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POSTROMANTICISMO

 

 PARNASIANISMO

SIMBOLISMO

DECADENTISMO

 

Es un movimiento intelectual que nace después y a partir del romanticismo, a finales del siglo XIX.

Théophile Gautier

 

Théophile Gautier

La vertiente literaria del romanticismo se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Postromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano.

Los escritores y artistas se rebelan contra las formas de vida de los burgueses y nace su espíritu de rebeldía y libertad. Sienten rechazo por los valores de la sociedad y caen en ciertos vicios como el alcohol y las drogas. Se aferraban a la aventura, la soledad y a veces al odio de su propia existencia.

La poesía, al contrario de la novela y el teatro, continúa siendo romántica (la novela y el teatro seguirá la tendencia realista). En la poesía la forma pierde parte de su interés para centrar su atención a lo emotivo que puede poseer el poema. Lo narrativo decae en favor de lo lírico. La poesía es más personal e intimista. Se reduce la retórica y se aumenta el lirismo, con el amor y la pasión por el mundo por lo bello como temas principales. Se buscan nuevas formas métricas y nuevos ritmos. La homogeneidad de la que gozaba el Romanticismo se transforma en pluralidad en las ideas poéticas. La poesía posromántica, pues, representa la transición entre el Romanticismo y el Realismo.

 

Parnasianismo

Théophile Gautier

Leconte de Lisle

Théodore de Banville

Sully Prudhomme

 

Leconte de Lisle            Théodore de Banville

                                                                      Leconte de Lisle                                    Théodore de Banville

El parnasianismo fue un movimiento literario francés de la segunda mitad del siglo XIX (ca. 1860) creado como reacción contra el Romanticismo de Víctor Hugo, el subjetivismo y el socialismo artístico. Los fundadores de este movimiento fueron Théophile Gautier (1811-1872) y Leconte de Lisle (1818-1894).

La palabra es de origen griego y hace referencia a la cima del monte Parnaso donde estaban las musas inspiradoras, que eran diosas menores.

Con respecto al parnasianismo francés se formó en el año 1866 con motivo de la publicación de tres antologías poéticas tituladas: "El Parnaso contemporáneo". Figuraban allí poemas de Théophile Gautier, Leconte de Lisle, Théodore de Banville, Sully Prudhomme, Catulle Mendès, a los que se les agregaban nombres de otros poetas que la historia del arte no clasificaría como parnasianos, entre ellos se encontraba Charles Baudelaire.

El Parnasianismo surge como una antítesis del Romanticismo y esta oposición tiene como causa lo que los parnasianos consideraban sus "excesos"; exceso de subjetivismo, hipertrofia del yo (crecimiento excesivo y anormal), exceso de sentimiento. De allí que los parnasianos preconizaran una poesía despersonalizada, alejada de los propios sentimientos y con temas que tuvieran que ver con el arte, temas de por si sugerentes, bellos, exóticos, con una marcada preferencia por la antigüedad clásica, especialmente la griega, y por el lejano Oriente.

En lo referido al estilo, los parnasianos cuidaban mucho la forma. Continente y contenido debían marchar de acuerdo. De esta manera, si los románticos demostraron una preocupación por los sentimientos, los parnasianos lo hicieron por la belleza.

El lema del parnasianismo era: el arte por el arte, arte visto como forma y no como contenido. Arte que no estuviese comprometido con la realidad social.

Las características del parnasianismo son muchas. Entre ellas podemos encontrar que representa una reacción contra el subjetivismo poético y un desprecio contra la emoción poética. El escritor parnasianista busca la perfección mediante una poesía descriptiva.

El Parnasianismo francés, tuvo una influencia decisiva en la corriente literaria latinoamericana, el Modernismo. Siendo su principal exponente el poeta nicaragüense Rubén Darío.

 

Simbolismo


 


 

 

Los simbolistas.En una reunión del grupo Verlaine y Rimbaud sentados. El primero a la izquierda es Verlaine, el segundo es Rimbaud.

