de sus valiosos
manuscritos. |
Conde-duque
de Olivares |
(1587-1645) Gaspar de Guzmán y Pimentel, noble y político
español, fue válido del Rey Felipe IV. Reunió la más importante biblioteca
privada que ha existido en España, en parte por la compra y en parte
también por medios poco honrados. Poseyó, entre otros ejemplares
célebres, la Biblia de Alba y el Códice Chacón (el mejor manuscrito de
Góngora, hoy en la BN).
La parte de manuscritos pasó a ser heredada por su sobrino
Luis de Haro que la legó a su hijo Gaspar que donó buena parte de los
fondos ( más de 1000 ejemplares) a Felipe IV por lo que las obras fueron a
parar al Escorial. Otros manuscritos fueron malvendidos, el Códice de la
Casa de Alba fue recuperado por sus dueños legítimos, y otros ejemplares
viajaron al extranjero. |
Vicencio
Juan de Lastanosa |
(1607-1681) Anticuario, erudito y mecenas oscense. Amante de las
ciencias y erudito políglota, se interesó por el estudio de la alquimia,
su lado más desconocido. Contacto con un gran número de eruditos
científicos internacionales, algunos de los cuales se desplazaron hasta su
casa.
Hizo de su casa un auténtico museo, hasta el punto de que
llegó a acuñarse en Aragón la frase proverbial de Quien no ha visto la
casa de Lastanosa, no ha visto cosa. La llenó de obras de arte
(cuadros de Rubens, Tintoretto, Ribalta, Caravaggio, Ribera o Tiziano),
armas antiguas y una notabilísima colección de diez mil monedas griegas y
romanas que le dio para siempre fama de experto numismático. Construyó
jardines exquisitos donde cultivaba especies extrañas, dignas de aplicado
botánico, en medio de estatuas paganas, estanques y canalillos, y junto a
ellos fundó también un museo de ciencias naturales, donde guardó y
clasificó fósiles del Pirineo y del Moncayo y piedras preciosas de tierras
exóticas.
Pero lo mejor fue la biblioteca de siete mil volúmenes escogidos
que llegó a acumular, sobre matemáticas, astronomía, literatura, botánica,
historia, etc. A ella acudían con devoción los amigos de su tertulia: el
historiador Juan Francisco Andrés de Uztarroz, el poeta y traductor Manuel
de Salinas, Gaspar Galcerán de Pinós, Conde de Guimerá; los cronistas
Francisco Ximénez de Urrea y Diego José Dormer, el pintor Jusepe Martínez,
el pintor, grabador y escritor Francisco de Artiga, fray Jerónimo de San
José, la abadesa escritora Ana Francisca Abarca de Bolea, el jurista Juan
Francisco Montemayor, el escritor Baltasar Gracián y tantos otros.
Generoso en lo intelectual y en lo material, fue mecenas y editor de
algunos, además de crítico paciente. Gracián dejó en El Discreto
testimonio de todo ello.
Todo se destruyó o disgrego tras su muerte. Podemos encontrar
algunos de los libros de su propia biblioteca esparcidos por toda Europa,
principalmente en las ciudades de Estocolmo, Praga, Madrid y Londres. |
Juan de
Espina |
(¿?-1642) Clérigo, científico, musicólogo e intérprete virtuoso
de la lira y la vihuela.
En su vivienda de Madrid formó una esplendida biblioteca, reunió obras de
arte y confeccionó una típica colección de rarezas típicamente
renacentista (Wunderkammer), que, según testimonios de época, incluía
muñecos articulados, espejos deformantes, maquetas de barcos, instrumentos
musicales etc. Su colección de objetos preciosos fue alabada entre otros
por Gracián y Quevedo.
Este excéntrico personaje, con fama de hechicero porque se decía que
practicaba la nigromancia, fue protagonista de las comedias de Cañizares:
Don Juan de Espina en su patria y Don Juan de Espina en Milán. Fue amigo
del poeta Quevedo.
Gracias a ese afán de coleccionismo es lo que ha permitido que la
Biblioteca Nacional de Madrid cuenta con dos
códices de Leonardo que se creían perdidos. El pintor Vicente Carducho da
a conocer en un texto, la presencia de dibujos de Leonardo da Vinci entre
las obras reunidas por Juan de Espina.
Espina murió en 1642 y legó sus bienes al rey de España, entre ellos, los
libros de Leonardo, que integraron la biblioteca del palacio real hasta
1830, fecha en que pasaron a la Biblioteca Nacional, donde permanecieron
ignorados por un siglo y medio. |
Nicolás
Antonio |
(1617-1684) Escritor, bibliógrafo y erudito español. Nació en
Sevilla. Se cree que su biblioteca personal llegó a tener 30000 volúmenes.
El primer intento serio de documentar todos los libros escritos en España,
desde tiempos romanos hasta 1500, aparece con su obra
Bibliotheca hispana vetus publicada en Roma en 1672. Su
Bibliotheca hispana nova, publicada póstumamente en Roma en 1696, llega hasta 1670. La
obra de Antonio fue corregida y aumentada por Pérez Bayer (1783-1788). |
Juan Lucas
Cortés |
(1624-1701) Jurista autor de una obra titulada "Sobre los
orígenes del Derecho en España”. Se considera como la primera historia del
Derecho español.
Fue dueño de un códice de las Cantigas de Alfonso X y de un
Beato hoy conservado en Roma. |
Marqués de
Modéjar |
(1628-1708) Gaspar Ibáñez de Segovia Peralta y Mendoza fue un
historiador y erudito español. Precursor de la escuela crítica e
historicista del s. XVIII, centró su obra especialmente en el análisis de
las fuentes históricas.
Poseyó un Beato (el de Fernando I). |
Luis
Salazar y Castro |
(1658-1734) Llamado por algunos el príncipe de los
genealogistas, es uno de los más citados cronistas españoles. La
colección de documentos que reunió a lo largo de toda su vida, conservada
en la Real Academia de la Historia de España, es una de las fuentes
básicas para la investigación de los linajes ibéricos.
A lo largo de toda su vida archivó meticulosamente tanto
los documentos originales que pudo conseguir como transcripciones de los
que pasaron por sus manos, a muchos de los cuales tuvo acceso cuando era
informante para los expedientes de designación de los caballeros de la
Orden de Calatrava. Estos documentos incluyen testamentos, fundaciones de
mayorazgos, capitulaciones matrimoniales, probanzas ante órdenes
militares, actuaciones gubernamentales, relaciones internacionales de los
reinos de Castilla y Aragón, fueros y privilegios del Reino de Valencia,
crónicas e historia de los reyes de España y muchos otros. Contiene
documentos desde la Edad Media hasta 1734, fecha de su fallecimiento.
Estos documentos se encuentran actualmente
archivados en la Real Academia de la Historia de España, donde su catálogo
ocupa 49 tomos y contiene 78.584 entradas. |
Duque de
Uceda |
(1649-1718) Juan Francisco Pacheco Téllez Girón fue un erudito
aficionado a la lectura.
Fue virrey de Sicilia, lo que le permitió apropiarse de buena
parte del fondo que había allí para su biblioteca particular. Siguió
también con la tradición de las incautaciones. Las piezas más importantes
de su biblioteca fueron a parar a la Biblioteca de Palacio o Biblioteca
Real.
Hay que destacar esta biblioteca por el lujo de sus
instalaciones y por el lujo de las encuadernaciones de los volúmenes. |
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SIGLO XVIII |
Gregorio
Mayáns y Siscar |
(1698-1781) Nació en Oliva (Valencia) y estudió gramática,
retórica y poética en el colegio Cordelles de Barcelona. En 1723 consiguió
una cátedra en la facultad de leyes de Valencia En 1733, Felipe V le
nombró bibliotecario real en Madrid, ciudad en la que residió hasta 1739.
Regresó a su Oliva natal viviendo allí hasta su muerte en 1781, pasando
algunas temporadas en Valencia. Mantuvo correspondencia con la mayor parte
de escritores españoles y algunos extranjeros. Produjo una formidable obra
centrada, fundamentalmente, en estudios filológicos, literarios y
filosóficos. De entre sus muy numerosas obras destacan: Orígenes de la
lengua española, Institutiones philosophicas, Diccionario de la lengua
castellana, Vida de Cervantes y un plan de reforma de la universidad (Idea
del nuevo método que se puede practicar en la enseñanza de las
universidades de España) encargado por el marqués de Roda. |
Francisco
Pérez Bayer |
(1711-1794) Fue filólogo, numismático y jurista español.
