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Real Academia
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Un evangelio del siglo XI , ilustrativo del estilo decorativo empleado por los eruditos de aquella época.
La literatura bizantina se refiere a la literatura del Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino. Está escrita fundamentalmente en griego, aunque ciertas obras escritas en latín, como el Corpus Juris Civilis, pueden ser también incluidas. La literatura bizantina incluye en parte la moderna literatura griega que comienza en el siglo XI.
Influencias La literatura bizantina es la expresión de la vida intelectual del pueblo helenizado del Imperio Romano de Oriente, luego llamado Imperio Bizantino, durante la Edad Media cristiana. El Imperio Bizantino era un organismo multiforme, en el que se combinaban la civilización griega y cristiana sobre la fundación del sistema político romano, fijado en la atmósfera intelectual y etnográfica del cercano Oriente. La literatura bizantina participa de cuatro elementos culturales diferentes: A la cultura intelectual helenística y a la organización gubernamental romana son añadidas la vida emocional del cristianismo y el mundo de la imaginación Oriental, el último envolviendo a los otros tres.
Griega La más vieja de esas tres civilizaciones es la griega, centrada no en Atenas sino en Alejandría y la civilización helenística. Alejandría durante este periodo es el centro de los estudios áticos y de la vida greco-judía, mirando tanto hacia Atenas como hacia Jerusalén. El período bizantino permite este dualismo intelectual entre la cultura de los eruditos y la del pueblo. Incluso la literatura helenística muestra dos distintas tendencias, una racionalista y erudita, la otra romántica y popular: la primera originada en las escuelas sofistas alejandrinas y que culminó en la retórica romántica, la última enraizada en la idílica tendencia de Teócrito y culminada en la novela idílica. Ambas tendencias persisten en Bizancio, pero la primera, como la oficialmente reconocida, mantuvo su predominancia hasta la caída del imperio. El movimiento lingüístico reaccionario conocido como Aticismo sostuvo e impuso esta tendencia académica. El aticismo prevaleció desde el siglo II adC hacia delante, controlando toda la posterior cultura griega, la forma viva del idioma griego fue oscurecida y ocasionalmente encontró expresión en los documentos privados y en la literatura popular.
Romana Alejandría, es el centro intelectual equilibrado por Roma, el centro del gobierno. Es como imperio romano que los bizantinos entran en la historia; sus ciudadanos son conocidos como romanos (Hromaioi), su capital como Nueva Roma. Sus leyes eran romanas; como su gobierno, su ejército, su idioma y su vida pública y privada. La organización del estado era la del periodo romano imperial, con su jerarquía y burocracia.
Cristiana El cristianismo greco-oriental nació en Alejandría. Allí fue hecha la Septuaginta translación. Allí la fusión de la filosofía griega y la religión judía culminó con Filón de Alejandría. Allí floreció la mística especulativa del neoplatonismo relacionada con Plotino y Porfirio . En Alejandría los grandes escritores eclesiásticos griegos trabajaron al lado de retóricos paganos y filósofos. Varios nacieron allí, e.g. Orígenes, Atanasio, y su oponente Arrio, también Cirilo y Sinesio de Cirene. En tierra egipcia comenzó el monasticismo y prosperó. Tras Alejandría, Antioquía mantuvo gran prestigio, donde había una escuela de comentaristas cristianos que floreció bajo Juan Crisóstomo y donde aparecieron las últimas crónicas cristianas. En los alrededores de Siria, encontramos el germen de la poesía eclesiástica griega, mientras que en la vecina Palestina , San Juan de Damasco, fue el último padre de la Iglesia.
Oriental El cristianismo griego tuvo un pronunciado carácter oriental. Egipto y Siria son los reales lugares de nacimiento de la iglesia greco-oriental y de la civilización bizantina en general. Egipto y Siria, con Asia Menor, se convirtieron para la autóctona civilización griega en un lugar donde cientos de florecientes ciudades aparecieron, donde energías confinadas o paralizadas en la empobrecida tierra natal fueron liberadas. No solamente superaron estas ciudades en riqueza a su país natal, sino que pronto también cultivaron los grandes bienes del intelecto (Krumbacher). Bajo circunstancias como estas no es extraño que nueve décimas partes del total de los autores bizantinos de los primeros ocho siglos fueran nativos de Egipto, Siria, Palestina, y Asia Menor.
Comienzo del evangelio de Lucas en un manuscrito bizantino de principios del siglo XI.
Géneros La literatura bizantina se clasifica en cinco grupos. Los tres primeros incluyen representantes de aquellos tipos de literatura que continuaban las antiguas tradiciones: historiadores y cronistas, enciclopedistas y ensayistas, y escritores de poesía laica. Los otros dos incluyen nuevos géneros literarios, literatura eclesiástica y teológica, y poesía popular.
Historiadores y analistas (cronistas)
Los dos grupos de la literatura laica en prosa muestran claramente el carácter dual de la vida intelectual bizantina en sus aspectos social, religioso, y lingüístico. Desde este punto de vista la literatura histórica y analítica complementan cada una a la otra; la anterior es aristocrática y secular, la última eclesiástica y monástica; la anterior es clásica, la última popular. Los trabajos de los historiadores pertenecen a la literatura académica, lo de los analistas (o cronistas) a la literatura del pueblo.
Imagen y texto de la 'Crónica' de Juan Skylitzes del siglo XI
Historiadores La tradición literaria clásica puso la pauta para los historiadores bizantinos en su comprensión del propósito de la historia, la manera de manipular sus sujetos, y el estilo de la composición. Sus trabajos son concretos y objetivos, sin pasión, e incluso sin entusiasmo. Ardiente patriotismo y convicciones personales son raras veces evidentes. Son historiadores diplomáticos, expertos en la utilización de las fuentes históricas y con un fino tacto para requerir su posición social; no son académicos, ignorantes del mundo, que están en la vida pública: juristas como Procopio, Agatías, Evagrio Escolástico, Miguel Ataliates, estadistas como Nicetas Acominato, Jorge Paquimeres, Laónico Calcondiles; generales y diplomáticos como Nicéforo Brienio, Jorge Acropolita, Georgius Phrantzes; e incluso cabezas coronadas, como Constantino Porfirogéneta , Ana Comnena, Juan VI Cantacuzeno, y otros. Los historiadores bizantinos representan no sólo la social sino también la intelectual flor de su tiempo, pareciéndose a sus predecesores griegos, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, y Polibio, se convirtieron en sus guías y modelos. A veces un bizantino elige a un autor clásico para imitarlo en el método y el estilo. La mayoría, sin embargo, tomó como modelos varios autores, una costumbre que tomó auge con un peculiar estilo, bastante característico de los bizantinos. Aunque a menudo el resultado de una verdadera comunidad del presentimiento, previno el desarrollo de un estilo individual eficazmente. Si un historiador de preeminencia como Procopio modeló su trabajo según el estilo de Polibio en vez del de Tucídides, las historias bizantinas podrían haber seguido una continuidad natural en estilo y método con la era helénica. Los "aticistas" helenísticos habían recalcado bien sus gustos en los últimos siglos, celebrando el estilo de la edad de oro ateniense. No es ningún accidente que personajes militares como Nicéforo Brienio (siglos XI y XII) y Juan Cinnamo (siglo XII) imitaran a Jenofonte en la precisión de su dicción, o que un filósofo como Nicéforo Gregoras (siglo XIII) tomara a Platón como su modelo. Por otro lado, es indudable que los autores estudiaron teología como León Diácono y Jorge Paquimeres que decidieron emular a Homero. En general es en los historiadores posteriores que el dualismo eclesiástico-político de la civilización bizantina fuera más evidente.
