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BREVIARIO DE CRÍTICA LITERARIA
Artículo tomado de
Vírhuez Villafane, Ricardo: «Breviario de crítica literaria», en
Ciberayllu,
en
http://www.andes.missouri.edu/andes/Comentario/RVV_Breviario.html
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El escritor es, en primer lugar, un crítico de su realidad y por ello
selecciona determinados aspectos del mundo para recrearlos según los modelos
que su imaginación e intereses le requieran. Lo mismo hace el crítico, pero no
frente al mundo sino frente a la obra literaria. El crítico selecciona
determinados aspectos de la obra literaria y se enfrenta a ellos. En resumen,
el crítico sintetiza esa otra gran síntesis realizada por el escritor, y esos
son sus límites. La idea de una crítica neutral u objetiva es por ello
imposible. El crítico no es un francotirador, sino el soldado de un ejército
llamado ideología.
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El crítico no es necesariamente un lector especializado, pues debido a la
constante novedad de la creación literaria nadie puede estar totalmente
“especializado” o reparado para enfrentarse a los nuevos retos de la creación
literaria, la cual siempre va por delante de la crítica para someterla al reto
de la interpretación y la lectura.
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La necesidad hace que las armas de la crítica sean en la actualidad diversas,
multidisciplinarias y omnívoras. Pero solo se trata de instrumentos, los
cuales sirven para el inevitable salto al vacío que es el intento de alcanzar
la comprensión total de la creación literaria. ¿Qué es la crítica literaria,
sino sorpresivos, inteligentes y constantes saltos al vacío para aprehender la
literatura, siempre esquiva, enriquecedora, novedosa?
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Los instrumentos de la crítica, cuando se confunden con sus objetivos,
producen la metacrítica sospechosa, arrogante, que mira por encima del hombro
a la creación literaria porque, en el fondo, se sabe inferior a la imaginación
verbal de la literatura que justifica su existencia. Pero la crítica es
inseparable de la creación. Porque todos los intentos de acceder a la belleza
de la palabra alcanzan su cima en la crítica, depositaria de las esperanzas
para la comprensión y el mejor goce de la obra literaria.
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El conocimiento de la tradición literaria, es decir, del desarrollo continuo
de la literatura a través de los tiempos, confunde a menudo a la crítica.
Supone que la producción literaria debe ser continuidad y no ruptura ni
retroceso. Y la crítica califica y valora en lugar de comprender. Pero la
creación literaria tiene su propia manera de existencia y comúnmente retrocede
para saltar mejor. También retrocede para demostrar que la continuidad es un
malentendido. Y retrocede, finalmente, porque la creación es libertad, algo
que la crítica, atada a sus métodos e instrumentos, todavía desconoce.
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Frente a la libertad creadora, la crítica opone burocracia, reglas, códigos,
busca coherencias, inventa conceptos, propone categorías. A menudo la crítica
cae en su propia trampa, e impone —en lugar del canon literario— el canon del
mercado. El canon del mercado a menudo es literatura sospechosa y casi siempre
es subliteratura: la obra famosa, la obra impuesta.
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El canon literario en cambio es la summa, lo cernido, la ruta. El canon
literario es propaganda. Y por eso es ideología y es política. De ahí su
importancia y la explicación de por qué la crítica entrampada, a veces, quiere
hacer pasar el canon del mercado como canon literario.
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A la crítica hay que exigirle rigor, y la misma crítica se vanagloria por
ello. Pero ella no se exige creatividad, porque no puede traspasar los límites
que sus propios instrumentos le permiten. ¿Qué es rigor en la crítica
literaria? Es el conjunto de categorías, métodos y recursos que el crítico
debe conocer y aplicar correctamente.
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Entre las diversas maneras de hacer crítica literaria, es la crítica académica
la que exige rigor a la crítica por razones de imagen. Para demostrar que los
críticos académicos estudiaron 5, 10 o 20 años y se encuentran mejor
capacitados que aquellos que solo reseñan en periódicos y revistas. ¿Y por qué
la crítica académica, en lugar de exigir rigor, no pide creatividad,
penetración, intuición? Porque la crítica se sabe limitada. Sus instrumentos
son su medida, la prueba de su existencia.
