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LOS CRÍTICOS LITERARIOS

 

 

 

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DECÁLOGO DE LA MALA CRÍTICA LITERARIA

 

 

Tomado del artículo “Los críticos literarios”, de Herme Cerezo,

publicado en Diario Siglo XXI en

http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/12862

 

 

Sin duda, el crítico literario es la figura más controvertida que existe en el mundo de las letras. Mientras que, para unos, no es más que un escritor fracasado, que guarda celosamente sus escritos para sí mismo (los demás mortales no son suficientemente excelsos para leerlos), para otros, el crítico es una auténtica linterna con la que abrir brecha en el laberinto inextricable de los libros que se publican día tras día.

 

Los diccionarios, esos compendios del saber, asépticos y, en ocasiones, un poco crípticos, suelen proporcionar a los neófitos una aproximación a los temas que les interesan. Y así uno de ellos, referido a los críticos, dice: “persona que ejerce la crítica”. Ante tan cicatera lascivia conceptual, urge recurrir al vocablo crítica: “arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas o cualquier juicio o conjunto de juicios sobre una obra literaria, artística, etc.”; y como remate, buscando la oficialidad, buceamos en el DRAE y puntualizamos el concepto criticar: “juzgar de las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte”. Bueno, poco más o menos, vemos por donde van los tiros: juzgar, belleza, reglas, arte...

Con estos antecedentes y con la líbido más apagada que antes de recurrir a esos mamotretos sapienciales, después de rumiarlo durante algún tiempo, decidí realizar una encuesta entre personas relacionadas con la Literatura para conocer su opinión. La encuesta, muy simple, constaba de tres preguntas (¿Qué es un crítico literario?; ¿Qué papel juega un crítico en el mundo de la Literatura?; ¿Tiene un crítico suficiente fuerza para encumbrar una obra mediana y hundir en la miseria una obra maestra?) y la dirigí a varios escritores, editores, libreros e incluso algún crítico. Algunos me han respondido, otros no. Incluso uno se disculpó por no hacerlo. Lógico. En un país donde vota el sesenta por ciento del electorado, no iba yo a conseguir un cien por cien con mi encuesta. Seguro que los que no contestaron, al menos invirtieron una parte de su tiempo en leer mis preguntas, cliquear con el mouse la opción eliminar y vaciar las papeleras de sus correos electrónicos. A todos ellos, muchas gracias.

1)    ¿Qué es un crítico literario?

Luis Valera (cuentista, novelista, profesor de Historia Contemporánea y Director de Brosquil Edicions, Valencia): “Esta pregunta no es tan simple como parece. Un crítico literario es un experto en literatura, preferiblemente un experto especializado en algún género, porque la literatura es un universo demasiado extenso en sí mismo, que tiene la suficiente formación intelectual como para conocer las novedades y tendencias de su campo literario y poder valorar la calidad, aportaciones e interés de cualquier libro que aparezca en un momento determinado. En rigor, un crítico es un creador de opinión y su trabajo pertenece al campo periodístico, no al académico.

Los críticos a mi juicio cumplen un papel cultural importante: me orientan como lector interesado, me ahorran lecturas estúpidas y me acercan a trabajos que merecen la pena, teniendo en cuenta que no actúan en esa primera línea de lo que se hace, sino en la cómoda retaguardia de lo que ha penetrados las líneas defensivas de la indiferencia cultural ciclópea, que deben romper los escritores, sobre todo los primerizos”.

Juan Eslava Galán (articulista, ensayista y novelista; Premio Planeta, 1987; Premio Ateneo de Sevilla, 1991; Premio Fernando Lara, 1998): “Supongo que un crítico literario es un señor que tiene por oficio leer y comentar las bondades o deficiencias de una obra escrita por otro. Es, o solía ser un noble oficio, cuando lo ejercían personas rigurosas y entendidas, pero me temo que hoy hay muchos advenedizos que se arrogan ese título sin estudios suficientes”.