En su cenit bajo la dinastía macedonia (los siglos IX y X) el mundo bizantino produjo grandes héroes, pero no grandes historiadores, exceptuando la solitaria figura del emperador Constantino VII. El primer periodo está dominado por Procopio por su importancia literaria. Típicamente bizantino, su "Anekdota" menosprecia al emperador Justiniano I tan enfáticamente como su "Peri Ktismaton" lo ensalza. En literatura e historia sin embargo, sigue modelos clásicos, como es evidente en la precisión y la lucidez de su narrativa adquirida de Thucydides, y en la fiabilidad de su información, cualidades de especial mérito en el historiador. Procopio y en gran grado su sucesor Agatías permanecen como los modelos del estilo descriptivo del siglo XI. Procopio es el primer representante del estilo recargado bizantino en literatura y en esto es superado solamente por Teoflactos Simocates en el siglo VII. A pesar de su forma neo-clásica , sin embargo, se acercan a los antiguos en su libertad de tendencias eclesiásticas y dogmáticas. Entre la obra histórica del primer período y la del segundo, hay una serie aislada de obras que en el tema y la forma brindan un fuerte contraste fuerte con los grupos mencionados anteriormente. Son las obras del Emperador Constantino VII Porfirogéneta (siglo X), las respectivas relaciones con la administración del imperio, su división política, y las ceremonias de la corte bizantina. Tratan de las condiciones internas del imperio, y la primera y la tercera se distinguieron por su uso de una lengua popular. La primero es una fuente importante de información etnológica, mientras que la última es una contribución interesante a la historia de la civilización.
El segundo grupo de historiadores presenta un clásico eclecticismo que cubre con un velo un partidismo nada clásico y un fanatismo teológico. Deleitándose en las formas clásicas, los historiadores del período de Comneno y Paleólogo estaban carentes del espíritu clásico. Mientras que muchos tenían fuertes personalidades más comprensivas que la escuela de Procopio, el gran vigor de estos individuos y su lazos con el gobierno imperial sirvieron para entorpecer la objetividad, produciendo obras parciales y subjetivas. Por lo tanto, "La Alexiada", el trabajo pedante de la princesa Ana Comnena, que glorifica a su padre Alejo y la reorganización imperial que empezó; la obra histórica de su marido, Nicéforo Brienio, describe los conflictos internos que acompañaban el ascenso de los Comneno en la forma de una crónica familiar (finales del siglo XI); Juan VI Cantacuzeno narra sus propios logros (siglo XIV) con autocomplacencia. Este grupo presenta antítesis sorprendentes tanto personales como objetivas. Junto a Cinnamo, que odiaban todo lo occidental sinceramente, está la mente liberal de Nicetas Acominato (siglo XII) y el conciliador pero digno Jorge Acropolita (siglo XIII); al lado del teólogo polemista Paquimeres (siglo XIII), está el hombre de mundo, Nicéforo Gregoras (siglo XIV), muy versado en filosofía y los clásicos. Aunque subjetivos en temas de historia bizantina interna, éstos y otros de este período son dignos de confianza en sus relatos de los acontecimientos externos, y especialmente valioso como fuentes durante la primera aparición de los eslavos y los turcos. Cronistas
A diferencia de las obras históricas las crónicas bizantinas fueron dirigidas al público en general; por lo tanto la diferencia en su origen, desarrollo, y difusión, tanto como en su calidad, método, y estilo. Mientras las raíces de la crónica no han sido descritas satisfactoriamente, su comparativamente aparición tardía (siglo VI) y la total eliminación la tradición de Hellenistic coloca sus orígenes como recientes. La crónica literaria es originalmente extraña a la civilización griega, la primera de las cuales fue compuesta por sirios incultos. Su prototipo presumible, la "Cronografía" de Sexto Julio Africano, señala a una fuente cristiana oriental. Aislado de las personas de distinción y sin contacto con el gran mundo, sigue modelos de la esfera narrativa. El siglo IX vio el cenit de la crónica bizantina, durante el nadir de literatura histórica. Después declina repentinamente; los cronistas menores, como los del siglo XII, se inspiran en parte en sus contemporáneos y en parte, sin embargo raramente, en los primeros historiadores. En el período de Palaeólogo ningún cronista de importancia aparece. No solamente las importantes fuentes para la historia de la civilización bizantina, las crónicas mismas contribuyeron a la extensión de la civilización, al tránsito de la cultura bizantina a la llegada eslava, magyar, y de los turcos. Retratar cuando hicieron dentro del conocimiento popular; acontecimientos estupendos y horribles pintaron en deslumbrantes colores e interpretaron el sentimiento cristiano; su influencia fue considerable. El método de materiales de manejo es primitivo; debajo cada sección está una antigua fuente sólo ligeramente modificada, para que el todo se parezca a un mosaico de materiales en vez del mosaico ingenioso de los historiadores. Son una mina para lingüística comparada, en cuanto su dicción es simplemente la lengua popular, denotan la pobre educación del escritor y la audiencia.
Las crónicas bizantinas representativas son los tres de Juan Malalas, confesor de Teófanes, y Juan Zonaras, respectivamente. La primera es la crónica monástica bizantina, compuesta en la Antioquía del siglo VI por un helenizado y monofisita teólogo sirio. Originalmente una crónica ciudadana, fue ampliada a una crónica mundial. Es una obra histórica popular, llena de los errores históricos y cronológicos, y el primer monumento a la civilización helenística popular. La fuente principal para la mayoría de los cronistas posteriores como para algunos historiadores de la iglesia, es también la primera historia popular traducida al antiguo búlgaro (a principios del siglo X ). Superior en sustancia y forma, y más propiamente histórica, es la "Crónica" de Teófanes, un monje del siglo IX de Asia Menor, un modelo para las crónicas posteriores. Contiene mucha información valiosa de fuentes perdidas, y su importancia para el mundo occidental se debe a que al final del siglo IX fue traducida al latín. Una tercera guía en la historia de las crónicas bizantinas es la "Crónica de Universal" de Zonaras del siglo XII. Refleja la atmósfera del renacimiento de los Comneno; no sólo es la narrativa mejor que la de Teófanes, sino que muchos pasajes de autores antiguos están en el texto. Fue traducida no sólo al eslavo y latín, sino al italiano y al francés en el (siglo XVI).
Enciclopedistas y ensayistas
Mosaico de Constantino Monómaco y Zoe en Hagia Sophia.
El espíritu de la antigua erudición se despertó en Bizancio más pronto que en occidente, pero empezó por teólogos legos, no profanos. Para esta razón siempre había un sabor académico; el espíritu humanístico bizantino siempre saboreado de la antigüedad y la edad media en proporción igual. Principalmente dirigido a la recolección sistemática y al examen de manuscritos, un interés pronunciado en la literatura de la antigüedad griega se manifestó en Constantinopla al final del siglo IX. Con el siglo XII empieza el período de obras originales que copian modelos antiguos, un resurgimiento del ensayo alejandrino y la literatura retórica, varios autores que muestran enérgica originalidad. Bastante aislados entre dos periodos permanece Miguel Psellus (siglo XI), un genio universal que tiende un puente entre los periodos. Mientras el humanismo de los siglos IX y X conservaba un color teológico y una actitud hostil hacia occidente, desde el siglo XII hasta el XIV vieron algunos autores intentando romper el clasicismo ortodoxo para conseguir un verdadero humanismo verdadero, siendo el precursor del Renacimiento italiano.