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¿Por qué la crítica académica denuesta y se burla de la crítica fugaz de
periódicos y revistas? Principalmente, debido a celos por la cercanía de la
crítica periodística con los lectores. ¿Porque quién lee a los críticos
académicos? Ellos dicen que no les importa si nadie los lee, porque escriben y
publican para un público mínimo, especializado. Así, la crítica académica se
sabe incapaz de acercarse a los lectores. Y solitaria, ve apolillarse sus
textos con la única satisfacción de haber sido rigurosa.
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Pero la crítica periodística no es un lecho de rosas. Se trata casi siempre de
un pantano mercantil y argollero, célebre por su imprecisión, pero de una
vitalidad extraordinaria. Por su carácter impresionista, fresco, afirmativo,
por su falta de escrúpulos en la calificación, la crítica periodística ha
influido realmente en la opinión de los lectores y en la carrera literaria de
los escritores. Es una crítica creativa, equivocada casi siempre, a veces con
chispazos de genialidad, más intuida que pensada.
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Si la crítica académica es peligrosa por sus desplantes de pavo real, la
crítica periodística es mortal por su irresponsabilidad. Curiosamente, esta
situación fronteriza constituye la belleza de la crítica. Los ejemplos de
maltrato a escritores son innumerables, y la lista de sus víctimas, infinita.
Sin duda, si la crítica es más famosa por sus yerros que por sus aciertos,
ello se debe a que ninguna crítica es objetiva o acertada, a menos que la
confunda con el elogio que la amistad o el buen humor pudieran procurarnos.
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La crítica, en consecuencia, solo realiza acercamientos, solo enamora, rodea,
lanza redes, requiebra, corteja, seduce de mil maneras, y si la entendemos así
no caeríamos en la demagogia de solo exigir rigor a una disciplina que debería
ser sencillamente creativa.
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El placer de una reseña periodística se mide por el riesgo que ésta asume
frente a la creación. La valoración inmediata reemplaza al método, pero sin
saberlo abre puertas e intuye caminos que por falta de espacio no puede
recorrer, y luego los olvida. La crítica literaria en el Perú está colmada por
este tipo de experiencias, y quienes lo ejercitaron con un vigor que aun ahora
fascina fueron los propios creadores.
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Salvo honrosas excepciones, han sido los escritores quienes enrumbaron la
crítica literaria por el camino que ahora la crítica académica recusa: la
improvisación, la fácil valoración, la ausencia de amplitud y de método. ¿Pero
qué crítico académico ha hecho crítica, en pocas palabras, con la misma o
mejor belleza que los propios escritores en sus improvisadas reseñas? ¿Qué
crítico académico se ha abierto tanto a la literatura en provincias como los
propios creadores provincianos, con reseñas, comentarios breves, artículos
escritos al vuelo?
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La crítica, ante todo, es estimulante. Es una cortina que repentinamente se
corre y nos permite mirar lejos y profundamente. La crítica no es belleza pero
nos permite verla con otros ojos, gozarla de otra manera. La crítica comparte,
no impone. ¿Existe este tipo de crítica? Sin ninguna duda, y tenemos una
importante tradición pedagógica al respecto, así como muchas pruebas de lo
contrario.
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Tal vez las afiladas armas del rigor crítico deberían apuntar contra blancos
que mejor se lo merecen. Por ejemplo, el canon del mercado, la imposición
publicitaria, la ideología intimidante, los ídolos de barro, las prácticas
mercenarias de reseñadores de páginas culturales de periódicos. Y rendirse sin
rencor ante la creación literaria.
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La crítica literaria tiene mucho camino que recorrer ante una realidad tan
múltiple como la peruana. Por suerte, no somos un país monocultural, no somos
una sola nación ni una sola tradición literaria. Somos muchas lenguas,
diversas tradiciones, variadas prácticas creativas. La abundancia de la
literatura oral aún sigue alimentando a la literatura peruana en general. Nos
rodea la multitud por todas partes. ¿Cómo no ser un crítico amplio,
multilingüe, historiador, antropólogo, poeta y crítico al mismo tiempo?
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Como la poesía y la narrativa, la crítica es también un sueño, un instrumento,
un resultado, un camino para dignificar la vida humana. Es la vía que une los
numerosos caminos de la cultura del hombre. Y la que nos repite que ante todo
hay una verdad irrecusable: que hay muchas tareas pendientes, muchos sueños
inconclusos, muchas realidades que transformar.
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