Víctor Coral (poeta, novelista, periodista y crítico de la revista “Somos” y del suplemento cultural “El Dominical” del diario “El Comercio” de Lima): “En términos generales un crítico literario es aquella persona que ayuda a comprender o aprehender (así, con H intermedia) un texto al lector. Un crítico literario académico lo hace dando una lectura completa, estructurada y de acuerdo con postulados teóricos determinados; un crítico periodístico, desde una perspectiva de incitar al lector a leer (o disuadirlo de hacerlo) un determinado libro. Con frecuencia se ven estas perspectivas como antagónicas, pero creo que más bien deberían ser complementarias. Yo estoy inclinado a considerarlas vías paralelas que a veces suelen tener puntos de contacto”.

Francisco González Ledesma (escritor y novelista, Premio Internacional de novela 1948; Premio Planeta, 1984; Prix Mistère, 1986; Premio Hammet, 2003; Premio Pepe Carvalho, 2006): “Un crítico literario es un condenado a leer toda la vida a quien le gusta su condena”.

Gabriel Ruiz-Ortega (novelista peruano y crítico literario de las revistas “La caja nocturna”, “Pelícano”, “Rolling Stone” y “Siglo XXI”): “Un crítico literario es alguien que debe ofrecer las sendas necesarias para la comprensión de una obra. Existe un divorcio tajante entre la crítica académica y la periodística, pero una no es mejor que la otra, los soportes en los que ambas se mueven son distintos. El crítico literario debe ser una persona, a mi entender, con una inquebrantable solvencia moral. Son muchos los intereses que se mueven a la hora de escribir sobre las virtudes y los defectos de un texto. Lo peor que le puede pasar a la crítica literaria radica cuando el crítico quiere hacerse de un nombre a punta de machetazos a la obra de un autor sin argumentar bien, ofreciendo una lectura torcida; esto ocurre cuando el crítico tiene la consigna de ser la estrella de la columna asignada”.

Iván Thays (Novelista peruano, director del programa televisivo “Vano Oficio”, dedicado a la Literatura, crítico del semanario “Caretas” y administrador del blog literario “Notas Moleskine”): “Hay que separar al crítico literario del reseñista. Un crítico literario es un profesional que tiene la labor de investigar a un autor, una obra, una época literaria, y dar alcances académicos sobre la importancia y el valor de su objeto de estudio. Los ángulos desde los que enfoca esos estudios son diversos y muchas veces multidisciplinarios. El crítico literario –a diferencia del reseñista- no tiene un plazo fijo de entrega. Puede dedicarse a su objeto por el resto de su vida si así lo necesita”.

 

2)    ¿Qué papel juega un crítico en el mundo de la Literatura?

Luis Varela: “En el mundillo literario español un crítico es un mercenario al servicio de un estado mayor editorial y mediático, cuya tarea consiste en enaltecer a los escritores enrolados en su ejército y a patear los higadillos a los escritores enemigos (a unos pocos, a los que destacan, al resto con ignorarlos sistemáticamente basta). Cuando alguno de estos mercenarios decide decir lo que piensa y olvida el contrato oculto -jamás escrito- que lo une a su estado mayor, le pasa lo que le pasó a ese crítico de Babelia que se atrevió a menoscabar la última obra del inefable Bernardo Atxaga. Crítica suya que a mí me fue útil puesto que me ahorró comprar el libro y leérmelo. Ahora el único crítico del que me fío es del que ejerce espontáneamente y boca a boca. No leo los suplementos y las revistas de literatura ni por el forro, me limito a las reseñas que me dan cuenta de qué va un libro, en los periódicos, en internet o en las contras de los mismos libros. Me limito a eso y a ese olfato que me dice qué libro o autor me puede interesar...

No voy a caer en esos tópicos de que el crítico es un escritor frustrado que se venga de los escritores de verdad... No es cierto, un crítico es con respecto a un escritor como un gourmet respecto a un cocinero... De él esperamos su opinión como persona de experiencia en la lectura y de muchas lecturas... Un crítico es un conaisseur, como dirían los franceses... Por lo demás no debemos olvidar que la crítica literaria es un género literario en sí mismo. Stanislav Lem lo ha demostrado con dos obras maestras: “Vacío Perfecto” y “Provocación”. Dos libros de crítica literaria sobre libros que nunca existieron”.