El nuevo espíritu encontró expresión primero en una academia fundada para estudios clásicos en Constantinopla en 863. Sobre la misma época en que los Focio, patriarca de la ciudad y hombre de estado y lleno de energía, más grande de la iglesia griega (820 - 897), con entusiasmo coleccionó manuscritos olvidados, reavivó obras olvidadas de la antigüedad, y redescubrió obras perdidas; su atención estaba principalmente dirigida a las obras en prosa, indicativo de su pragmatismo. Focio hizo selecciones o extractos de todas las obras que descubrió, y eran el origen de su célebre "Bibliotheca" ("Biblioteca"), que esquematizó los restos literarios más valiosos de la edad media, contenía resúmenes dignos de confianza de muchas obras antiguas ahora perdidas, junto con buenas descripciones y análisis como los de Luciano y Heliodoro. Esta actividad enciclopédica era más asiduamente perseguida en el siglo X, particularmente en la sistemática colección de materiales relacionados con el emperador Constantino VII Porfirogéneta. Los eruditos también formaban grandes compilaciones, ordenadas por el tema, a base de antiguas fuentes. Entre éstos estaba una enciclopedia fragmentaria actual de ciencias políticas que contenía extractos de los períodos clásico, alejandrino y bizantino romano. Éstos, con la colección de los antiguos epigramas conocidos como la "Antología Palatina" y el diccionario científico conocido como "Suda", hace del siglo X el de las enciclopedias.
Página de una edición moderna de Suda
Un típico representante del período aparece en el siguiente siglo en la persona del enciclopedista más grande de la literatura bizantina, Miguel Psellus. Estando entre la edad media y la época moderna, es un jurista y un hombre de mundo con una mente tanto receptiva como productiva. A diferencia de Focio, que estaba más preocupado por las discusiones filosóficas individuales, Psellus no infravalora a los filósofos antiguos, y tiene él mismo de un temperamento filosófico. Fue el primero de su círculo intelectual en levantar la filosofía de Platón por encima de la de Aristóteles y enseñar filosofía como catedrático. Superando a Focio en intelecto e ingenio, carece de las dignidad y solidez de carácter de este erudito. Una inquieta brillantez caracterizaba su vida y actividad literaria. Al principio un abogado, luego un catedrático; ahora un monje, ahora un funcionario del tribunal; terminó su carrera de Primer Ministro. Era igualmente hábil y polifacético en su trabajo literario; en armonía con la naturaleza brillante y flexible del cortesano es el elegante estilo platónico de sus cartas y discursos. Su considerable correspondencia suministra el material interminable que ilustra su carácter personal y literario. La noble influencia de sus modelos áticos caracterizan sus discursos y especialmente sus oraciones funerarias; los pronunciados sobre la muerte de su madre indican una profunda sensibilidad. Psellus tenían más temperamento poético que Focio, y varios de sus poemas muestran, que debían más a la fantasía satírica y la oportunidad que al profundo sentimiento poético. Aunque Psellus muestra más destreza formal que creatividad, sus atributos brillaron en una época particularmente atrasada en la cultura estética. La libertad intelectual de los grandes eruditos, tanto eclesiásticos como seculares, de los siguientes siglos sería inconcebible sin el triunfo de Miguel Psellus sobre la escolástica bizantina.
Copia moderna de las Horas canónicas bizantinas, mostrando el ciclo diario de la Iglesia Ortodoxa.
Mientras entre sus sucesores como Niceforo Blemides y Teodoro Hirtaceno , Psellus, la mayoría es caracterizada por su rectitud de intención, sinceridad del sentimiento, y su amplia cultura. Entre estos grandes intelectuales y caracteres fuertes del siglo XII algunos teólogos son especialmente conspicuos, por ejemplo Eustacio de Tesalónica, Miguel Itálico, y Miguel Acominato; en los siglos XIII y XIV varios eruditos seculares, como Máximo Planudes, Teodoro Metoquites, y por encima de todos, Nicéforo Gregoras. Los tres teólogos pueden ser juzgados mejor por sus cartas y esporádicas obras menores para la ocasión menor mejor. Eustacio parece ser el más importante, escribiendo el comentario erudito sobre Homero y Píndaro al lado de obras originales que son sinceras, valientes, y polémico, con la intención de corrección de cada mal. En una de sus obras ataca la corrupción y el intelectual estancamiento de la vida monástica de ese tiempo; en otra polémica, asalta la hipocresía y la santidad falsa de su tiempo; en una tercera denuncia la presunción y la arrogancia de los sacerdotes bizantinos. El retórico Miguel Itálico, después obispo, ataca el defecto principal de la literatura bizantina la imitación externa; esto hizo que recibiera un trabajo de un patriarca, que era sólo una colección desordenada de fragmentos, tan mal puestos que las fuentes eran inmediatamente identificables. El pupilo y amigo de Eustacio, Miguel Acominato (siglos XII y XIII) arzobispo de Atenas y hermano del historiador Nicetas Acominato. Su discurso de toma de posesión, repartido por la acrópolis, presenta tanta erudición clásica profunda como gran entusiasmo a pesar de la decadencia material y espiritual de sus tiempos. Estas condiciones lastimosas llevaron a que escribiera una elegía, famosa por ser única, sobre la decadencia de Atenas, un tipo de apóstrofe más bien poético y antiguo de la caída de la grandeza. Ferdinand Gregorovius comparó el discurso de toma de posesión con el de Gregorio el Grande a los romanos, y éste con el lamento del obispo Hildeberto de Tours en la demolición de Roma por los normandos en 1106. Sus discursos funerarios sobre Eustacio (1195) y sus hermano Nicetas, aunque más prolijo en palabras y retórico, todavía demostraron un carácter noble y sentimiento profundo. Miguel, como su hermano, fue un fanático adversario de los latinos. Lo condujeron al exilio en Ceos, de donde dirigió muchas cartas a sus amigos que ilustraban su carácter. Estilísticamente influido por Eustacio, su dicción por lo demás clásica sonaba como una nota eclesiástica.
Con Teodoro Metoquites y Máximo Planudes llegamos a los eruditos (polyhistores) universales de la época del Paleólogo. El primero demuestra su humanismo en su uso de hexámetros, el último en sus conocimientos del latín; ambos por lo que son desconocidos en Bizancio, y el presentimiento de una comprensión más amplia de la antigüedad. Ambos hombres muestran un sentido fino de la poesía, especialmente de la poesía de naturaleza. Metoquites compuso meditaciones sobre la belleza del mar; Planudes fue el autor de un largo idilio poético, un género poco cultivado por los eruditos bizantinos. Mientras Metoquites eran un pensador y poeta, Planudes eran principalmente un imitador y compilador. Metoquites era más especulativo, como su colección de misceláneas filosóficas e históricas; Planudes era más preciso, como su preferencia por las matemáticas demuestra. El progreso contemporáneo en filosofía estaba en un punto donde Metoquites podían atacar a Aristóteles abiertamente. Se las arregla con preguntas políticas, como su comparación de la democracia, aristocracia, y monarquia . Mientras su amplitud de interés era grande, la cultura de Metoquites descansa sobre una base griega , sin embargo Planudes por sus traducciones del latín (Catón, Ovidio, Cicerón, César, y Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio), amplió enormemente el horizonte intelectual oriental.
