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CRÍTICA LITERARIA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX
EL PERIODO ROMÁNTICO La principal diferencia entre el neoclasicismo y el romanticismo reside en su interpretación de lo que significa seguir a la naturaleza, lo que supone una elaboración teórica sobre el término. Es época de debates y discusiones como la que se suscitó entre Nicolas Böhl de Faber y José Joaquín de Mora sobre el romanticismo. Una de las aportaciones más significativas a la crítica del periodo romántico fue el Laocoonte (1766) del dramaturgo y crítico alemán Gotthold Ephraim Lessing, que estableció la diferencia fundamental entre arte visual y arte literario.
Gotthold Ephraim Lessing El romanticismo llegó a Sudamérica con el argentino Esteban Echeverría. Exponentes de las nuevas ideas fueron el argentino Domingo Faustino Sarmiento con Facundo, civilización y barbarie (1845); el mexicano José María Luis Mora, con México y sus revoluciones (1836); el chileno Francisco Bilbao, con La América en peligro (1862); o el ecuatoriano Juan Montalvo, luchador infatigable contra todas las tiranías, en sus Catilinarias (1880-1882). Estos ideales encontraron en las obras literarias de la época su mejor medio de difusión.
EL SIGLO XIX: REALISMO Y NATURALISMO
Charles Augustin Sainte-Beuve Hippolyte Taine Durante la segunda mitad del siglo XIX el realismo dominó la crítica y la literatura en Europa y Estados Unidos. Este movimiento se proponía describir o representar la realidad con un máximo de detalle y un mínimo de subjetividad. Los críticos franceses Charles Augustin Sainte-Beuve y Hippolyte Taine hicieron especial hincapié en la historia de la literatura. Taine afirmaba que “los grandes monumentos literarios nos permiten conocer cómo pensaban y sentían los hombres y mujeres hace cientos de años”. La teoría literaria del movimiento romántico en Estados Unidos encuentra su expresión en el ensayo de Ralph Waldo Emerson El poeta (1844) y las conferencias de Edgar Allan Poe sobre El principio poético (publicadas póstumamente en 1850). Hacia finales del siglo XIX el movimiento realista evoluciona hacia el naturalismo expresado en las obras de Émile Zola, cuya influencia se deja sentir en los principales autores de la época. En su ensayo crítico titulado La novela experimental (1880), Zola sugiere que es preciso considerar al individuo como una criatura que carece de libre albedrío y forma parte de una naturaleza regida por leyes científicas. Emilia Pardo Bazán, en La cuestión palpitante, también analizó el movimiento naturalista y afirmó con vehemencia que ella no pertenecía a ese movimiento. Clarín, Pérez Galdós y Juan Valera también destacaron por sus críticas literarias. Dentro de la crítica literaria se distinguen en España la tendencia historiográfica, liderada por Menéndez y Pelayo, que reflexiona sobre la literatura en sus aspectos estéticos, históricos, sociales y civiles; y la corriente filológica, encabezada por Menéndez Pidal, que, sin abandonar el contexto histórico, recupera el estudio de las “fuentes textuales” o los géneros literarios.
Ralph Waldo Emerson Edgar Allan Poe Émile Zola Juan Valera
En América latina esta época coincide con el triunfo generalizado del positivismo, que impregna el pensamiento, la política, la ciencia y la literatura, bajo la consigna de “orden y progreso”, favorecedores de la evolución natural y positiva. El cubano Enrique José Barona escribió Estudios literarios y filosóficos (1883), a los que seguirían Continente enfermo (1899), del venezolano César Zumeta; Nuestra América (1903) del argentino Carlos Octavio Bunge o Fe en la ciencia y el progreso (1913) del boliviano Alcides Arguedas, máximos representantes del darwinismo social aplicado a la realidad cultural.
Menéndez y Pelayo Menéndez Pidal
Enrique José Barona Carlos Octavio Bunge
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Actualizado el 25/11/2009 Eres el visitante número ¡En serio! Eres el número |