 

Los simbolistas.
En una reunión del grupo Verlaine y Rimbaud sentados. El primero a la izquierda es Verlaine, el segundo es Rimbaud.

El Simbolismo fue uno de los movimientos artísticos más importantes de finales del siglo XIX. En Un manifeste littéraire ("Un manifiesto literario"), publicado en 1886, Jean Moréas definió este nuevo estilo: "Enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad, la descripción objetiva" (Ennemie de l'enseignement, la déclamation, la fausse sensibilité, la description objective). La poesía simbólica busca vestir a la idea de una forma sensible" (la poésie symbolique cherche à vêtir l'Idée d'une forme sensible). La literatura simbolista posee intenciones metafísicas, intenta utilizar el lenguaje literario como instrumento cognoscitivo, por lo cual se encuentra impregnada de misterio y misticismo. Intentaba encontrar lo que Charles Baudelaire, gran poeta precursor de este movimiento, denominó "correspondencias", las secretas afinidades entre el mundo sensible y el mundo espiritual. Para ello utilizaban determinados mecanismos estéticos, como la sinestesia.

 

Jean Moréas.Retrato por Antonio de La Gandara.            

                                                                          Jean Moréas                                        Edgar Allan Poe

 

 

Charles Pierre Baudelaire            Arthur Rimbaud a los 17 años.

                                                                        Charles Pierre Baudelaire                      Arthur Rimbaud

 

 

             Stéphane Mallarmé según el pincel de Manet

               Stéphane Mallarmé según el pincel de Manet

 

 

Los precursores literarios de esta corriente fueron el poeta norteamericano Edgar Allan Poe, que tanto influyó sobre Charles Baudelaire, y los franceses Arthur Rimbaud y Paul Verlaine, llamados también "poetas malditos". El poeta simbolista más representativo fue Stéphane Mallarmé (1842-1898), quien creó un lenguaje hermético, cercano al antiguo culteranismo español (Verlaine leyó y admiraba a Luis de Góngora) y cercano a la sintaxis del inglés. Menor importancia tuvieron Auguste Villiers de l'Isle-Adam (1838-1889), Prosper Mérimée (1803-1870), más conocido como narrador; Gérard de Nerval, (1808-1855), poeta de trágico fin; Joris Karl Huysmans (1848-1907), más conocido como escritor del decadentismo; Albert Samain (1858-1900), Rémy de Gourmont (1858-1915), Alfred Jarry (1873-1907), creador de la Patafísica y más importante como autor teatral y como precursor de la literatura de Vanguardia; Gustave Kahn (1859-1936), Jules Laforgue (1860-1887), el primer introductor del verso libre; Maurice Maeterlinck (1862-1949), que creó el teatro simbolista; Stuart Merrill (1863-1915), Albert Mockel (1866-1945), Jean Moréas (1856-1910), Henri de Régnier (1864-1936), Adolphe Retté (1863-1930), Paul Valéry (1871-1945), que pasó del Simbolismo a una intelectualizada poesía pura; el belga Emile Verhaeren (1855-1916), también narrador, y Francis Vielé-Griffin (1863-1937), entre muchos otros.

 

Prosper Mérimée  Gérard de Nerval  Jarry en bicicleta.

                                                    Prosper Mérimée               Gérard de Nerval                                   Alfred Jarry

 

 

Jules Laforgue        Paul Valéry (autorretato)

 

                                                          Jules Laforgue                Maurice Maeterlinck                        Paul Valéry

 

Théo van Rysselberghe, Lectura de Emile Verhaeren

 

Théo van Rysselberghe, Lectura de Emile Verhaeren

 

 

En otros países el Simbolismo tuvo también extensión: en Rusia, por ejemplo, fue divulgado por Aleksandr Blok, Fiódor Sologub, Andrei Bely; en Suecia, el dramaturgo August Strindberg recurrió a algunos de sus postulados, y en el mundo hispanoamericano y español se difundió a través del Modernismo.