Accedió a la plaza de bibliotecario mayor de la Biblioteca Real
en 1783 desplazando a su enemigo y pretendiente al mismo puesto Juan de
Santander, y dirigió tan importante institución hasta 1794, emprendiendo
numerosos proyectos, como por ejemplo la reedición de las importantes
bibliografías de Nicolás Antonio. Fue nombrado académico de honor de San
Petersburgo y Göttingen, participó muy activamente en los proyectos de la
Real Academia de la Historia y realizó un interesante viaje por Andalucía
y Portugal que nos dejó manuscrito. Fue autor de numerosas obras sobre
temas históricos y literarios, y sobre lenguas orientales, como el hebreo
y el fenicio. Entró a formar parte como socio de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Valencia en 1776.
Fue canónigo de los cabildos de Valencia, Barcelona, Salamanca y
Toledo; catedrático de hebreo en Valencia y Salamanca; arabista, filólogo,
helenista, latinista, arqueólogo y numismático.
Fue dueño de 150 incunables. |
Fray Benito
Jerónimo Feijóo |
(1676-1764)
Filósofo español,
fundador del ensayo filosófico en lengua española. Algunos le consideran
el mayor exponente del racionalismo ilustrado en España. Ingresó en la
orden benedictina en San Julián de Samos (1690) y se doctoró en el
convento de San Vicente de Oviedo, del que fue abad (1721-1729). Fue
maestre general de su orden y Fernando VI le nombró miembro del Consejo de
Castilla. A partir de 1726, inició la publicación de sus dos grandes obras
enciclopédicas: Teatro crítico universal (9 volúmenes; 1726-1740) y
Cartas eruditas y curiosas (5 volúmenes; 1742-1760). Sus escritos,
en tanto que se presentan como discursos en todo género de materias
para desengaño de errores comunes (tal es el subtítulo del Teatro
Crítico Universal) son la misma filosofía académica tratando temas que
involucran varias categorías, en los que nadie puede reclamar autoridad.
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Martín
Sarmiento |
(1695-1771) Pedro José García Balboa, fray Sarmiento o Padre
Sarmiento, fue un escritor y erudito benedictino español perteneciente a
la Ilustración. Consagrado al estudio, alcanzó a hacer gran suma de
conocimientos, sobre todo en el terreno de las ciencias naturales y la
botánica. A instancias de Sarmiento se crea el Real Jardín Botánico de
Madrid y desde 1743 reclama la creación de bibliotecas públicas y jardines
botánicos en diversas ciudades y al estilo de los que surgen en la Europa
de la época, así como la constitución de la Academia de la Agricultura y
la dotación de cátedras universitarias de Historia Natural, Agricultura y
Botánica. |
Fernando
José de Velasco y Ceballos |
(¿?-1789) Genealogista cántabro. Académico de la Real Academia
de la Historia, Presidente de la Real Cancillería de Granada, Consejo de
S.M en los Supremos de Castilla, Guerra e Inquisición, llegó a reunir una
de las bibliotecas más selectas de su tiempo.
Parte de sus manuscritos y libros impresos están en la
biblioteca de Caja Cantabria. |
Campomanes |
(1723-1802) Pedro Rodríguez de Campomanes fue político,
jurisconsulto y economista español. Fue Ministro de hacienda, Fiscal del
Consejo de Castilla, Presidente del Consejo de Mesta, Presidente del
Consejo de Castilla y Presidente de las Cortes. Fue nombrado Conde de
Campomanes. A su muerte se procedió a realizar un inventario de su
biblioteca, el cual reveló el interés de Campomanes en los temas relativos
al continente europeo, y el conocimiento de la realidad política y social
de su época. |
Jovellanos |
(1744-1811) Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos y
Ramírez fue un escritor, jurista y político ilustrado español.
Escribió Sánchez Espinosa de él: “es más un amante de los
libros a partir de la utilidad de estos, de su lectura, que un bibliófilo
coleccionista empeñado en acumular ediciones raras, prestigiosas y
costosas, es decir, un bibliófilo que no lee”. Su corresponsal y
biógrafo Carlos González de Posada nos regala la inusual imagen de un
Jovellanos encuadernador en su encierro en Bellver: “hacía venir de
Madrid, Londres y París muchas remesas de libros de muchas facultades, en
papel, y se entretenía en encuadernarlos… El mismo Jovellanos anota, el 10
de Mayo de 1806, en relación con una nueva remesa de libros comprados en
la almoneda del canónigo Colom: yo fregué, limpié y arreglé los libros”.
Poseyó 8 incunables. |
Manuel
Godoy |
(1767-1852) Manuel de Godoy y Álvarez de Faria Sanchez Ríos
Zarzosa,
noble y
político
español, favorito y primer Ministro
o Ministro Universal durante el reinado de
Carlos IV. Fue duque de Alcudia y de
Sueca y Príncipe de la Paz por la negociación de la
Paz de Basilea.
Acumuló una importante biblioteca, parte de la cual se
conserva (armarios incluidos) en la BN.
Los libros de Godoy nos hablan del interés del coleccionista
particular, que busca reunir una biblioteca de calidad para el propio
disfrute, pero también del gobernante ilustrado, que promociona de
diversas formas la cultura libresca y usa los libros como herramienta de
elevación de las instituciones y la educación de sus súbditos.
En 1795, Manuel Godoy creó el Gabinete Geográfico de la primera
Secretaría de Estado, para centralizar y custodiar las colecciones de
mapas, cartas náuticas, etc., y encargó su organización a los cartógrafos
Tomás y Juan López, por su experiencia y eficacia, con la finalidad de “formar
y cuidar una Colección general de mapas para el servicio de la propia
Secretaría, debiendo procurar que fuese igual o semejante a las que, en
Francia, Inglaterra y otras naciones, existen”. |
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SIGLO XIX |
Bartolomé
José Gallardo |
(1776-1852) Bartolomé José gallardo y Blanco fue un bibliógrafo,
erudito y escritor español.
Su mayor aportación a los estudios bibliográficos españoles es
su Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos,
obra que se comenzó a publicar en 1863 con los materiales que Gallardo
dejó a su muerte y que fueron ordenados por Sancho Rayón y Zarco del
Valle. De este Ensayo aparecieron cuatro volúmenes, los dos últimos
dirigidos por Marcelino Menéndez Pelayo. Bartolomé José Gallardo ejerció
un poderoso influjo sobre la crítica literaria de su tiempo, especialmente
sobre Agustín Durán y Cayetano Alberto de la Barrera; en este terreno
valoró sobre todo la fundamentación histórica del conocimiento de la
literatura.
Con fama de biblio-pirata, y hombre de mal carácter, se granjeó
gran cantidad de enemigos, entre ellos Adolfo de Castro y Estébanez
Calderón. Este último es el probable autor de dos sonetos sarcásticos ya
famosos:
Caco, cuco, faquín, biblio-pirata,
tenaza de los libros, chuzo, púa;
de papeles, aparte lo ganzúa,
burón, carcoma, polilleja, rata.
Uñilargo, garduño, garrapata,
para sacar los libros cabria grúa,
Argel de bibliotecas, gran falúa,
armada en corso, haciendo cala y cata.
Empapas un archivo en la bragueta,
un Simancas te cabe en el bolsillo,
te pones por corbata una maleta.
Juegas al dos, del cinco y por tresillo;
y al fin te beberás como una sopa
llenas de libros, África y Europa.
Traga-infolios, engulle-librerías,
desvalija-papeles, mariscante,
pescador, ratonzuelo, mareante,
Barbarroja y Dragut de nuestros días.
Más vejete que el viejo Matatías
murcia-murciando va mundo adelante,
de bibliotecas es el coco andante,
capeador, incansable en correrías.
Harto de hormiguear a troche y moche
y de hundir lo que birla desde mozo
en su cueva, insondable cual abismo,
en sueños se levanta a media noche,
coge sus libros y los echa al pozo,
y por garfiar, garfiña hasta a sí mismo.
Los libros de gallardo se dispersaron y parte de ellos están en
la Hispanic Society. |
Serafín
Estébanez |
(1799-1867) Serafín Estébanez Calderón "El Solitario" fue
escritor costumbrista, flamencólogo, crítico taurino y político
español.
En 1830 marchó a Madrid e inició con el seudónimo de El
Solitario en acecho, que luego abreviaría en El Solitario, sus
colaboraciones en el Correo Literario y Mercantil fundó junto a
Ramón Mesonero Romanos la revista literaria Cartas Españolas, donde
publicaría numerosos poemas, bocetos costumbristas y reseñas
bibliográficas.