Esta inclinación hacia Occidente es más perceptible en Nicéforo Gregoras, el gran alumno de Metoquites. Su proyecto para una reforma del calendario lo clasifica entre los intelectuales modernos de su tiempo, como podría ser demostrado si alguna vez sus numerosas obras cada dominio de la actividad intelectual son traídas a la luz. Sus cartas, especialmente, prometen una cosecha abundante. Su método de la exposición está basado en el de Platón, quien también lo imitó en sus discusiones eclesiástico-políticas, por ejemplo, en su diálogo "Florentius", o "En relación con la sabiduría " Estas disputas con Barlaam se ocupan de la cuestión de la unión de la iglesia, en la que Gregoras tomó partido por la parte unionista. Esto le trajo la hostilidad amarga y la pérdida de su vida de enseñanza; había estado ocupado principalmente con las ciencias exactas, a través de las cuales se había ganado el odio de los bizantinos ortodoxos. Mientras los ensayistas bizantinos y los enciclopedistas estuvieron de pie completamente bajo la influencia de la antigua retórica, todavía expresaban sus propios conocimientos característicos en las formas tradicionales, y así le prestaron un nuevo encanto. Poesía laica
La poesía tenía sus prototipos, cada género seguía sus orígenes de un antiguo progenitor. A diferencia de la prosa, estos nuevos géneros no siguen el período clásico ático, porque los bizantinos no escribieron ni lírica ni dramas, no imitando ni a Píndaro ni a Sófocles. Al imitarla literatura del período alejandrino, escriben novelas, panegíricos, epigramas, sátiras, y la poesía didáctica y exhortativa, siguiendo los modelos de Heliodoro y de Aquiles Tacio, y de Asclepíades de Samos, Posidipo, Luciano y Longo. La poesía didáctica tiene un primer prototipo en el pseudo - Isócrates. El temperamento poético de los bizantinos es por lo tanto, semejante al de los autores alejandrinos. Solamente un nuevo tipo evolucionó por separado de los bizantinos; los poemas suplicantes. Los seis géneros no son contemporáneos: el epigrama y el panegírico se desarrollaron primero (siglo VI y VII), ), luego, en largos intervalos, la sátira, la poesía didáctica y suplicante, finalmente la novela. Solamente después del siglo XII, en el período de decadencia, aparecen codo con codo. El epigrama era la única forma de poesía secular que tuvo un resurgimiento independiente en la literatura bizantina, y esto durante mucho tiempo cuando la poesía eclesiástica también llegó a su más alta perfección, en los siglos VI y VII. Este fue, por lo tanto, el período más floreciente de la poesía erudita bizantina; su disminución en el siglo XII es contemporánea del ascenso de la poesía popular. Los principales tipos de poesía durante el período de la decadencia (siglos XI al XIII) eran la sátira y la parodia, la poesía didáctica y exhortativa, los poemas suplicantes y la novela erótica. En la forma, esta literatura se caracteriza por el uso extensivo de las formas populares del discurso y el verso, siendo el verso "político" (griego ἡμαξευμένοι στίχοι,, llamado "ese abominable que hace creer de un metro" por Charles Peter Mason en el "Diccionario" de William Smith ), un verso trocaico de quince sílabas, todavía el verso en la moderna poesía popular griega en 1913. En el contenido, sin embargo, toda esta literatura continúa mostrando la huella de la erudición bizantina.
Epigrama
El epigrama quedaba bien al gusto bizantino por lo ornamental y por la ingenuidad intelectual. Correspondía exactamente al concepto de las artes menores que consiguieron un alto desarrollo en el período bizantino. No haciendo grandes exigencias en la imaginación del autor, su dificultad principal estaba en la técnica y el logro del mayor embarazo posible de la frase. Dos grupos pueden ser distinguidos entre los epigramatistas bizantinos: uno pagano y humanístico, el otro cristiano. El primero está representado principalmente por Agatías (siglo VI) y Cristóforo de Miltilene (siglo XI), el último por los eclesiásticos Jorge de Pisidia (siglo VII) y Teodoro Estudita (siglo IX ). Entre los dos grupos, en el momento además de en el carácter, está Juan Geometres (siglo X).
Las fases principales en el desarrollo del epigrama bizantina son más evidentes en las obras de estos tres. Agatías, que ya ha sido mencionado entre los historiadores, como un epigramatista, tiene las peculiaridades de la escuela del semi- egipcio bizantino Nono de Panópolis (sobre el 400). Escribió en un estilo afectado y pomposo, en la forma clásica de hexámetros. Abunda, sin embargo, en ideas brillantes, y en su hábil imitación de los antiguos, particularmente en sus piezas eróticas, supera a la mayor parte de los epigramatistas del período imperial. Agatíias también preparó una colección de epigramas, en parte propios y en parte de otros autores, algunos de los cuales pasaron después a lal "Antología Palatina" y así han sido conservados. El abad Teodoro Estudita es en todos los aspectos lo contrario de Agatías, un hombre piadoso de gran seriedad, con un fino poder de observación de la naturaleza y la vida, lleno de sentimiento, calor, y sencillez de expresión, libre de la imitación servil de los antiguos, aunque influenciado por Nono. Si bien conmovedor en las cosas más variadas y situaciones, sus epigramas sobre la vida y el personal de su monasterio ofrecen interés especial para la historia de la civilización. Joannes Geometres combina los aspectos de los dos previos. Durante el curso de su vida ocupó cargos tanto seculares como eclesiásticos y su poesía tenía un carácter universal; de un humor profundamente religioso, todavía apreciaba la grandeza de los griegos antiguos. Al lado de los epigramas sobre poetas antiguos, filósofos, retóricos, e historiadores están otros, famosos padres de la Iglesias, poetas, y santos. Poéticamente, los epigramas sobre temas contemporáneos y seculares son superiores a aquellos sobre temas religiosos y clásicos. Sus mejores obras retratan los eventos históricos y las situación que él mismo experimentó, y reflejan sus propio humor espiritual (Krumbacher).
El emperador erudito Constantino VII, siendo coronado por Cristo.