Juan Eslava Galán: “Afortunadamente la importancia de la crítica literaria se ha relativizado. El lector sospecha que en su mayoría están al servicio de sellos editoriales o de grupos mediáticos o que se dejan arrastrar por simpatías o antipatías personales. El lector hace tiempo que se dejó influir por ellos”.

Víctor Coral: “Sospecho que muy grande en medios donde la industria cultural está muy desarrollada, como en España. Pero en países como el Perú, no creo que su influencia sea tan grande como ciertos pequeños grupos quieren hacer creer. Hay mucha gente en el Perú que compra libros sin tomar en cuenta las opiniones de los críticos literarios; y creo que en muchos casos hacen bien”.

Francisco González Ledesma: “Son el sello de garantía de calidad del producto, salvando las manías de algunos”.

Gabriel Ruiz-Ortega: “En algunos casos la crítica literaria ejerce una influencia capital en los lectores. En el Perú la crítica literaria a nivel de periodismo arrastra una tara intelectual y literaria que se dejan notar ni bien se empieza a leer las reseñas. Ha habido un par de casos en el que los encargados de reseñar una obra se han dejado llevar por inclinaciones ideológicas para desvalorizar un texto. Sin embargo, lo que se tiene que dejar por sentado es que la opinión del crítico es una opinión más entre muchas. Cuando un texto es realmente bueno goza del favor del los lectores, y muchas veces son los lectores los que terminan haciendo valer una obra”.

Iván Thays: “La crítica literaria es un género en sí misma. Es decir, es parte de la literatura y hay textos de crítica que son mucho más perturbadores y profundos que las obras mismas. Cuando, además, el crítico tiene estilo y es un gran divulgador esos textos académicos suelen estar a la altura de cualquier obra literaria. Con respecto a las obras que juzgan, los críticos literarios suelen echar muchas luces en zonas oscuras y ayudan a los lectores a leer con pistas, datos, con ideas nuevas, esos libros. Las calificaciones y descalificaciones que hacen los críticos de algunas obras deben, siempre, colocarse en la perspectiva de quién es el crítico y qué es lo que pretende en sus argumentos”.

3)    ¿Tiene un crítico literario suficiente fuerza para encumbrar una obra mediana y hundir en la miseria una obra maestra?

Luis Varela: “La respuesta a esta pregunta está implícita en la anterior. Para los tontos y los letraheridos sí. Esencialmente ambos son dos conjuntos secantes. El subconjunto A es el de los tontos que no son letraheridos, aquí los críticos dominan con fuerza lábil, floja, fuerza uno diría un metereólogo. El subconjunto C está formado por los letraheridos que no son tontos. Aquí tienen fuerza dos, una fuerza que se acusa pero que no llega a ser definitiva ni determinante. Leen las críticas, leen los suplementos e intentan aprender, discernir, criticar a los críticos y sus chorradas sobre las tendencias y el estilo... Se lo creen, pobres criaturas inocentes. El subconjunto B está formado por los letraheridos que son idiotas, fruto del corte entre los dos conjuntos matrices... Pobrecillos, aquí el imperium del crítico es de fuerza 4 ó 5, es fatal, absoluto, dominante... Si estudiáramos a los que compran las revistas de literatura y leen los suplementos, encontraríamos una mina de esta colección de desgraciados sin criterio... Y es que el letraherido no disfruta con la literatura, sino que se esfuerza para leer lo que debe leer... lo que merece la pena leer. Yo sé mucho de eso porque fui un imbécil de esos y tengo por tanto la experiencia necesaria en el cuerpo de letraheridos para hablar con competencia de ellos... Gracias a Dios un día mandé a paseo a James Joyce y su Ulises, me liberé de tamaña estupidez y ahora soy un cronopio feliz”.