Casó con la malagueña Matilde Livermoore y Salas, que inspiró su
poesía amorosa posterior; de ella tuvo un hijo, Serafín, ese mismo año;
este matrimonio impulsó su carrera política, pues a través de él emparentó
con el famoso financiero José de Salamanca, y desde entonces fue diputado
de las Cortes en diversas legislaturas y académico de la Historia,
ministro, consejero de Estado y senador. Estos cargos le permitieron
desarrollar también una importante faceta como coleccionista y bibliófilo.
Practicó la bibliopirateria que él atribuía a Gallardo (tuvo un
Beato y varios códices visigóticos procedentes de San Millán de la
Cogolla). |
Adolfo de
Castro |
(1823-1898) Adolfo de Castro y Rossi fue polígrafo, erudito,
cervantista y falsificador literario español.
De vasta cultura y gran lector de clásicos
españoles del Siglo de Oro, llegó a apropiarse el lenguaje de esa época y
a elaborar complejos pastiches cervantinos que hizo pasar como obras
originales, como por ejemplo la Epístola a Mateo Vázquez y El
buscapié (1844); la superchería tuvo tal éxito que la obra fue
traducida a casi todas las lenguas cultas y fue reimpresa innúmeras veces,
hasta que Bartolomé José Gallardo hizo ver el engaño al revelar que se
trataba de erudito centón de obras literarias áureas ya conocidas; él se
defendió con la sátira Aventuras literarias del iracundo extremeño
Bartolomé Gallardete (1851). Fue alcalde de Cádiz y gobernador de
Cádiz y Huelva. Secretario del Gobierno en Sevilla, académico de la de
Buenas Letras de Sevilla y de la de Bellas Artes de Cádiz y
correspondiente de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia y de
Ciencias Morales y Políticas. |
Pascual de
Gayangos |
(1809-1897) Pascual de Gayangos y Arce fue un
erudito
historiador,
arabista y
bibliógrafo
español.
Trabajó en la Biblioteca Nacional y colaboró en la
clasificación de monedas y medallas del Palacio Real de Madrid. También
accedió a la colección de manuscritos orientales del Monasterio del
Escorial y desempeñó la cátedra de árabe en el Ateneo de Madrid. En 1837
partió hacia Gran Bretaña. Allí entró en contacto con los círculos
intelectuales y políticos de Holland House, donde conoció al erudito
hispanista estadounidense George Ticknor, con quien trabaría una gran
amistad que le puso en contacto con el historiador estadounidense William
H. Prescott. Su gran obra fue la traducción al inglés para la Real
Sociedad Asiática de la monumental Nafh al-tīb o Historia de las
Dinastías Musulmanas en España del erudito del siglo XVII Ahmad ibn
Muhammad al-Maqqari. En 1843 regresó a España y fue nombrado catedrático
de árabe de la Universidad de Madrid.
Llegó a poseer el códice del Poema del Mío Cid.
En 1900 los numerosos ejemplares de su biblioteca fueron vendidos a la BN
por 400000 pesetas. |
José
Antonio Conde |
(1766-1820) José Antonio Conde y García fue un
arabista e
historiador español.
Es conocido sobre todo por su "Historia de la dominación de
los árabes en España sacada de varios manuscritos y memorias arábigas",
publicada póstumamente en Madrid en tres volúmenes entre 1820 y 1821.
De la biblioteca de El Escorial extrajo el manuscrito del
Cancionero de Baena, que sus herederos vendieron y hoy es uno de los
tesoros de la Biblioteca Nacional de París. |
Agustín
Durán |
(1789-1862) Agustín Francisco Gato Durán y de Vicente
Yáñez fue escritor y erudito español del Romanticismo, gran estudioso y
antólogo del Romancero, y tío de Antonio Machado.
Nació en Madrid, pero estudió en Sevilla, donde aprovechó
para iniciar su colección de romances y piezas de teatro antiguo español,
de las que hizo gran copia (llegó a acumular una caudalosa y escogida
biblioteca particular que a su muerte pasó a los fondos de la Biblioteca
Nacional). Asimismo se inició en los secretos de la bibliofilia y
bibliografía hispánicas con Bartolomé José Gallardo, a quien conoció y
trató allí y de quien fue amigo hasta los años treinta, a pesar del
carácter difícil del erudito extremeño. Él le inculcó el respeto a los
textos originales y la crítica de la veracidad histórica de los mismos.
En 1847 fue nombrado académico de la lengua y en 1854
director de la Biblioteca Nacional. Recibió de la reina la Gran Cruz de la
Real Orden de Isabel la Católica y fue nombrado miembro de la Academia
Greco-Latina y la Académie d'Archéologie de Belgique. También accedió al
cargo de vice-presidente de la Junta Superior de Archivos y Bibliotecas.
Poseyó una impresionante biblioteca de teatro
español antiguo que se conserva hoy en la BN. |
Juan
Nicolás Böhl de Faber |
(1770-1836) Fue un hispanista alemán, padre de la novelista
hispano-suiza Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero.
La hispanofilia de Juan Nicolás le hizo coleccionar literatura
española y acumular una importante biblioteca. Fue uno de los precursores
del romanticismo en España, y mantuvo una acalorada polémica con el
ilustrado José Joaquín de Mora.
Publicó ensayos sobre Lope de Vega y sobre Pedro
Calderón de la Barca y una colección de romances y de poesías populares. |
Antonio
Cánovas del Castillo |
(1828-1897) Antonio Cánovas del Castillo Vallejo fue un
político e historiador español.
Fue una de las figuras más influyentes de la política
española de la segunda mitad del siglo XIX al ser el creador del sistema
político de la Restauración y convertirse en máximo dirigente del Partido
Conservador, y considerado por muchos como uno de los políticos más
brillantes de la época contemporánea española.
También bibliopirata, llegó a reunir 35.000
volúmenes, que resultaron dispersados tras su muerte. |
José Sancho
Rayón |
(1830-1900) Sancho Rayón, alias “El Culebro” por sus ingeniosas
tretas para conseguir libros raros, fue librero, bibliotecario, editor de
los papeles de Gallardo, pionero de la fotolitografía (y a través de ella
autor de diversas falsificaciones).
José Sancho Rayón, fue el organizador de los fondos de la
Biblioteca de Fomento, asesor del bibliófilo Francisco de Zabalburu,
editor de las Colección de Documentos inéditos para la Historia de España,
y de la de Libros Raros y Curiosos, pero también fue un gran bibliófilo
que poseía una biblioteca riquísima en manuscritos y primeras ediciones de
los clásicos españoles.
Ya durante su vida se dispersó parte de esta biblioteca,
nutriendo las colecciones de Cánovas del Castillo, Vicente Barrantes,
Zabalburu, Jerez de los Caballeros, Gayangos, T’Serclaes de Tilly, Soto
Posada entre otros. Cuando murió otra parte fue a parar a manos de
libreros y de estos a las de José Lázaro, Félix Boil Pidal, etc. excepto
la serie de pliegos sueltos, cancioneros y romanceros que fueron a parar a
Sevilla a las manos de D. Manuel Pérez de Guzmán y Boza, Marqués de Jerez.
En 1902 el lote del Marqués de Jerez, fue adquirido por al multimillonario
neoyorquino Archer Huntington para regalarlo a la biblioteca de The
Hispanic Society of America, recién fundada por el mismo.
Decía Menéndez y Pelayo cuando se entero de la venta: “Lo
que más lamento es que salgan de aquí los interesantes manuscritos de
poesías varias que fueron de Sancho Rayón y que, a juzgar por lo poco que
de ellos pude examinar, deben contener preciosidades.” |
Francisco
de Zabálburu |
(1826-1897) A finales del siglo XIX, Francisco de Zabálburu y
Basabe, miembro de la elite social y económica bilbaína, construye en
Madrid una casa-palacio, donde reservó una zona para la instalación de los
fondos de su Archivo y Biblioteca.
D. Francisco catalogó sus fondos y los dividió en Archivo y
Biblioteca. El Archivo comprende una parte, la más numerosa, que es la
mitad del primitivo archivo de la Casa de Altamira, y otra procede de la
colección subastada de Juan Ignacio Miró. L a Biblioteca se formó con
algunos de los ejemplares que la familia tenía en Bilbao y con las
diversas compras que surgían dentro y fuera de España.
Los primeros documentos originales del fondo del Archivo se
remontan al siglo XI, llegando hasta el XIX. Abundan los manuscritos de la
correspondencia entre los Reyes Católicos y el Gran Capitán, así como
bastante correspondencia autógrafa de los reyes Carlos V y Felipe II, con
sus secretarios, embajadores y virreyes. Las características de los
documentos son la originalidad, la variedad y el interés
científico.