Panegírico Convertido en tradicional, y transmitido desde la Roma imperial hasta Bizancio como una parte de la antigua retórica, con toda la extravagancia de una literatura totalmente decadente (F. Gregorovius). Era una concesión más bien necesaria al despotismo; el gusto popular no fue en general herido por ella Sátiras El padre de la sátira bizantina es Luciano. sus famosos "Diálogos de la Muerte" facilitan el modelo para dos obras, una de las cuales, el "Timarion" (siglo XII) está marcada por un humor más rudo, la otra, "Mazaris" (siglo XV), por aguda sátira. Las dos ramas populares del "Timarion", los "Apokopos" y los "Piccatoros" son analizados abajo. Otro grupo de sátiras toma la forma de diálogos entre animales, manifiestamente en el desarrollo del popular libro cristiano conocido como los "Fisiólogos". Tales sátiras describen reuniones de cuadrúpedos, aves, y peces, y enumera sus comentarios satíricos sobre el clero, la burocracia, las naciones extranjeras en el imperio bizantino, etc. Aquí están también las parodias en forma de poemas eclesiásticos, y en los cuales el propio clero tomó parte, por ejemplo, el obispo Nicetas de Serrae (siglo XI). Un ejemplo de esta literatura sacrílega, aunque no completamente comprendida, es la "burla de un hombre imberbe" en la forma de una liturgia obscena (siglo XIV). Didáctica La poesía didáctica encontró su modelo en el diálogo "A Demonikos", atribuido a Isócrates erróneamente. El más grande ejemplo de este tipo de literatura en Bizancio es el de "Spaneas"(siglo XII), un poema exhortativo dirigido por un emperador a su sobrino, un tipo de "Espejo para príncipes". Algunos de éstos están en la literatura popular de Creta en los siglos XV y XVI, bajo los nombres de Sachlikis y Defarano. Aquí también están las exhortaciones teológicas vociferantes que se parecen a las del capuchino en el Wallenstein" de Schiller. Como por ejemplo, están las de Geogillas después de la gran plaga de Rodas (1498) y las profecías proféticas sobre el final del imperio bizantino bajo el nombre del emperador León (886 - 911).
Poema mendicante Una última variedad bizantina de poema laudatorio es el mendicante, el lamento poético de escritores hambrientos y parásitos de la corte. Sus representantes principales son Teodoro Prodromo y el excesivamente halagador Manuel Files. El primero vivía en el siglo XII bajo los Comneno, el último bajo los Paléologo (siglo XIII ). Para los historiadores tales gemidos poéticos de sufrimiento como Prodromo dirigió al emperador son valiosos porque proporcionan imágenes interesantes de la calle y la vida empresarial de la capital. Novela romántica
La antigua novela griega imitó a cuatro autores del siglo XII: Eustacio Macrembolites, Teodoro Prodromos, Nicetas Eugeniano, y Constantino Manases.
Literatura eclesiástica y teológica
La primera en florecer de literatura eclesiástica de Bizancio es la helenística en la forma y oriental en el espíritu. Este período llega hasta el siglo IV y está relacionado con los nombres de los padres griegos de Alejandría, Palestina, Jerusalén, Cirene, y Capadocia. Sus obras, que cubren todo el campo de la prosa eclesiástica; el dogma, la exégesis, y la homilética; se convirtieron en canónicos para todo el período bizantino; el último trabajo importante es la historia eclesiástica de Evagrio Escolástico. Más allá de obra polémica contra los sectarios y los iconoclastas, las últimas obras posteriores constan de meras compilaciones y comentarios, en la forma del así llamado "Catenae"; incluso la "Fuente de conocimientos" de Juan de Damasco (siglo VIII), el manual fundamental de teología griega, aunque sistemáticamente elaborado, es simplemente una colección gigantesca de materiales. Incluso la homilía se aferra a un seudo - fundamento clásico y retórico, y atiende más a la amplitud externa, que a la introspección y a la profundidad.
Solamente tres tipos de literatura eclesiástica, que estaba aún sin explotar en el siglo IV, presenta después un crecimiento independiente. Éstas eran la poesía eclesiástica del siglo VI, las vidas populares de los santos del siglo VII, y la obra mística de los siglos XI y XII. La "Enclopedia católica" indica qué formas clásicas eran insuficientes para expresar las ideas cristinas con mejor resultado: en varias colecciones de la primera correspondencia cristiana no son las leyes rítmicas del estilo retórico griego quienes gobiernan la composición, sino las de la prosa semita y siria. El cardenal Pitra lanza la hipótesis de que la poesía rítmica de los bizantinos se origina en los salmos judíos del Septuaginto. Este principio rítmico concuerda con el carácter lingüístico de los griegos posteriores, que usaron un acento cuando ya había sido desarrollado en la poesía siria en vez del acento tonal clásico. Romanos fue el primer gran poeta eclesiástico de los griegos en adoptar el acento como un principio rítmico. Un contemporáneo y compatriota del cronista Malalas, también un reformador del lenguaje literario griego, Romanos eran un sirio de ascendencia judía, cristianizado en una edad temprana. Lo que Malalas es a la prosa, Romanos es a la poesía cristiana de la edad media griega. Aunque no fue tan lejos como Malalas, estrenó la poesía de los metros basada en lo cuantitativo y tonal; la llevó en armonía con la última poética predominante en Siria además de evolucinar la lengua griega. Romanos pronto fue a Constantinopla , donde se hizo diácono de Hagia Sofía.
Una ilustración de la Parábola del Buen Samaritano del Evangelio de Rossano, que creyó ser al más antiguo superviviente ilustrado del Nuevo Testamento. Romanos plagió la forma de sus poemas, el material, y muchos de sus temas en parte de la Biblia y en parte de las homilías (métrica) del padre sirio Efrén (siglo IV). Escribió himnos sobre la pasión del Señor, sobre la traición de Judas, sobre la negación de Pedro, María antes de la Cruz, la Ascensión, las diez vírgenes, y el Juicio Final, mientras que sus temas del Antiguo Testamento mencionaban la historia de José y los tres jóvenes en la caldera ardiente. Compuso unos mil himnos, de los cuales sólo han sobrevivido ochenta, evidentemente porque en el siglo IX los llamados "Cánones", lingüística y métricamente más artísticos en la forma, reemplazaron gran parte de su trabajo en la liturgia griega. Desde entonces sus himnos se introdujeron en unos pocos monasterios remotos. Característico de su técnica es la gran longitud de sus himnos, que están compuestos de veinte a treinta estrofas (τροπαρια) de de doce a veintiún versos cada una cada uno, muy finamente trabajados y variados en la estructura métrica, y en la construcción transparente y diversa. No se parecen a los himnos latinos contemporáneos como las oraciones de inicios del siglo XX, tampoco usando la interpretación antifonal de coros alternativos. Esto también explica el carácter dramático de muchos himnos, con sus diálogos insertados en canciones corales, como en "La negación de Pedro", un poco de drama de la jactancia debilidad humanad, y la última parte de la "Historia de José", el "Salmo de los Apóstoles", y el "Nacimiento de Jesús". Otras piezas, como el himno del Juicio Final, son simplemente descriptivas del carácter, aunque incluso entre ellos los elementos retóricos y dogmáticos afectan al efecto artístico seriamente. Algunos, como Bouvy y Krumbacher, lo ponen entre los más grandes autores de himnos de todos los tiempos; otros, como el cardenal Pitra, son más conservadores. Para una sentencia definitiva una edición completa de los himnos es necesaria. Comparado con poetas de la iglesia latina como