Aleksandr Blok          Fiódor Sologub (1913)

 

                                                                            Aleksandr Blok                                  Fiódor Sologub

 

Retrato de Andréi Bely, por Léon Bakst                    Fotografía de Strindberg tomada por él mismo

 

                                                                           Andréi Bely                                           Strindberg

 

El simbolismo literario hispanoamericano y español, con algunos importantes antecedentes peninsulares como Gustavo Adolfo Bécquer y como Salvador Rueda, se subsumió en un movimiento más general conocido como Modernismo que empezó en Hispanoamérica. Se encuentra Simbolismo ya en los cubanos Julián del Casal y José Martí, en el colombiano José Asunción Silva, en el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y en otros autores posrománticos hispanoamericanos; Rubén Darío, gran introductor del Modernismo en España, lo asimiló y difundió; en España lo cultivaron Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaespesa y Ramón Pérez de Ayala entre los más importantes. En Hispanoamérica se encuentra el simbolismo en el argentino Leopoldo Lugones, en Julio Herrera y Reissig, José Antonio Ramos Sucre en Ricardo Jaimes Freyre, Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón, Guillermo Valencia, José María Eguren. Un Boliviano representativo que podemos nombrar seria Milton Rodrigo Patiño Gumucio con su obra AMOR Y MUERTE y muchos otros autores modernistas.

José Julián Martí y Pérez               José Asunción Silva

                                                             José Julián Martí y Pérez El apóstol               José Asunción Silva

 

Félix  Sarmiento

Rubén Darío

Antonio Machado            

 

                                                                        Antonio Machado                                Manuel Machado

 

Juan Ramón Jiménez               Leopoldo Lugones en 1922 (Caras y Caretas)

                                                                      Juan Ramón Jiménez                            Leopoldo Lugones

Julio Herrera y Reissig             Amado Nervo

                                                                         Julio Herrera y Reissig                           Amado Nervo

 

Decadentismo


 


 

 

Paul Verlaine

 

El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América. La denominación de decadentismo surgió como un término despectivo e irónico empleado por la crítica académica, sin embargo, la definición fue adoptada por aquellos a quienes iba destinada.

Realidad económica y social

El decadentismo fue el reflejo artístico de la transición de la economía basada en la libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales que se manifestó en un estancamiento económico que daría lugar a la renovación del sistema productivo, a la represión de las masas populares y la preocupación por las cuestiones de tipo social.

Charles Baudelaire

Charles Baudelaire

La Literatura del decadentismo

Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas posrománticas, denominándose decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la tenebrosa y profunda unidad de la naturaleza.

También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones verbales tendrán el poder de cambiar la vida.

Para algunos, la alucinación de los sentidos a la que hacía alusión Rimbaud no excluía el recurso de lo que Baudelaire había definido como paraísos artificiales, es decir, las alucinaciones producidas por los estupefacientes.

Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Verlaine: yo soy el imperio al fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente después de la publicación de Los poetas malditos (1884).

El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música

El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana, exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.

El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales, que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis Burton, explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".

Retrato de Burton

 

Retrato de Burton

 

Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de siglo. La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una casa de provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se convirtió en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des Esseintes, entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Speretti, de Gabriele D'Annunzio. "A rebours" fue definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.

J.-K Huysmans al final de su vida

 

J.-K Huysmans

 

También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-Marie Mirabeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.

       Villiers de L'Isle-Adam

                                                                            Jean Lorrain.                     Villiers de L'Isle-Adam

 

La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.

 

El decadentismo en Europa

Oscar Wilde

Oscar Wilde

En Gran Bretaña aparecen como representantes del decadentismo las figuras de Oscar Wilde, especialmente en su novela El retrato de Dorian Gray (1891), su maestro Walter Pater, que publicó una novela sagrada para su generación, Mario el epicúreo, y en 1887 Retratos imaginarios, Arthur Symons, autor del poemario El ángel rubio, Ernest Dowson y Lionel Johnson.