La formación intelectual y humanística de Francisco de Zabálburu
se refleja en su biblioteca. Con ejemplares en muy buen estado, que le
llevaba incluso a comprar más de un ejemplar de la misma obra, si eran
mejores que los anteriores. El códice más antiguo es el del monje
Leovigildo, del siglo X.
Todos los papeles y los libros fueron ordenados y catalogados
por su propietario, numerados y colocados en cajas hechas a medida y
depositados en armarios.
El actual Archivo y Biblioteca con servicios para investigadores
se creó en el año 1969. Se trata de un archivo especial y nobiliario,
surgido a partir de los objetivos de su propietario, con un criterio
absolutamente de coleccionista, tanto de libros como de documentos, movido
por su propio interés e inquietud intelectual. La colección está formada
por casi 18.000 libros y centenares de documentos divididos en carpetas
con una media de 150 a 200 documentos, seccionadas en 522 carpetas del
Fondo Altamira y 147 carpetas de la Colección Miró. El fondo está cerrado,
y no se realizan compras.
Las materias que contiene la colección son: arte, arquitectura,
lengua y literatura, economía, comercio y hacienda, derecho y
administración, iglesia, relaciones internacionales, genealogía y
heráldica, militar e historia de América |
Vicente y
Pedro Salvá |
Vicente Salvá y Pérez (1786-1849) fue gramático, bibliógrafo,
librero y editor. Estudió Filosofía, Teología, Jurisprudencia, Griego y
Hebreo. En 1809 comenzó a comerciar con libros en Valencia y luego amplió
sus negocios a la edición en Londres y, a partir de 1830, a París, adonde
se trasladó ese año.
Los Catálogos de libros españoles y portugueses que
publicó en 1825 y 1826 se hicieron prontamente famosos entre los
bibliófilos de todo el mundo, aunque circularon poco por España. Colaboró
en el Repertorio Americano (Londres, 1827) y publicó además una
celebérrima y reeditadísima, con muchas correcciones y ampliaciones,
Gramática de la lengua castellana, Belfast, 1827, segunda edición
París 1830.
Por iniciativa de su hijo Pedro Salvá y Mallén (1811-1870),
fueron quedándose con los mejores libros españoles que pasaban por sus
manos y llegaron a reunir más de 4000, que incluyendo las obras menos
importantes llegarían a los 6000 volúmenes. D. Pedro tenía mucho interés
en publicar el catálogo completo de la colección, pero este no saldría
hasta 1872.
Se intentó que la colección fuera adquirida por el Estado o la
Diputación de Valencia, pero fue el industrial malagueño Ricardo Heredia y
Livermoore quien la compró por 140000 pesetas. |
Ricardo
Heredia |
(1831-1896) Ricardo Heredia y Livermoore, conde de Benahavis,
estudió en Inglaterra y París, donde se hizo ingeniero. Dedicado a los
negocios metalúrgicos y navieros, fue también diputado y senador, y
Alfonso XII le otorgó el título de conde en 1875. Compró la biblioteca de
Salvá y la aumentó con otros tantos ejemplares procedentes del marqués de
Astorga, Juan Antonio Ramírez, Brunet, el marqués de Morance, etx., aunque
él alardeaba de que “no leía, ni tenía afición a ningún libro de
aquellos”.
La tradición asegura que una noche Heredia se jugó su biblioteca
y la perdió, por lo que entre 1891 y 1894 sus más de 8000 preciosos
volúmenes fueron subastados en París. Los mejores ejemplares fueron
adquiridos por el British Museum y las Nacionales de París y Madrid.
Diversos libreros también compraron en la subasta (Pedro Vindel: 250
volúmenes), por lo que hoy se encuentran muy dispersos y hay muchos
coleccionistas que pueden honrarse con algunos de sus volúmenes. |
Valentín
Carderera y Solano |
(1796-1880) Pintor, arqueólogo, historiador del arte y
coleccionista. Dejó una notable biblioteca y una nutrida colección de
obras de arte, especialmente estampas y grabados, en parte conservados en
el Museo Provincial de Huesca, del que fue su principal iniciador, y en la
BN. |
Serrano
Morales |
(1851-1908) José Enrique Serrano Morales fue un escritor
valenciano muy erudito en cuestiones de imprenta y ediciones de rara
selección. Poseía una biblioteca de más de 12.000 volúmenes y unas
carpetas de documentos manuscritos impresionantes. Fue miembro de la
Academia de San Carlos, salió distinguido de "Lo Rat Penat" y delegado
real de enseñanza primaria. Las tardes de los domingos, después del
almuerzo, reunía una tertulia en su casa, a la que acudían gentes
importantes, como lo eran el gobernador civil, el rector de la universidad
y, a veces, el obispo de la diócesis. Acudían también muchos literatos
valencianos y catalanes, especialmente Vicente V. Querol, Milà i Fontanals,
Vicente Boix y su medio pariente José Serrano Simón.
Donó su biblioteca al Ayuntamiento de Valencia. |
Roque Pidal
y Bernardo de Quirós |
Heredó los libros de su abuelo Pedro José, marqués de Pidal, y
acrecentó el conjunto con muy buenos ejemplares, que fueron a parar a la
Universidad de Oviedo. Era dueño, junto con sus doce hermanos, del códice
del Mío Cid que su abuelo había comprado a Gayangos en 1851, que desde
1960 se conserva en la BN.
En palabras de Joaquín Fernández, era Roque “un personaje
inquieto, simpático, erudito, gran bibliófilo, dueño de la Librería
Vetusta, que supo distanciarse del pidalismo, como bien demuestra
el título elegido (El Gran Cacique) para unas memorias sobre su padre que
no llegó a publicar. |
Mariano Aguiló y Fuster |
(1825-1897) Durante la década de 1870 los libros editados en
Cataluña solían ser novelas de folletín y obras impresas pobremente y muy
barrocas. Aguiló y Fuster comienza a editar en contra de esa tendencia.
Sus principales obras son el Cançoneret de obras en catalán
divulgadas en los siglos XIV, XV y XVI, estampado con letra gótica e
ilustrado con xilografías nuevas de Antonio Artigas dibujadas por Leoncio
Serra, y tirada a dos tintas sobre papel de hilo. También los 12 volúmenes
de la Biblioteca Catalana denotan bellas proporciones de espacio, de
blancos y negros, delicada composición tipográfica y papeles y tintas de
calidad, respondiendo al concepto más cultural de bibliofilia sin poner
excesivo énfasis en la riqueza material.
Sus libros están hoy en la Biblioteca de Cataluña. |
Antonio Graíño |
Librero y propietario de la mejor biblioteca de ultramar. Reunió
una importante colección de libros filipinos que fue adquirida por la BN.
Se identifica por el exlibris del coleccionista y está compuesta de 862
obras. Más de la tercera parte de estas obras están escritas en las
lenguas indígenas e impresas por los principales impresores filipinos. |
|
SIGLO XX |
Marqués de Jerez de los Caballeros |
(1852-1929) Manuel Pérez de Guzmán y Boza fue bibliófilo,
bibliógrafo, editor, escritor y, sobre todo, un ser entregado,
compulsivamente, a una pasión irrefrenable. Rastrear hoy aquella pasión
bibliófila resulta compartir con él su pasión por los libros. Libros de
literatura que no dudó en buscar no solo en España, sino en Londres o
París, donde tenía sus contactos para comprar incunables, pliegos de
romances y joyas del Quijote. Rodríguez Moñino, su único biógrafo, cuenta
que el núcleo de aquella biblioteca le llega de Londres y de las
adquisiciones que hace el marqués en la prestigiosa firma de subasta
Sothebys. En 1888, según el citado Rodríguez Moñino, «iba a subastarse en
Londres una de las más escogidas bibliotecas que existían en Europa, la de
Samuel Turner. Sotheby, Wilkinson y Hodge circularon un catálogo que fue
encanto y admiración de todos los bibliófilos del tiempo, pero más aún de
los españoles por el crecidísimo número de libros de literatura peninsular
que atesoraba...» El marqués acudió a la subasta, pujó como en él era
costumbre y a su regreso a Sevilla cargaba con más de un centenar de
libros de aquella inigualable colección.
Posteriormente, en 1900, compra los mejores libros de Sánchez
Rayón.
En la biblioteca volcó la intensidad de su corazón y el no
menor desprendimiento con el que tuteó a su fortuna. Cuando esta se apuró
por las exigencias de su pasión, por los gastos de sus apuestas y por los
reveses de la vida el marqués tuvo que vender a Huntington la biblioteca.