Ambrosio y Prudencio, sus obras sobrevivientes se inclinan hacia un verso más retóricamente florido, digresivo y dogmático. Está encariñado con las imágenes simbólicas y figuras del habla, las antítesis, asonancias especialmente ingeniosas, "'juegos de espíritu", que contrastan con su característica simplicidad de dicción y construcción. Estos adornos interrumpen el suave fluir de sus líneas, y a menudo la secuencia de ideas en sus himnos está nublada por el arrastre de preguntas dogmáticas; en el célebre himno de Navidad la cuestión del nacimiento milagroso de Jesús es discutida cuatro veces. El teólogo es también demasiado evidente en sus alusiones al Viejo Testamento cuando se ocupa de los incidentes del Nuevo Testamento; María en el nacimiento de Jesús compara su destino con el de Sara, los Reyes Magos comparados con la estrella que iba antes de los israelitas en el desierto, etc. La cita frecuente de pasajes de los profetas parece más una desapasionada paráfrasis que inspiró la poesía De hecho, Romanos no posee la imagen abundante y coloreada de los primeros poetas eclesiásticos, ni de su fina comprensión de la naturaleza. El lector también tiene la impresión de que la altura de la imaginación del poeta no es proporcionado con la profundidad de su devoción; aparece en él algo ingenuo, casi acogedor, como cuándo Maía expresa su placer por los Reyes Magos y llama la atención a menudo su utilidad para lal inminente huida a Egipto. Hay pasajes, sin embargo, en los cuales el devoto entusiasmo lleva a la imaginación con él y eleva el tono poético, como en la invitación jubilosa al baile (en la canción de Pascua), en que las ideas de la primavera y de la resurrección son mezcladas armoniosamente:
¿Por qué así de apocados? ¿Por qué cubrir con un velo vuestras caras? ¡Levantad vuestros corazones! Cristo se alza! Uníos a los bailes, Y con nosotros proclamadlo: El Señor ha ascendido, Brillando y glorificado, Él que ha nacido Del donante de la luz. Cesad vuestro luto, Regocijaos en la santidad: La primavera ha venido. Así que florezcan ahora los lirios, ¡Florezca y sea fructífera! Nada trae la destrucción. Aplaudid nuestras manos Y gritad: Él ha ascendido Quién ayudará a los caídos a ascender otra vez. La poesía eclesiástica no permaneció mucho tiempo en el alto nivel alto al que Romanos la había subido. Los "Hymnus Acathistus" (de autoría desconocida) del siglo VII, una especie de Te Deum en elogio a la Madre de Dios, es el último gran monumento de la poesía eclesiástica griega, comparable a los himnos de Romanos, a la que ni siquiera ha sobrevivido en fama . Ha tenido numerosos imitadores y hasta el siglo XVII no fue traducido al latín. El rápido declive de la himnología griega comienza a principios del siglo VII, el período de Andrés de Creta. Las opiniones religiosas en los himnos fueron ahogadas por un formalismo clásico que sofocó toda vitalidad. La sobrevaloración de la técnica en los detalles destruyó el sentido de la proporción en el todo. Esto parece ser la única explicación para los primeros cánones encontrados en la colección de Andrés de Creta. Mientras un canon es una combinación de varios himnos o cantos (en general nueve) de tres o cuatro estrofas cada uno, el "Gran Canon" de Andrés en realidad asciende a 250 estrofas, una "sola idea es prolongada en arabescos serpentinos". La pseudo - clásica artificialidad encontró a un representante avanzado en Juan de Damasco, en la opinión de los bizantinos el más importante escritor de cánones, que tomó como modelo a Gregorio de Nacianzo, reintroduciendo el principio de la cantidad en la poesía eclesiástica. La poesía religiosa era en esta forma reducida a mera insignificancia, para en el siglo XI, que fue testigo del declive de la himnología y el resurgimiento del humanismo pagano, Miguel Psellus empezó parodiando los himnos eclesiásticos, una práctica que tomó a raíz en la cultura popular. Los poemas didácticos tomaron esta forma sin ser mirados como blasfemos.
El drama religioso no prosperaba en la era bizantina. El único ejemplo es el "Sufrimiento de Crisot" ("Christus Patiens", Χριστος πασχον"), escrito en el siglo XI o XII; de sus 2.640 versos, aproximadamente una tercio están prestados de dramas antiguos, principalmente de los de Eurípides, y María, el personaje principal, recita a veces versos de la "Medea" de Eurípides, otra vez de la "Electra" de Sófocles, o el "Prometeo" de Esquilo. La composición es evidentemente la producción de un teólogo formado en los clásicos, pero sin la más leve idea de arte dramático. Está formado principalmente de lamentaciones e informes de mensajeros. Incluso las más efectivas escenas, las que preceden a la crucifixión, están descritas por mensajeros; casi dos tercios del texto está dedicado al descenso de la Cruz , el lamento de María, y la aparición de Cristo. Entre la poesía eclesiástica y la prosa eclesiástica el poema teológico-didáctico de theologico, una clase favorita de la antigua literatura cristiana . Uno de sus mejores ejemplos es el "Hexaemeron" de Jorge Pisides, un himno enérgico sobre el universo y sus prodigios, i.e.. todas las criaturas vivientes. Tomado como un todo, es algo convencional; solamente la descripción de las formas menores de la vida, especialmente de los animales, revela la destreza del epigramatista. Además de la poesía sagrada, la hagiografía floreció del siglo VI al XI. Esta clase de literatura se desarrolló desde los antiguos martirologios, y se convirtió en la forma favorita de literatura popular. Floreció del siglo VIII al XI, y se preocupaba principalmente de la vida monástica. Desafortunadamente, el lenguaje retórico estaba en fuerte contraste con la naturaleza simple de los contenidos, el valor principal de esta literatura es el histórico.
Más populares en el estilo son los biógrafos de santos de los siglos VI y VII. El más antiguo y más importante de ellos es Cirilo de Escitópolis (en Palestina), cuyas biografías de santos y monjes se distinguen por la fiabilidad de sus hechos y fechas. De gran interés también por sus contribuciones a la historia de la cultura y de la ética y para su realmente popular lenguaje son las obras de Leoncio, arzobispo de Chipre (siglo VII), especialmente su vida del patriarca Juan apellidado el piadoso), Eleemosinario de Alejandría. (Cf. Gelzer, Kleine Schriften, Leipzig, 1907.) Esta vida nos describe a un hombre que a pesar de sus rarezas trató de realizar "un puro cristianismo bíblico puro de amor al autosacrificio" sinceramente, y cuya vida nos lleva a la fascinante manera de las costumbres y las ideas de las clases bajas del pueblo de Alejandría. La novela de Balaam y Joasaf (también Barlaam y Josafat) era otra obra popular de origen bizantino elevada ahora a literatura universal. La "Canción de las canciones" del ascetismo cristiano, ilustrado por la experiencia del príncipe indio Joasaf, es la que es llevada por el ermitaño Barlaam que abandona los placeres de la vida, y como un verdadero cristiano renuncia al mundo. El material de la historia es originalmente indio, ciertamente budístico, porque en el origen Joasaph era Buda. La versión griega se originó en el monasterio de Sabbas en Palestina a mediados del siglo VII. No circuló extensamente hasta el siglo XI, cuando fue conocida en toda Europa occidental a través de una traducción latina La concepción ascética de la vida fue arraigó en el carácter bizantino y fue reforzada por el alto desarrollo de las instituciones monásticas. El último produjo una amplia literatura ascética, aunque no fue tan profundo el ascetismo como su gran exponente San Basilio de Cesárea.