El italiano Gabriele D’Annunzio cultivó el elemento aristocrático típico del decadentismo, en su obra El placer. En sus poemas carga al mundo de sentimientos con una escritura fascinante, rica y sugerente.

Gabriele D'Annunzio

 

Gabriele D'Annunzio

 

El decadentismo en España y en Hispanoamérica

España e Hispanoamérica también se dejaron influir por esta actitud estético-literaria, y toda la poesía de fin de siglo responde a los ideales artísticos del arte por el arte. Así puede considerarse el modernismo del nicaragüense Rubén Darío y del mexicano José Juan Tablada. El decadentismo artístico fue mucho más persistente en América: Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Mariano Azuela, César Vallejo, Horacio Quiroga y otros llenaron muchos años de la vida literaria suramericana y en ellos la nota francesa nunca estuvo ausente.

Esta renovación estética adquirió en España matices peculiares, y así aparece en las obras decadentistas de Manuel Machado y de la primera época de Juan Ramón Jiménez (en algunas obras como Ninfeas 1900), Francisco Villaespesa y el primer Valle-Inclán, en especial en su libro de versos Aromas de leyenda (1907), publicadas a partir de las experiencias vividas en la madrileña plaza de Vázquez de Mella. Son decadentistas aún mal estudiados los poetas Emilio Carrere y Alejandro Sawa; los novelistas Álvaro Retana, Antonio de Hoyos y Vinent y Joaquín Belda, y el cuentista peruano Clemente Palma. Algunos bohemios, como el prosista y drogadicto francés Enrique Cornuty y Pedro Barrantes también entrarían en este saco.

Alejandro Sawa

 

Alejandro Sawa

 

Fin del decadentismo e influencia posterior

Hacia 1890, la revista el Mercure de France se manifestó a favor del simbolismo. A partir de entonces la trayectoria del decadentismo, entendido como movimiento, se puede considerar terminada. Anteriormente, en septiembre de 1866, un artículo publicado por Moréas en Le Figaro, habló por primera vez de simbolismo, refiriéndose al bosque de los símbolos.

Las teorías del simbolismo aparecieron publicadas en la revista Le symboliste, mientras que los decadentes continuaron usando a Le décadent como vehículo para difundir sus teorías. Se perfiló así la divergencia entre decadentes, complacientes experimentadores en el campo de los sentidos y del lenguaje, y simbolistas, que buscan los valores absolutos de la palabra y aspiran a expresar una armonía universal del mundo.

Sin embargo, a pesar de que el decadentismo se puede considerar concluido, no se puede decir otro tanto del clima que el decadentismo difundió y alimentó. Desde hacía tiempo, los decadentes hallaban en la música de Richard Wagner una analogía con sus premisas. En arte se imponía el impresionismo; en las orientaciones del pensamiento, la filosofía de Schopenhauer, que había contrapuesto apariencia y realidad, mientras Nietzsche meditaba sobre el tema de superar al hombre, que forma la constante de la poesía de Baudelaire y de sus herederos.

El decadentismo como punto de encuentro

Más tarde, algunos críticos ampliaron el significado del término decadente como opuesto a los convencionalismos. De esta manera, el decadentismo sería, en sus orígenes, antiacadémico en arte, antipositivista en filosofía, antinaturalista en literatura. Así, tendencias, escuelas y orientaciones, con frecuencia diversas y lejanas, acabaron por confluir y hallarse comprendidas bajo la misma etiqueta.

Genéricamente se definen como decadentes aquellas formas de arte que superan o alteran la realidad en la evocación, en la analogía, en la evasión, en el símbolo. La lista de los nombres puede incluir a Rainer Maria Rilke, Constantino Cavafis, Paul Valéry, Marcel Proust, Franz Kafka, James Joyce, Thomas Stearns Eliot, o movimientos de vanguardia, como el surrealismo, el imaginismo, el cubismo, o el realismo crítico de Thomas Mann.

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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