En principio se habló de ochocientos mil francos. Por el contrario,
Santiago Montoto sostiene que en realidad fueron seiscientos mil. Así
también lo certifica su biógrafo Rodríguez Moñino. Cerca de un mes se
tardó en empaquetar aquella magnífica biblioteca destinada a convertirse
en la mejor aportación literaria a los fondos de la Hispanic Society.
Rodríguez Marín, amigo del marqués, asiduo de la biblioteca y contertulio
de las reuniones que casi a diario se daban cita en el número 52 de la
calle Alfonso XII, la casa entonces del marqués y hoy sede del Servicio
Social de la Mujer, describe en carta a Marcelino Menéndez Pidal los
tintes dramáticos de la venta. «¡Qué desastre!, tener dinero es tenerlo
todo, y somos pobres, y los yanquis son ricos. Se nos llevaron la tierra
(Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y se nos llevarán el entendimiento, los
frutos del lozanísimo entendimiento español. ¡Para que no nos quede nada!».
Don Marcelino, en otra carta de desengaño y melancolía, responde: «la
venta de la biblioteca del Marqués significa una pérdida mayor que la de
las colonias, y será de efecto desastroso para nuestro crédito en el mundo
literario, hasta por la circunstancia de ser un norteamericano el
comprador». |
Duque
de T´Serclaes de Tilly |
(1852-1934) Juan Pérez de Guzmán y Boza, hermano gemelo del
Marqués de Jerez de los Caballeros, llegó a tener la mejor biblioteca
privada de España, con más de 15000 ejemplares, sobre todo de campos como
el de los pliegos sueltos poéticos del siglo XVI, de los que poseyó al
menos tantos como Salvá. Era un mago en el arte de comprar, según Palau.
Al morir la biblioteca fue dividida en 6 o 7 lotes, entre ellos
los de sus hijos los marqueses de Morbecq y de Lede. |
José
Lázaro Galdiano |
(1862-1947) Fue un financiero, mecenas, editor, bibliófilo y
coleccionista de arte español. Miembro del Ateneo de Madrid y del
Patronato del Museo del Prado, vivió primero en la Cuesta de Santo
Domingo, vivienda que convirtió pronto en un museo. Al casar con Paula
Florido y Toledo la importante fortuna económica de ambos cónyuges les
permitió la construcción del palacete de Parque Florido, de estilo
neorrenacentista que decoraron con esmero y que se convirtió en la sede de
su creciente colección.
Las colecciones que fue reuniendo José Lázaro a lo largo de su
vida incluyen unas 12.600 piezas de los géneros artísticos más diversos,
siempre dentro del arte clásico y muy centrado en el arte español, cuyo
patrimonio luchó por mantener en España, frente a la importante presión de
coleccionistas y museos internacionales.
Fundó la editorial La España Moderna que editó, además de
centenares de títulos literarios, otras revistas más especializadas como
La Revista Internacional, Revista de Derecho y Sociología y
La Nueva Ciencia Jurídica que, como La España Moderna
pretendían mejorar el acceso de los lectores españoles a lo más
interesante de la ciencia y las letras.
Su faceta de bibliófilo se refleja en piezas
notables de su biblioteca, como el incunable L´Antiquité Judaique
de Flavio Josefo, fechada entre 1460 y 1470, el Libro de horas de
Gian Giacomo Trivulzio, obra milanesa de hacia 1500, o el Tratado de la
Pintura Sabia de Fray Juan Ricci, sin olvidar una de las joyas
bibliográficas que reunió: el Libro de descripción de verdaderos
Retratos, de Ilustres y Memorables varones, manuscrito autógrafo de
Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez y uno de los grandes
teóricos españoles del siglo XVI. |
Eduardo Toda y Güell |
(1855-1941) fue diplomático, arqueólogo, egiptólogo y sinólogo
español.
Llegó a reunir cerca de 80.000 volúmenes a lo largo de su vida,
aunque de vez en cuando hacía donaciones a distintas instituciones. Su
monumento bibliográfico más importante fue la “Bibliografía española de
Italia”, en la que trabajó más de 40 años y publicó entre 1927 y 1931. La
obra cuenta con más de 5000 libros de autores españoles que se habían
editado en Italia, y Toda contaba con 2000 de ellos.
Su biblioteca fue a parar, mediante donaciones, a la Biblioteca
de Cataluña, la del Monasterio de Montserrat, la del Colegio de Abogados
de Barcelona, al Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona y otras. |
Ramón
Miquel i Planas |
(1874-1950) Puede considerarse a Miquel y Planas como bibliófilo
por excelencia, cuya vida estuvo dedicada exclusivamente al libro en todas
sus manifestaciones: editor, traductor, empresario, ensayista,
investigador, escritor, poeta, bibliógrafo, historiador de la lengua y la
literatura catalanas, etc. La edición de textos catalanes fue la labor
más importante llevada a término por Miquel y Planas, que intentó crear un
corpus definitivo de la literatura catalana con la publicación de su
Biblioteca Catalana.
Otras
ediciones importantes sobre bibliofilia y erudición son: el primer libro
de ex libris de Triadó, de 1906; Cuentos de Bibliófilo, de 1924; y la
revista Bibliofilia (1911-1920), donde se recoge toda la miscelánea
escrita por Miquel y Planas sobre bibliofilia y literatura. Sus
traducciones y ediciones de Apuleyo, de Longus, ediciones Perrault, de
Charles Nodier, de De Bury, de Iriarte, de Cadalso, de Flaubert, le
situaron como uno de los más grandes bibliófilos internacionales.
|
Emilio
Cotarelo y Mori |
(1857-1936) Fue musicólogo, bibliógrafo e historiador literario
español.
Estudió Derecho civil y canónico en la Universidad de
Oviedo. Ejerció la abogacía, pero la abandonó para consagrarse a los
estudios históricos y la producción literaria. Publicó diversos escritos
en La España Moderna, Revista Contemporánea y Revista
Crítica de Historia y Literatura, y artículos en periódicos como El
Debate, El Sol y otros.
En 1897 fue elegido miembro de la Real Academia de la
Lengua, en la que llegó a ocupar (1913) el cargo de secretario perpetuo.
Editó, estudió y anotó una colección de novelas cortesanas en doce
volúmenes, la Colección selecta de antiguas novelas españolas
(Madrid: Librería de la Viuda de Rico y Librería de los Bibliófilos
Españoles, 1906-1909). Fue premiado con medalla de oro en la Exposición
Internacional celebrada en Barcelona en 1929 por sus trabajos históricos
sobre el teatro español del siglo XVII.
Tuvo por hijo al también escritor y erudito Armando
Cotarelo y Valledor (1879-1950). |
Francisco Rodríguez Marín |
(1855-1943) fue poeta, folclorista, paremiólogo, lexicólogo y
cervantista español.
Fue académico de la lengua y dirigió la Biblioteca Nacional.
Publicó tres ediciones de Don Quijote, las dos últimas denominadas
«críticas», pero en realidad no depuraban el texto con métodos filológicos
que no conocía ni había estudiado, sino que se limitaba a glosarlo
documentalmente y explicarlo con notas eruditas según la metodología
positivista. Sin embargo, su fama, que llegó a ser inmensa como
cervantista, ha sido reevaluada modernamente. |
Marcelino Menéndez Pelayo |
(1856-1912) Dotado de una inteligencia sobresaliente, el
santanderino Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) consiguió en 1878, con
sólo 22 años, la cátedra de Historia crítica de la Literatura Española de
la Universidad Central de Madrid por la que había obtenido la licenciatura
y el doctorado en Filosofía y Letras. En 1881 ingresó en la Real Academia
Española de la Lengua y posteriormente entró a formar parte de las reales
academias de la Historia (1883), de Ciencias Morales y Políticas (1889) y
de Bellas Artes de San Fernando (1892). En 1898, en el mismo año que fue
nombrado director de la Biblioteca Nacional abandonó la cátedra para
dedicarse de manera exclusiva al estudio.
La rigurosa labor investigadora que Menéndez Pelayo realizó a lo
largo de su vida le convirtió en uno de los mayores historiadores de la
literatura española, una tarea que él abordó como la elaboración de «una
obra de arte». A sus primeros años corresponden las polémicas «Ciencia
Española» e «Historia de los Heterodoxos», obras de cuya impronta
intransigente y tradicionalista se serviría posteriormente el pensamiento
nacional-católico español. A continuación inició su labor de historiador
de los criterios estéticos, con su «Historia de las ideas estéticas en
España», que quedaría inconclusa. Posteriormente abandonó este aspecto
para dedicarse a los trabajos de crítica literaria que le ocuparán el
resto de su vida con las obras «Antología de la lírica castellana»,
«Antología de los poetas hispanoamericanos» –trabajo pionero en la
materia–, «Estudios sobre el teatro de Lope de Vega» y su inacabada
«Orígenes de la Novela».