Menos ampliamente cultivadas, pero de excelente calidad, son las obras místicas bizantinas. El verdadero fundador del misticismo bizantino fue Máximo el confesor (siglo VII), quien primero lo despojó de su carácter neoplatónico la calidad y lo puso en armonía con la doctrina ortodoxa. Representantes posteriores y más importantes lo fueron Simeón el nuevo teólogo y Nicetas Estetatos en el siglo XI, y Nikolaos Kavasilas en el siglo XIV. Los escritores místicos bizantinos difieren de los de Europa occidental principalmente en su actitud hacia las ceremonias eclesiásticas, a que se adoptaron implícitamente, viendo un símbolo profundo de la vida espiritual de la iglesia, donde los occidentales ven un intento de desplazar la vida interior con la pompa externa. Por lo tanto Simeon observó con rigor las reglas ceremoniales de la iglesia, mirándolas, sin embargo, solamente como un medio para la consecución de la perfección ética. Su trabajo principal (publicada únicamente en latín) es una colección de piezas de prosa e himnos sobre la comunión con Dios. Es semejante a la principal mística alemana en su tendencia hacia el panteísmo. De Simeón, igualmente se distinguió su alumno Nicetas Estetatos, del que sólo diremos que desechó a sus profesores de tendencias panteístas. El último gran místico Kavasilas, arzobispo de Salónica, reavivó la enseñanza de Dionisio el Pseudo - Areopagita, pero en el plan de su obra principal, la "Vida de Cristo", presenta una independencia completa de todos los otros mundos y no tiene paralelo en el ascetismo bizantino.
Poesía popular
La captura de Constantinopla y el establecimiento de los reinos latinos en el año 1204 desplazó o reemplazó los controles aristocráticos y eclesiásticos controles sobre el sabor literario y el estilo. En respuesta a las nuevas influencias del Occidente romano, la literatura popular bizantina se movió en diferentes direcciones. Mientras que la poesía literaria es resultado de la atmósfera racionalista y clásica del período helenístico, la poesía popular, o canción popular, es una consecuencia de la literatura idílica y romántica del mismo período. Cuando las obras literarias tenían sus prototipos en Luciano, Heliodoro, Aquiles Tacios, y Nono, las obras populares imitaban a Apolonio de Rodas, Calímaco, Teócrito, y Museo.
La característica principal de la canción popular durante todo la edad media griega es su nota lírica, que encuentra expresión constantemente en giros emotivos. En la literatura bizantina, por otro lado, la mejora de la poesía erótica fue debido a la influencia de la poesía amorosa de la caballerosidad introducida por los caballeros francos en el siglo XIII y después. Los bizantinos imitaron y adaptaron los materiales románticos y legendarios que estos occidentales trajeron. Las influencias italianas influenciaron en el resurgimiento del drama. Esa celebración de los logros de héroes griegos en la literatura popular era el resultado de los conflictos que los griegos mantuvieron durante la Edad Media con las naciones fronterizas del este del imperio. Los libros populares que relataban los actos de héroes antiguos se extendieron por el Este; éstos también reactivaron la poesía heroica, aunque eran transmitidos con un profundo matiz romántico. El resultado era una conmoción completa de los ideales populares y uno ampliar del horizonte popular como las tendencias artísticas fueron gradualmente erosionadas. Por tanto, había una completa reconstrucción de los tipos de literatura de Bizancio. De todas las variedades de la poesía artística sobrevivieron solamente la novela, aunque ésta se puso más seria en sus objetivos, y su campo se dilató. De las formas métricas sólo quedó el verso político (quince sílabas ) . De estos materiales simples brotaron con abundancia nuevos tipos poéticos. Al lado de la narrativa romántica de heroísmo y amor surgieron las letras de amor populares, e incluso los orígenes del drama moderno.
Página del manuscrito griego Digenis Acritas
La única epopeya heroica genuina de los bizantinos es la "Digenis Acritas", una cristalización poética popular de los siglos X y XI entre los guardias bizantinos de las marchas (ακρίτης, acrites) y los sarracenos en del este de Asia Menor. El núcleo de esta epopeya es del siglo XII o XIII, su forma literaria final es del siglo XV. Aunque los académicos editaron los poemas originales hasta ser irreconocibles, una idea aproximada del poema original puede ser recogida de los numerosos ecos existentes en la poesía popular. Las versiones existentes presentan una mezcla de algunos ciclos, modelados según los poemas homéricos. Sus principales temas son el amor, las aventuras, las luchas, y un disfrute patriarcal e idílico de la vida; es una mezcla de la Iliada y la Odisea, la mayoría del material de la última, teñida de una atmósfera cristiana. La devoción genuina y un fuerte sentimiento de familia combinan con una íntima simpatía con la naturaleza. Artísticamente, el trabajo carece de la calidad dramática y aparecen diversos personajes de las epopeyas germánicas y griegas clásicas; debe ser comparado con las canciones heroicas eslavas y orientales, entre las que encaja adecuadamente. La novela romántica de la Edad Media griega es el resultado de la fusión de la sofisticada novela alejandro-bizantina y el romanticismo popular francés medieval, a base de una visión helenística de la vida y la naturaleza. Esto está demostrado por sus tres creaciones principales, compuestas en los siglos XIII y XIV. "Calímaco y Crisorroe", "Beltandros y Crisanza", "Libistros y Rodamne". Mientras la primera y la última de éstas estaba influido por la novela bizantina en ideas y manera del tratamiento, la segunda empieza a mostrar la influencia estética y ética de la antigua novela francesa; efectivamente, su historia a menudo recuerda a la leyenda de Tristán. El estilo es más claro y más transparente, la acción más dramática, que en los versiones existentes de la leyenda de Digenis. La idea ética es la idea romántica del título de caballero; el ganar al ser querido por el valor y atreverse, no por el riesgo ciego como en las novelas románticas literarias bizantinas. Al mismo tiempo que estas adaptaciones independientes del material francés, están las traducciones directas de "Flore et Blanchefleur", "Pierre et Maguelonne", y otros, que han pasado all dominio de la literatura universal. Al período de la conquista franca pertenece también la métrica de la Crónica de Morea (siglo XIV). Fue compuesta por un franco traído de Grecia, aunque enemigo de los griegos. Su objeto era, entre el constante progreso de la helenización de los conquistadores occidentales, recordarles el espíritu de sus antepasados. Por lo tanto es solamente griego en la lengua; en la forma literaria y el espíritu es completamente franco. El escritor "describe minuciosamente las costumbres feudales que habían sido trasplantadas a la tierra de Grecia, y esto es quizás su méritos principal; las deliberaciones del Tribunal Superior son dadas con la mayor exactitud, y está muy familiarizado con la práctica de la ley feudal" (J. Schmitt). En el siglo XIV la crónica fue traducida al español y en el XV al francés e italiano.
Sobre la misma época y en la misma localidad de las islas pequeñas de la costa de Asia Menor, apareció la primera colección canciones de amor neo-griegas, conocidas como " canciones de amor rodias". Además de las canciones de varias clases y orígenes, contenían una novela completa, dichas en forma de una obra sobre números, un joven siendo obligado a componer cientos de versos estrofas en honor de la doncella a quien venera antes de que ella devuelva su amor, cada verso que corresponde a un número de uno a cien. Entre los días de la influencia francesa de los siglos XIII y XIV y los de la italiana en el XVI y XVII, hubo un resurgimiento romántico y popular breve del antiguo material legendario. Ni había mucha necesidad ni mucho aprecio por este resurgimiento, y pocos de los héroes antiguos y sus actos heroicos son tratados suficientemente. La mejor de estas obras es la "Novela de Alejandro", basada en la historia de Alejandro el Grande, una versión revisada del Pseudo - Calístenes del período ptolemaico, que es también la fuente de las versiones occidentales de la "Novela de Alejandro". La "Aquileida", por otro lado, aunque escrita en verso popular y no sin gusto, está completamente carente del antiguo color local, y es más una novela de caballerías francesa que una historia de Aquiles. Para terminar, de dos composiciones de la Guerra de Troya, una es completamente grosera y bárbara , la otra, aunque mejor, es una traducción literal del antiguo poema francés de Benoît de Sainte - More.