Juan Eslava Galán: “La pena es que la función de la crítica debería ser importante si se hiciera con seriedad y con honradez”.

Víctor Coral: “La pregunta anterior responde en parte esta. Me gustaría agregar que sí hecho de menos en la crítica periodística de literatura de ambos lados del Atlántico, el hecho de que casi no exista una crítica que se tome su tiempo, que no responda instantáneamente a las exigencias de los lanzamientos editoriales. Habría que hacer algo así como una crítica literaria inactual, donde se publicara la reseña de un libro, por ejemplo, unos cuatro o seis meses luego de haber sido publicado. Esto para que la lectura salga limpia de la inmediatez de las primeras reseñas, y con la distancia se enriquezca y se tempere. Sería por lo menos interesante”.

Francisco González Ledesma: “Ni la fuerza ni el sueldo de un crítico llegan a tanto”.

Gabriel Ruiz-Ortega: “Hoy en día es imperdonable que ello ocurra. Los medios de información están a la mano. Considero que ya no se pueden cometer los errores que se cometieron con Kafka, John Kennedy Toole y Roberto Arlt. Si bien es cierto que puede ocurrir, la labor del crítico tiene que estar siempre actualizada. Y como dije en la respuesta primera, el crítico debe ostentar una gran solvencia moral ante la presión que hacen las grandes editoriales. Y si se hunde una obra maestra ante la miopía del momento, siempre tendremos al tiempo como verdadero juez que pone las cosas en su sitio”.

Iván Thays: “No, de ninguna manera. A lo más tiene poder para hacerle pasar un mal rato a algunos. Lo que puede ocurrir es que algunas obras maestras superan a su tiempo y a sus contemporáneos, y por tanto a sus críticos. Y del mismo modo, algunos autores tienen una gran conexión con lo inmediato, pero envejecen mal. Por ello se suele decir que el tiempo, como el más implacable crítico, termina por colocar las cosas en su sitio”.

 

 

 

DECÁLOGO DE LA MALA CRÍTICA LITERARIA

 

Tomado de Jorge Barón Biza, publicado en ZOOM, en

http://diegojemio.blogspot.com/2006/08/declogo-de-la-mala-crtica-literaria.html

 

 

1. De un libro sólo se habla para explicarle al autor cómo debiera haberlo escrito. Privilegiar siempre lo negativo.

2. La crítica es el espacio ideal para ajustar cuentas con ese otro crítico al que invitaron al congreso en Acapulco en vez de invitarme a mí. Los escritores son piezas de ajedrez en ese juego. Los escritores de mi rival son una porquería; los míos, unos genios. Cualquier encono o teoría literaria o política sirve para dividir la literatura argentina.

3. No informar nunca al lector. Aburrirlo siempre. No analizar nada.

4. Los cheques se leen, los libros se hojean. No caer en el error de creer que un libro puede portar ideas y expresar tendencias. No descubrirlas, no sintetizarlas, no comunicarlas.

5. Publicar recensiones incomprensiblemente memorables. Si alguien se acuerda del libro que quiero reseñar, es problema de él. Yo me acuerdo de Susana Giménez gritando “shock”; la marca de jabón qué me importa. (Y lavarme, menos.)

6. Dejar siempre en el tintero estupideces como a qué género pertenece el libro, qué calidad tiene, a qué público se dirige, y si es o no aburrido.

7. No hacer crítica si se pueden hacer entrevistas, pastillitas con chimentos, contar cuál es el vicio del escritor o publicar alguna foto.

8. No olvidar que siempre el chiste triunfa sobre la verdad, que todo puede ser dicho con conventillera malignidad.

9. La imparcialidad es la mejor excusa para no decir nada. La neutralidad será el disfraz de tu nulidad.

10. Aceptar todas las invitaciones de las grandes editoriales porque este rebusque de crítico me sirve sólo hasta que publique mi libro. Entonces, van a ver esos escritores pelandrunes lo que es literatura en serio.

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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