Cerca de 42.000 volúmenes forman la colección formada por textos
impresos y manuscritos. Entre estos últimos destacan la «Crónica Troyana»
y el «Arte Cisoria». También abundan los escritos de los siglos XVI y XVII
entre los que encontramos el autógrafo de «La virtud militante» de Quevedo
o «Los melindres de Belisa» de Lope de Vega. Recientemente la
investigadora Gemma Avenoza ha descubierto un escrito apologético del
pueblo judío, el Yosifón en romance, muy anterior a las ediciones
impresas.
De las obras impresas se conservan una serie de 23 incunables
(obras publicadas antes de 1500), salidos de talleres españoles,
italianos, franceses y alemanes. Entre estos textos se encuentran la «Enneadas»
de Plotino, los dos ejemplares de los comentarios de Santo Tomás de Aquino
a Aristóteles, el «Cordial de las Cuatro Cosas Primeras» o las
«Antigüedades Romanas» de Dionisio de Alicarnaso. Además, son numerosas
las publicaciones del siglo XVI.
La biblioteca ofrece un panorama muy completo al investigador y
son significativos los repertorios bibliográficos de los que se custodian
más de 500. Son abundantes los textos de los clásicos de los que cuenta
con las ediciones griegas de Didot o las latinas de Valpy y Lemaire. La
literatura refleja los gustos de Menéndez Pelayo con textos del Siglo de
Oro, del XVIII y XIX. |
Frederic Mares y Deulovol |
Fue uno de los
coleccionistas más grande de nuestro país, y se puede considerar el más
universal de todos. Desde siempre Mares fue un prolífico mecenas que puso
a disposición de los ciudadanos los tesoros que iba recogiendo a lo largo
de su vida.
El núcleo más importante de su colección es el que se encuentra en el
Museo Frederic Mares, donado a la ciudad de Barcelona.
La colección de libros de Mares contiene tantas maravillas bibliográficas
que nombrar solo algunas sería una injusticia para el conjunto, ya que
toda ella representa un recorrido por la historia del libro. |
Antonio Rodríguez Moñino |
(1910-1970) Fue un erudito, bibliógrafo y filólogo español.
Ingresa para cursar estudios de Derecho en la Universidad María
Cristina de los Agustinos de San Lorenzo de El Escorial y allí, en su
magnífica biblioteca, descubre su pasión por la bibliografía.
Fue un inteligente bibliófilo que salvó de la destrucción muchas
bibliotecas privadas que, tras la guerra civil, fueron devueltas a sus
dueños.
Aunque sus recursos económicos eran limitados, logró reunir
importantes manuscritos poéticos y una excelente colección de cancioneros,
romanceros y pliegos sueltos, además de piezas tan excepcionales como los
fragmentos del Amadís manuscrito, hoy en la Universidad de Berkeley.
Como curiosidad, decir que parte de sus fondos llevaban una
signatura encabezada por las letras CH, iniciales de “cuarto de los
horrores”, como llamaba a una especie de trastero donde guardaba los
ejemplares incompletos, maltrechos o fragmentarios.
Legó un espléndido tesoro bibliográfico (15000 libros, muchos de
ellos inéditos, estampas y grabados) a la Real Academia Española de la
Lengua, y unos 5000 volúmenes a la Biblioteca de Cáceres. |
Antonio Pérez Gómez |
(1902-1976) Nació y murió en Cieza. Fue abogado e investigador,
pero por encima de todo bibliófilo de vocación. Consagró su vida a la
literatura, engrosando a lo largo de cincuenta años una espléndida y
nutrida biblioteca de raros ejemplares.
Movido por sus inquietudes literarias y su creciente vocación de
bibliófilo, Antonio Pérez Gómez se lanzó a la labor editorial en 1949,
iniciándose su larga trayectoria como coleccionista de libros raros; joyas
de la literatura, valiosas y difíciles de conseguir, salvadas del
ostracismo por este bibliófilo de proyección internacional.
De esta manera, Pérez Gómez funda en Cieza su editorial llamada
'...la fonte que mana y corre...',
nombre derivado de un verso de San Juan de la Cruz. Esta editorial, nacida
con vocación de servicio a la cultura, estaba dirigida, supervisada y
costeada por el propio Antonio, y en ocasiones colaboraban algunos
especialistas españoles y extranjeros. Las publicaciones estaban
organizadas en colecciones establecidas, siendo las tiradas extremadamente
cuidadas y restringidas. Se podía acceder a ellas únicamente por
suscripción directa, o bien por reserva en librerías especializadas
españolas y extranjeras. Las ediciones se agotaban rápidamente y no se
reeditaban.
Aunque la editorial estaba situada en Cieza, las tareas de
impresión se realizaban en los talleres de Artes Gráficas Soler, S.A.
situados en Valencia, con el fin de obtener la máxima calidad de las
ediciones.
El 20 de septiembre de 1955 Pérez Gómez fue elegido, por
unanimidad, Académico Numerario de la
Academia Alfonso X el Sabio, cuya
presidencia ejercería en los dos últimos años de su vida. Fue también
Académico correspondiente de las Reales Academias de la Lengua y de la
Historia, y miembro de la Hispanic Society of America.
La dilatada trayectoria como bibliófilo de Antonio Pérez Gómez
le otorgó un prestigio universal y el reconocimiento de numerosas
personalidades del mundo de la literatura y la investigación. Recibió el
título de
Mayor editor privado del mundo,
por parte del Gremio de Libreros Alemanes. |
Agustín González de Amezua |
(1881-1956) Fue un crítico literario e historiador español.
Doctor en derecho por la Universidad Central. Ejerció la
abogacía y dio conferencias en la Academia de Jurisprudencia y
Legislación, de la que fue miembro de mérito y profesor doctísimo. Después
se entregó de lleno a la investigación y a la crítica literaria bajo el
magisterio de Marcelino Menéndez Pelayo, Cristóbal Pérez Pastor y
Francisco Rodríguez Marín. La Academia Española concedió la medalla de oro
a su edición crítica de El casamiento engañoso y Coloquio de los perros,
de Miguel de Cervantes. Académico de la Española, miembro electo de la de
la Historia el 19 de junio de 1942, tomó posesión el 16 de febrero de 1944
y llegó a dirigirla. Fue además presidente de la Sociedad de Bibliófilos
Españoles y Secretario del Archivo Histórico Español, así como presidente
del Instituto de Estudios Madrileños.
Acumuló una impresionante biblioteca particular.
En 1951 marchó a México en representación de la Real Academia Española
para presidir el Congreso de Academias Hispanoamericanas correspondientes
de la Española, siendo nombrado presidente y llevando a cabo una labor tan
fecunda como ejemplar. |
Miquel
Mateu i Pla |
(1898-1972) Fue un financiero, empresario y político español.
Fue alcalde de Barcelona y embajador español en Francia.
En 1923 compró el castillo de Peralada, que restauró y convirtió
en un museo. Allí conservó la magnífica biblioteca de los hermanos Antoni
y Tomás Rocabertí.
Cuando compró la biblioteca, esta constaba de 20.000 volúmenes.
Hoy tiene 80.000, algunos de importancia inestimable, como el “Sermons de
Robertus Caracciolus”, impreso por Francisco de Formis en 1472 en Venecia;
el “Malleus Maleficarum” de Erich Institor, de 1494-97; el “Practica” de
Savoranola (Venecia, 1497); una “Cosmografia” de Ptolomeo de 1492 y un
“Tiber Chronicarum” de Hartmann Schedel, impreso en Nuremberg en 1493.
Mateu desarrolló una pasión especial por coleccionar ejemplares
de El Quijote, de los que hay 1001 ejemplares (entre ellos el más antiguo
que existe, de 1605).
Destacan también 200 incunables, 1300 manuscritos y 100 biblias,
(entre las que destaca la poliglota de Felipe II). |
Bartolomé March Servera |
(1917-1998)
bibliófilo, coleccionista de arte y mecenas.
Bartolomé March desarrolló su faceta como coleccionista y bibliófilo
adquiriendo dos importantes fondos documentales como eran el archivo y
biblioteca Medinacelli y la biblioteca de los Duques de Gor de Granada.