Página de una moderna edición de la vasta enciclopedia bizantina La Suda.
A éstos productos del siglo XIV podrían añadirse dos del XVI, ambos describiendo un descenso al infierno, evidentemente ramas populares del Timarion y Mazaris ya mencionados. Al primero corresponde el "Apokopos", una sátira de muertos sobre vivos; la última los "Piccatores", una pieza métrica decididamente larga pero bastante despoetizada, mientras que la primera tiene muchos pasajes poéticos (por ejemplo, la procesión de los muertos) y traiciona la influencia de la literatura italiana. De hecho la literatura italiana imprimió su popular carácter sobre la poesía popular griega de los siglos XVI y XVII, cuando la literatura francesa lo había sido en el XII y XIV . Poesía popular cretense Cuando una poesía popular abundante surgió durante el último periodo mencionado en las islas de la costa de Asia Menor también una literatur similar se desarrolló en la isla de Creta. Sus creaciones más importantes son las epopeya romántica "Erotokritos" y los dramas "Erofile" y "El sacrificio de Abraham" con unas pocas imágenes de las costumbres y los modales. Estas obras quedan fuera de los límites de la literatura bizantina cronológicamente; sin embargo, como un necesario complemento y continuación del período precedente, deben ser discutidas aquí. El "Erotokritos" es un largo poema romántico de caballerías, lírico en los personajes, calidades y didáctico en el propósito, es la obra de Cornaro, un veneciano helenizado del siglo XVI. Abunda en los temas y las ideas dibujadas en la poesía popular de la época. En la historia de Erotokritos y Aretusa el poeta glorifica el amor y la amistad, el valor caballeresco, la constancia, y el autosacrificio. Aunque las influencias extranjeras no se imponen, y el poema, como un todo, tiene un sabor griego nacional, revela varios elementos culturales, bizantino, romance, y oriental, sin proporcionar, sin embargo, el carácter de una combinación.
La tragedia de amor lírica de la que "Erofile" es más que un mosaico, siendo una combinación de dos tragedias italianas, con la adición de intermezzos líricos de "Jerusalén entregada" de Torquato Tasso , y canciones corales de su "Aminta". Sin embargo, los materiales son manejados con independencia, y más armoniosamente ordenados que en el original; el padre que ha matado al amante de su hija es asesinado no por la mano de su hija, sino por las damas de su palacio, por lo tanto, da una impresión más ofensiva. Debido al tono lírico de las obras algunas partes de ella han sobrevivido en la tradición popular hasta el tiempo actual. La obra de misterio el "Sacrificio de Abraham" es una pequeña obra maestra psicológica, aparentemente una obra independiente. Los incidentes familiares y bíblicos manidos son vueltos a poner en el ambiente patriarcal de la vida familiar griega. El poeta enfatiza las peleas mentales de Sarah, la resignación de Abraham a la voluntad divina, los presentimientos de Isaac, y la compasión afectuosa de los criados, en otras palabras, un análisis psicológico de los personajes. El motor principal de la acción son los premoniciones de Sarah de lo que va a suceder, evidentemente la invención del poeta muestra el poder del amor maternal. La dicción es distinguida por su alta belleza poética y por un dominio minucioso de la versificación. Otros productos de literatura cretense son unas pocas adaptaciones de pastorales italianas, algunos poemas eróticos e idílicos, como el llamado "Cuento de seducción" (un eco de las canciones de amor rodias), y el precioso, pero ultrasentimental, idilio pastoril de la "Pastora hermosa".
El legado de la literatura bizantina La supremacía romana en la vida gubernamental no desapareció, amplificado cuando estaba unida con las despóticas tradiciones de gobernó. El sometimiento de la iglesia al poder del estado federal llevó a un gobierno eclesiástico , causando fricción con la iglesia Católica Romana, que permaneció relativamente independiente. El griego adelantó al final al latín como la lengua oficial del gobierno, las "Novellae" de Justiniano I es el último monumento en latín. A inicios del siglo XVII, el idioma griego había hecho un gran progreso, y antes del siglo XI el griego era supremo, aunque nunca reemplazó a las otras numerosas lenguas del imperio. Mientras que el mundo griego mantuvo la forma de su literatura clásica, lo mismo no puede ser dicho del sentido clásico de la poesía y la imaginación. La cultura bizantina rompió totalmente con la estética clásica. En literatura y en las artes plásticas la estética oriental estético venció. Algunos géneros como el verso lírico y el drama se extinguieron, mientras que sólo las secciones menores de la literatura de cualquier gran grado de arte consiguió estar. El sentido clásico de la proporción, la belleza, y la poesía desaparecen completamente, reemplazados por un placer en el grotesco y en lo desproporcionado por una parte, y en insignificancias ornamentales por el otro.
La pérdida de un cuerpo libre, de ciudadanos educados por la centralización bizantina y el estancamiento consiguiente de la vida municipal afectó a su literatura directamente. Ningún rival fue permitido en Constantinopla. La literatura preocupaba solamente los latos magistrados y clases sacerdotales; fue aristocrático o teológico antes que popular. Los patrones clásicos podían ser imitados porque solamente las clases altas se preocupaban por la literatura, pero divorciada de de la vida del pueblo, carecía de espontaneidad genuina. La himnología eclesiástica infundió vida fresca a la literatura durante algún tiempo, pero incluso esto era de origen oriental, creciente fuera de Siria. En Bizancio, las influencias eclesiásticas y orientales coincidían. El Imperio Romano de Oriente dividió la civilización europea en dos partes: una romance y germánica, la otra griega y eslava. Estas culturas diferían etnográfica, linguística, eclesiástica, e históricamente. La Rusia imperial, los Balcanes, y el Imperio otomano fueron los herederos directos de la civilización bizantina; las primeras dos sobre en los aspectos eclesiásticos , políticos y culturales (mediante la traducción y adaptación de la literatura sacra, histórica y popular); la tercera en el aspecto del gobierno civil. Indirectamente, el Imperio protegió a Europa occidental durante siglos de guerra, luchando contra varios invasores y poblaciones migratorias. Bizancio fue además un tesoro de la antigua literatura griega. Durante la Edad Media, hasta la toma de Constantinopla, Oriente estaba familiarizado con la literatura romana. La antigüedad griega fue llevada primero por los tesoros llevados por los humanistas griegos fugitivos. La cultura bizantina tuvo una influencia directa sobre la música religiosa y la poesía de Europa central y meridional, hasta el siglo siglo XVII. La cultura bizantina tuvo un impacto definitivo sobre Oriente Próximo, especialmente sobre los armenios, los persas, y los árabes. Aunque Bizancio recibió de estas naciones más de lo que transmitió, los bizantinos dieron un fuerte impulso intelectual a Oriente, enriqueciendo su literatura académica, aunque para esto sirvieron principalmente como intermediarios.
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Actualizado el 25/11/2009 Eres el visitante número ¡En serio! Eres el número |