La incorporación posterior de los fondos adquiridos a los bibliófilos Luís
Planduria (Barcelona 1882-1956) y Pedro Sampol (Mallorca XIX-1956) parece
que quiere marcar un punto de inflexión de la faceta de coleccionista
hacia un mecenazgo más activo, con la creación de un centro bibliográfico
con un marcado carácter especializado en temática balear, y sobre todo,
porque se planteó desde los inicios como un centro de acceso público,
abierto a todo tipo de investigadores y estudiosos.
Los fondos actuales están formados por manuscritos, impresos, material
gráfico y otros materiales en nuevos soportes tecnológicos como
audiovisuales y digitales.
En la actualidad, la biblioteca dispone de más de 2.000 manuscritos (códices,
volúmenes autógrafos y documentos sueltos), 60.000 libros, 1.500 títulos
de publicaciones periódicas, 600 microfilms, 1.000 separatas y otros
soportes en menor número.
Su cronología abarca desde el siglo XIV hasta nuestros días y están en
continuo crecimiento, ya que se procura incorporar todas las nuevas
ediciones relacionadas con la temática balear. |
Antonio Rey Soto |
(1879-1966) Sacerdote, escritor y bibliófilo.
Estudió Filosofía y Teología en el Seminario de Ourense. En 1901
se ordenó sacerdote y posteriormente amplió estudios en las Universidades
de Santiago y Madrid. En 1920 fue elegido miembro de la Real Academia
Gallega. Posteriormente se exilia y viaja a Cuba. Cuando estalla la Guerra
Civil, su casa es saqueada y su importante biblioteca corre un gran
peligro. Al final vuelve a Galicia y se queda en Ourense. En 1956, ya
anciano, abandona Ourense y se traslada a Santiago. Posteriormente vuelve
a Madrid, donde pasa los últimos años de su vida. |
Alonso
Zamora Vicente |
(1916-2006) Filólogo, escritor, catedrático de universidad y
miembro de la Real Academia. Tuvo gran relación con Dámaso Alonso y Camilo
José Cela.
De 1948 a 1952 dirige el Instituto de Filología de la
Universidad de Buenos Aires, donde se relaciona con Julio Cortázar, Daniel
Devoto, Josefa Sabor y Enrique Anderson Imbert.
En 1990 se inaugura la Biblioteca Zamora Vicente, en Cáceres,
con los fondos del profesor.
Se trata de una biblioteca formada a lo largo de más de medio siglo, que
contiene 32.602 registros bibliográficos informatizados, de ellos 1.050
son títulos de publicaciones periódicas. Espléndida colección que califica
a su dueño como un gran bibliófilo y una persona de gran formación
intelectual. |
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SIGLO XXI |
Javier
Gómez Navarro |
(Madrid, 1945) Presidente de Aldeasa y del Consejo Superior
de Cámaras de Comercio. Fue ministro de comercio y turismo entre 1993 y
1996.
Es el mayor coleccionista privado de libros de viajes por
España y de geografía española.
Sus preferencias van por los viajeros extranjeros en España y españoles
por el mundo. Sus Joyas Posee más de 50 libros sobre viajeros españoles en
Tierra Santa; una primera edición de “El Cronista de Indias”; numerosos
atlas como el de “Ortelius”, de 1573, los mapas de “Jansonius”, de 1658, o
el “Mercator”, de 1569, y los diccionarios geográficos de Madoz,
Martinière o Miñano. Cultiva el coleccionismo desde 1978, cuando creó la
revista “Viajar”. No acude a subastas, aunque las sigue para estar al
tanto de los precios que se manejan. A veces compite con la Biblioteca
Nacional que, a igual precio ofertado, tiene preferencia, aunque la
lentitud de movimientos de la institución le ha permitido adelantarse
cuando se trata de un desembolso alto. Su colección recoge desde los
viajes de Juan de la Encina y el Marqués de Tarifa por Marruecos hasta las
aventuras de embajadores en oriente y clérigos que dieron la vuelta al
mundo como Pedro Cubero Sebastián, en 1688. |
Enrique Múgica Herzog
|
(San Sebastián, 1932) Defensor del Pueblo.
Su biblioteca tiene 14.000 volúmenes.
Sus preferencias son el ensayo, novela, memorias, historia y
poesía. Sus Joyas: Una edición de 1846 de “El Guzmán de Alfarache”, con
dorados en fuego; el “Diccionario de Lengua Castellana”, en su segunda
edición de 1783 y la primera edición de las “Obras Completas de Rousseau”,
entre otros. No se sabe si el tejado del domicilio de Enrique Múgica está
soportado por vigas o apuntalado por los miles de libros que alberga.
Están por todas partes. Montañas de ellos flanquean los peldaños de las
escaleras y se apilan en el salón y en el desván. Primeras ediciones de
los “Episodios Nacionales” de Galdós, el Madoz completo, todo sobre
Molière, Balzac o Malraux, los 45 tomos de la “Enciclopedia General
Ilustrada del País Vasco”... Múgica no es coleccionista, se define como
lector compulsivo, víctima del mito de Tántalo, “ya que nunca dejaré de
comprar libros aunque no tenga tiempo material para leerlos”. Habitual de
los libreros de la Cuesta de Moyano de Madrid, donde busca, regatea y
compra. “El libro más caro que tengo me costó 45.000 pesetas”.
Aprovechando sus numerosos viajes, ha adquirido joyas por muy poco dinero
en Estocolmo, Alemania, Francia, Rumanía, Rusia, Paraguay, EEUU...
“Pregunto dónde hay librerías de viejo y me escapo”. |
Joaquín González
Manzanares
|
(Badajoz, 1946)
Empresario inmobiliario.
Su biblioteca consta de 10.500 documentos originales, 2.500
manuscritos, reunidos en el Fondo Clot-Manzanares, adquirido por la
Biblioteca de Extremadura, en 2005, y un archivo de otros 10.000
documentos relacionados con su colección que también están en manos de la
institución.
Sus preferencias son la temática extremeña de todas las épocas.
Sus Joyas: El códice manuscrito de “Las Capitulaciones de la Orden de
Alcántara”, de 1209 a 1523. “Las Ordenanzas de la Ciudad de Plasencia”,
firmadas por D. Álvaro de Zúñiga en 1461. Vivió el día más feliz de su
vida hace 10 años, en Pamplona, “en una especie de subasta que se hizo de
una de las mayores colecciones de manuscritos que he visto en mi vida”, en
la que adquirió varias de sus mejores piezas. Estudioso de la bibliofilia,
lleva Badajoz y Extremadura en el alma. No hay libro vinculado con su
región del que no se incaute hasta el último documento: el discurso
original de la presentación, la obra dedicada, las crónicas, reseñas... Ha
comprado libros desde Londres a Lima. El año pasado la Junta de
Extremadura adquirió toda su colección. |
Manuel
Ruiz Luque |
(Montilla, 1935) Ha reunido una de las más curiosas y
singulares bibliotecas de Andalucía, con más de 20.000 ejemplares. Esta
tarea de compilación y rescate de volúmenes únicos, primeras ediciones y
manuscritos, incunables y códices, comprende un amplio abanico de
historias locales de Andalucía: los documentos originales de concesión de
títulos de los condados de Luque y de la Cortina, el manuscrito de la
Historia del monasterio de Santa María de las Cuevas de la Cartuja de
Sevilla, un manuscrito de Ramírez de Arellano, veinte historias
también manuscritas e inéditas de la ciudad de Montilla, primeras
ediciones de historia local de las ocho capitales de provincia andaluzas,
las primeras publicaciones de Montilla en el siglo XVII, así como toda la
colección de la prensa local.
Entre otras obras de su biblioteca se pueden destacar:
Estatutos de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba (Antequera, 1577);
Constituciones Sinodales del Obispado de Córdoba (Sevilla, 1525);
Antiguo Principado de Córdoba por Martín de la Roa (Córdoba, 1636);
Antigüedad de la Inclita y Patria Ciudad de Córdoba por Juan Félix
Girón (Córdoba, 1686); El Arcángel San Rafael, Custodio de Córdoba
por Pedro Dias Rivas (Córdoba, 1650); Saludable Introducción al Estado
del Matrimonio por Vicente de Mexía (Primer libro impreso en
castellano en la ciudad de Córdoba, 1566.); y Panegírico por la poesía
(Montilla, 1627).
Su biblioteca ha servido en múltiples ocasiones
para elaborar tesis doctorales, tesinas y otros trabajos de investigación.
Manuel Ruiz Luque fue homenajeado por el Ateneo de Córdoba en 2006
otorgándole la Fiambrera de Plata. |
Javier Cerezo
|
(Madrid, 1963) Abogado.
Su biblioteca consta de unos 2.500 volúmenes, entre obras modernas y
antiguas.
Sus preferencias son los temas jurídicos.
Sus Joyas Un tratado de la “Regalía de Amortización”, de Campomanes, en
una edición que perteneció a Carlos III; un ejemplar de “El Quijote”
impreso por Ibarra en 1870, firmado por el canciller austriaco Metternich;
“El Espíritu de las Leyes”, en su primera edición; un incunable, “El
Ordenamiento de Montalvo”, impreso en 1484. Descubrió su pasión bibliófila
en 1989, cuando se topó con una errata en un libro de texto mientras
estudiaba las “Leyes de Toro” y decidió recurrir a la fuente original. En
pocos años reunió una importante colección jurídica, que ha rodeado de
algunas de las grandes impresiones clásicas españolas y de la Ilustración,
así como de varios “Quijotes”. “No voy a la que salta, sólo tengo ilusión
por tener ciertos libros y me dedico a buscar únicamente ésos”, señala. Es
el caso de “Confusión de confusiones”, el primer libro conocido sobre
Bolsa y que desearía añadir a su biblioteca. “Algunos bibliófilos nos
reunimos de forma esporádica y comentamos los precios de un mercado cada
vez más reducido”, señala. |
Luis Caruana |
(Valencia, 1956) Economista, socio de la consultora Deloitte en Valencia.
Su biblioteca consta de 7.000 volúmenes, más de la mitad anteriores a
1800.
Sus preferencias son los libros españoles y franceses de los siglos XVI al
XVIII.
Sus Joyas: La primera edición de “Los Trabajos de Persiles y Segismunda”,
de Cervantes, impresa por Juan de la Cuesta en 1617; el “Liber Chronicarum”,
“un precioso incunable de 1493, con grabados de un joven Alberto Durero”.
Hijo, nieto y biznieto de bibliófilos valencianos. Describe con pasión su
afición por el libro antiguo, al que dedica horas y horas de cuidados y
esmeros. “Me ayuda a equilibrar mi vida personal y profesional”, explica.
Se precia de poseer un exquisito repertorio de pliegos de cordel, textos
impresos en dos hojas unidas por una cuerda que, en los siglos XVII y
XVIII, constituían el soporte de la literatura popular. Ha documentado la
trayectoria de cada una de sus adquisiciones. Recuerda la pequeña odisea
que le llevó a Burdeos para adquirir la primera edición del “Persiles” de
Cervantes, y otras que anhela profundamente, como la “Hypnerotomaquia
Poliphili”, un incunable impreso en 1499, cuyo precio alcanza los 300.000
euros. |
Miguel
Herrero y Rodríguez de Miñón |
(Madrid, 1940) Político y jurista español, fue uno de los siete
Padres de la actual Constitución española.
Asiduo colaborador de la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo, es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
desde el 9 de abril de 1991. Estudioso del derecho constitucional y las
relaciones internacionales, ha publicado numerosos trabajos, colabora
asiduamente en prensa y radio, y ejerce también como abogado y consultor. |
Arturo
Pérez Reverte |
(Cartagena, 1951) Novelista, periodista y miembro de la Real
Academia Española.
Viajero, bibliófilo, navegante y estudioso de la legendaria
tradición heroica española.
Actualmente |
Rafael
Solaz |
(Valencia, 1950) Escritor, documentalista y bibliófilo.
A sus once años compró ‘Las aventuras de Tom Sawyer" de Mark
Twain, primero de los nueve mil ejemplares que componen su biblioteca. De
vocación artística y formación autodidacta, Rafael Solaz Albert no ha
parado de coleccionar y perseguir libros, como un Lucas Corso de carne y
hueso. Trabajador de banca durante más de treinta años, recorrió varias
ciudades españolas hasta regresar a Valencia, su gran pasión, el norte de
su vida junto con su familia y los libros. |
Francisco Mendoza Díaz-Maroto |
(Villa de Don Fabrique, Toledo, 1948) Es doctor en filología
hispánica y catedrático, pero él se considera sobre todo bibliofilógrafo,
neologismo útil para designar al bibliófilo que publica la descripción de
sus propios ejemplares.
Es autor, entre otros, de los libros Introducción a la
bibliofilia (1995) y La pasión por los libros: un acercamiento a la
bibliofilia (2002). |
Julián
Martín Abad |
Abulense de San Bartolomé de Pinares, 1946, es Jefe del Servicio
de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional de España. Ha
desarrollado una intensa actividad docente en relación con el libro
antiguo y es autor de repertorios tipobibliográficos como La imprenta
en Alcalá de Henares: 1502-1600 (Madrid, 1991), La imprenta en
Alcalá de Henares: 1601-1700 (Madrid, 1999) y Postincunables
ibéricos (Madrid, 2001); de estudios sobre las colecciones españolas
de manuscritos e incunables, como Manuscritos de España: guía de
catálogos impresos (Madrid, 1989, con suplementos de 1994 y 1998) y
Los incunables de las bibliotecas españolas: apuntes históricos y noticias
bibliográficas sobre fondos y bibliófilos (Valencia, 1996); de un
cuantioso conjunto de artículos sobre identificación de ejemplares de
ediciones primitivas, y sobre antiguos impresores, bulas, comedias
sueltas, la historia de las colecciones de manuscritos y de incunables de
la Biblioteca Nacional, y sobre piezas singulares de esas colecciones. |
Manuel
Sánchez Mariana |
Ha sido director de la Biblioteca Histórica de la Universidad
Complutense. Facultativo de Bibliotecas y conocido especialista en
manuscritos y catalogación, de renombre internacional, y Jefe del Servicio
de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional. A él se
deben las más de las normas de catalogación que corren en nuestro país.
Basten dos de sus títulos:
Bibliófilos españoles: desde sus orígenes hasta los albores del
siglo XX
(Madrid: Biblioteca Nacional: Ollero y Ramos, 1993) e
Introducción al libro manuscrito (Madrid: Arco Libros,
1994) |
BIBLIOFILOS EXTRANJEROS
|
Nodier |
(1780-1844) Jean-Charles Emmanuel Nodier fue un escritor y
bibliotecario francés.
Fue filósofo, entomólogo, bibliófilo y bibliotecario de enorme
prestigio en su época, dirigiendo la Bibliothèque de l'Arsenal
(1824).
Por su tertulia pasaron Alfred de Musset, Alejandro Dumas,
Théophile Gautier, Alfred de Vigny, etc. Apreciaba mucho los relatos
fantásticos del escritor alemán E.T.A. Hoffmann. Admiraba a Goethe y a
Shakespeare. |
Archer
Milton Huntington |
(1870-1955) Gran amigo de las artes, conocido sobre todo por
sus trabajos académicos en el campo de los Estudios Hispánicos. Fundó la
Hispanic Society of America en la ciudad de Nueva York en 1904. |
Paul
Lacroix |
(1806-1884) Periodista y autor francés, es más conocido por su
sobrenombre: el bibliófilo Jacob.
Mantuvo un constante interés por las bibliotecas públicas y los
libros en general, y escribió obras históricas y sobre bibliografía. En
1885 fue nombrado bibliotecario de la biblioteca del Arsenal de París. |
Richard Heber |
(1773-1833) Coleccionista inglés de libros.
Como estudiante del Brasenose College de Oxford, comenzó a
reunir una biblioteca puramente clásica en principio, aunque luego amplió
sus gustos hacia el teatro y la literatura inglesa.
Asistía a subastas de libros en el continente, comprando a veces
ejemplares sueltos, pero otras bibliotecas enteras. Walter Scott, amigo
suyo, hablaba de su biblioteca como “superior a todas las demás en el
mundo”, y Campbell lo describió como “el más fuerte y feroz de todos los
bibliomaniacos”.
Además, no se limitaba a comprar un solo ejemplar, sino tres, ya
que quería “uno para mostrar, otro para usar y otro para prestar”. De esa
manera, su colección llegó a abarcar más de 150.000 volúmenes, repartidos
entre 8 mansiones de su propiedad. Se estima que se gastó en su colección
la cantidad de 100.000 libras esterlinas. |
J.P.
Morgan |
(1837-1913) John Pierpont Morgan fue un empresario, banquero,
filántropo y coleccionista de arte americano que dominó las finanzas
corporativas y la consolidación industrial de su época.
En 1901 era uno de los hombres más ricos del mundo.
Legó la mayoría de su colección de arte al Museo Metropolitano
de Nueva York. |
Otros importantes
bibliófilos extranjeros han sido o son:
El conde de Ficalho, Bollioud-Mermet, Pina Martins, Umberto Eco,
James P.R. Lyell, Cyril Connolly, De la Bédoyère, Ives Devaux, Libri, René
Chalon… |
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